Federico More Barrionuevo (Puno, 1889- Lima 1955) es considerado el periodista, sobre todo político, más completo en la historia nacional. Fue también un destacado escritor, poeta y ensayista. Promovió el “andinismo” que influyó en el indigenismo de los años 20.
Cuenta el periodista boliviano Saturnino Rodrigo1 que conoció a Federico More cuando éste visitó la redacción del diario “El Fígaro”, fines de noviembre de 1917, aprovechando su paso por La Paz que debía ser breve pues deseaba continuar viaje a Chile. Lo describe así: “Jamás, hasta entonces, había conocido yo un hombre más inteligente, más audaz y simpático; todo en él era atrayente y apasionante, desde su físico, pues era un morocho varonil, de ojos enormes y rasgados donde brillaba constantemente una luminaria ardiente, y hasta su voz tonante y su agilidad mental.” Durante la cena de despedida organizada por la plana de “El Fígaro”, se le propuso al escritor puneño que diera una conferencia antes de su partida, y fue ésta muy notable y de sonoro éxito al punto que More decidió plantar sus bártulos en la capital boliviana.
La razón de su intempestiva salida del Perú no ha sido bien dilucidada, resulta dudosa aquella que señala injerencia o presión política por parte del gobierno de José Pardo puesto que –tal como lo ha reconocido el propio More años después– no hubo restricciones a la libertad de prensa durante ese periodo, por lo menos hasta 1918, siendo la oposición implacable con el régimen civilista. Además, ya gozaba Federico More de prestigio y fama como periodista, tenía a su cargo la dirección del semanario satírico “Don Lunes”, bastante popular en ese año de 1917, y era uno de los más reputados estetas del grupo Colónida que iniciaba su dispersión. ¿Por qué abandonar todo y marcharse del país? Quizás la explicación más idónea sea la de su polémica postura ante el problema del Pacífico, es decir ante la cuestión de Tacna y Arica, conflicto diplomático que arrastraba el Perú con Chile desde la firma del Tratado de Ancón de 1883 y que recrudeció ese año con la completa ruptura de relaciones entre ambos países. En una carta que envía More desde La Paz a un periódico limeño, dice: “Cuando en noviembre de 1917 salí de Lima para recorrer Sud América, y salí porque “no me dejaban estar tranquilo”, mi propósito no fue otro que ir manifestando en cada ciudad a donde llegase, las ideas que me parecían dignas de ser presentadas a los diferentes públicos íbero-americanos […] Entre lo que yo llamo mis ideas figuraba, como una de las más queridas y cuidadas, aquella de que el problema político del Pacífico no tiene sino una solución: Que el Perú le dé puerto a Bolivia y le ceda Tacna y Arica a Chile, desde luego a cambio de compensaciones honrosas y útiles”, y en otro párrafo enfatiza: “Desde hoy viajaré con el solo, exclusivo, obsesionante y caprichoso objeto de decir en todas partes que el Problema del Pacífico debe solucionarse, que a nadie más le conviene, más que al Perú, y que esa solución no puede ser otra que la que yo indico.”2 Naturalmente, la prensa peruana en bloque lo declaró traidor, vendido, etc.
Luego de su exitosa conferencia, More llegó a un acuerdo con “El Fígaro”, llegando inclusive a ocupar la dirección del afamado diario radical3 donde trabó amistad con lo más granado de la intelectualidad paceña: Arturo Borda, Jaime Mendoza, Gregorio Reynolds, Juan Capriles, Gustavo Adolfo Otero, entre otros, con quienes compartió noches de bohemia. En las páginas de “El Fígaro” fueron publicados los primeros fragmentos de la monumental obra de Arturo Borda, “El loco”; el mismo More insertó poemas de su autoría, rezagos de su etapa colónida. Pero, de sus escritos en “El Fígaro” lo sustancial se orienta a la problemática del Pacífico, teniendo en cuenta que More desplegó una campaña continentalista en esos primeros meses de 1918. Continentalismo4 sustentado en la fórmula que aspira a un entendimiento entre Perú, Chile y Bolivia, con fines geopolíticos, ante la expansión de Yanquilandia (así llama al imperialismo yanqui o estadounidense) e incluso ante el pan-niponismo y sus pretensiones sobre el Pacífico sudamericano. Este planteamiento lo desarrolla con amplitud en un libro publicado en La Paz a mediados de 1918 y que contiene un prólogo de Alcides Arguedas. “Deberes de Chile, Perú y Bolivia ante el problema del Pacífico” propone la fórmula por la que More fue vilipendiado en Perú, esto es que Tacna y Arica sean cedidas a perpetuidad a Chile y que la zona denominada Tacna Libre (con su puerto en Sama), le sea otorgada a Bolivia, por la razón de que toda nación suramericana debería tener salida al mar, obviamente Chile y Bolivia le proporcionarían al Perú las compensaciones económicas correspondientes, de este modo alcanzarían un acuerdo tripartito de paz y dominio conjunto sobre el Pacífico con el puerto de Arica declarado libre. Un siguiente libro, “La próxima conflagración sudamericana”, publicado el mismo año en La Paz, reafirma su tesis y advierte sobre la posibilidad de que Bolivia emprenda acciones bélicas contra el Perú, buscando salida al mar, si no se llega a un acuerdo sensato. La recepción de estos libros en Perú fue hostil, los ataques al escritor puneño desbordaron los ámbitos de la prensa, hasta en lugares alejados de Lima, sacudidos por un patriotismo efervescente, lo declararon persona no grata o anti-peruano: “La municipalidad de una provincia recóndita del Perú, se reunió en ‘cabildo abierto’, como dicen que se dice, para declarar, de modo solemne, que yo no soy ciudadano del Perú.”5
Por el mes de setiembre de 1918 Federico More, aún en La Paz, envía una larga carta al joven poeta Alejandro Peralta, director de la revista “La Tea”, la misma que fue publicada en la edición N° 6. “La Tea” era el vocero del grupo literario “Bohemia andina”, cuyos integrantes con el correr de los años dieron vida al notable grupo Orkopata de Puno. La carta es flamígera, More elogia la grandeza de Puno en desmedro de Arequipa. Aquí algunos párrafos:
“En cuanto a la emisión del producto hombre, estoy convencido de que Puno es lo más cualitativo que el Perú tiene. Así como Arequipa es lo más cuantitativo. En Arequipa surgen a miles mediocridades brillantes, especie de fósforos, porque carecen de duración e intensidad. Puno, hasta ahora, no ha dado sino a Cornejo. Pero Cornejo pese a sus tareas morales es la expresión intelectual más fuerte de la República en sus casi cien años de vida. Todos los oradores, todos los estadistas, todos los estudiosos que el Perú ha tenido desde que es libre, resultan colegiales aprovechados si se les compara con el formidable orador y sociólogo andino […] Mantengo, pues, aquello de que Puno es cualitativo, intensivo. Arequipa es cantidad y extensión. Yo le aseguro a usted que Puno sólo dará Cornejos. Y ojalá el próximo esté en la generación de ustedes […] Los arequipeños vienen de su tierra con el alma empequeñecida por la visión de su campiña bonita y menuda de sus maizalitos, de sus chacritas. Lo único grande que tienen es el Misti, pero el Misti les infunde el terror de la muerte que no se sabe cuándo llegará. En nuestro medio puneño, todo es saludable y reconfortante. Yo que he vivido entre el risco andino, en la pampa, y que soy leal porque amé a mis caballos y a mis perros, yo le digo a usted que lo único que nos falta es engrandecer nuestro espíritu con el espectáculo, a diario cultivado, de nuestra grandeza natural […] Pensemos con el alma de nuestra tierra bravía, casta y limpia, y verá usted cómo, el pensamiento original, autóctono, virgen, será el que cree la autonomía política, el arte andino, la libertad económica, lo nuestro, nuestra música y nuestra pintura, con nuestra gama pentafónica y nuestro paisaje lleno de una luz azul y purísima mil veces superior a esa luz blanca que tanto enorgullece a Sorolla.”6
También es demoledora su crítica al centralismo limeño. Para More, Lima sintetiza todos los males de la República; según Luis Alberto Sánchez, antes de salir del Perú, el escritor puneño despotricó contra Lima y los limeños en una conferencia que dio en el Teatro Colón7. De ahí que en 1919 durante su breve estancia en Chile publica un panfleto donde el dicterio alcanza grandes proporciones: “Mi odio –con mezcla de desprecio– por Lima, ha sido el crisol donde se ha purificado mi amor al Perú. Asimismo, yo no supe amar a mi madre hasta que no fui amante de dos mujerzuelas. Vi el alma de éstas y, entonces, la de mi madre surgió en mi horizonte espiritual con tan nobles y armoniosas proporciones, que por primera vez, acaso, constaté la vasta y plena delectación que es nimbo del buen amor filial. Mientras no conocí Lima, mi amor a la patria era una rutina hereditaria. Yo no la amaba: la amaban a su manera, por conducto mío, mis ancestrales. Conocí Lima, la vi, la sentí; y, entonces, incontenible y luminoso, nació mi amor a la patria.”8 Esta postura anti-limeña tiene su correlato en la exaltación del federalismo o regionalismo que More abraza en esos días de intensa y enfervorizada campaña por la solución del problema del Pacífico, así germina una doctrina a la que llamó Andinismo, la cual tuvo influencia decisiva en la generación subsiguiente, la del indigenismo de los años 20. En 1927, Gamaliel Churata hizo un elogio de Federico More, dijo que fue él “quien en 1918 ofreció la primera beligerancia andinista, que después había de convertirse en el credo pagano de los hombres del Ande”.9En efecto, la semilla del andinismo fructificó en diversas mentalidades de Perú y Bolivia, si se analiza, por ejemplo, las proclamas de la escuela indigenista del Cusco, con Luis E. Valcárcel a la cabeza, se advierte el influjo de More10, lo mismo en el pensamiento boliviano que prendió a principios de los años 30 conocido como “telurismo” o “mística de la tierra”, a propósito Alcides Arguedas escribió: “Federico More, arrebatado cantor del andinismo, es un vidente de mirada honda y larga que avizora desde las cumbres, como todo espíritu selecto y empapado de las realidades de su época. Para él el andinismo es una fuerza telúrica que puede y debe engendrar un sólido sentimiento de cohesión en nacionalidades afines orientadas todas hacia el mar Pacífico que será, con el tiempo, que acaso comienza a ser ya, la gran y principal ruta de ligación entre las cinco partes del mundo.”11
Y quizás sea el aporte más trascendente de la campaña que emprendió Federico More entre 1917 y 1919. Su visión del complejo suramericano parte de un sentimiento de autoctonía fundado en el influjo tutelar de Los Andes:
“Si el Continentalismo es la fuerza de cohesión, la simpatía molecular, el Andinismo es la fuerza de inspiración, algo así como el espíritu de Dios sobre las aguas. Andinista debe ser el Continentalismo del continente andino. El “nuestros andes” suene en nuestros oídos como el “mare nostrum” suena para los latinos que medran en las orillas del Mediterráneo […] El Andinismo y el Continentalismo, de suyo inseparables, como son inseparables el amor y la abnegación, constituyen las únicas propulsiones que le pueden dar a Suramérica oriente político, confianza moral, originalidad artística y plena honestidad económica.”11
Ese mismo año, por si no fuera suficiente, More publica dos libros más: una obra teatral compuesta por tres diálogos, “Por ahí van las almas…” (en cuya primera página se lee: “La publicación de este libro se ha hecho en honor de la ‘fiesta de la raza’, doce de octubre de 1918”) y un ensayo titulado “Gregorio Reynolds y Leonidas Yerovi” donde traza un paralelo entre el poeta boliviano, autor de “El cofre de psiquis”, y el recién fallecido poeta peruano, gran amigo suyo. Luego, en los primeros días de 1919, More viaja a Chile con el propósito de persistir en su campaña. Allí dio a la imprenta dos opúsculos, uno dedicado a Lima, que ya hemos referido, y otro titulado “Actualidad del problema del Pacífico” (con prólogo del escritor chileno Angel Cruchaga Santamaría) en el que replantea su tesis: “Hoy, rectificando nuestras ideas, nos parece que la mejor forma de ofrecerle a Bolivia salida al mar es darle una faja del extremo sur peruano con otra del extremo norte chileno, quedando siempre Sama para el Perú y Arica siempre para Chile. Y nos parece que es la mejor, porque es sin duda la que menos heriría los sentimientos nacionales de Chile y Perú.”12 Es interesante, por cierto, el texto de la dedicatoria: “Dedico este libro a la juventud del sur del Perú, porque ella siente y ama la patria, y, en vez de disolverse en la afónica elocuencia universitaria, aprende en la muda elocuencia de la tierra y del árbol.”13Se lee entrelíneas el reconocimiento que hace More del grupo de jóvenes puneños que publican “La Tea”. Y en otra parte del libro dice: “Aunque parezca inmodestia, me he propuesto realizar esa campaña. Se me oponen la oligarquía limeña y los elementos yancófilos y argentinizados. Yo no predico nada contra Estados Unidos o la Argentina; pero pido el acercamiento perú-chileno. Campaña que empecé hace tres años, este librito la concreta: síntesis de mis obras, es breve, para que, sin fatiga, lo lea todo el mundo.”14
Su paso por Chile fue breve, a mediados de 1919 retornó a La Paz para publicar el último libro de esta etapa, “¿Tacna y Arica para Bolivia?”, donde –en otro giro de su tesis– propone darle a Bolivia el puerto de Arica. En cualesquiera de estas tres aristas que despliega su tesis favorable a proporcionarle salida marítima a Bolivia hay un auténtico sentimiento de confraternidad suramericana; equivocado o no, es algo que no se le puede regatear a Federico More. Por otra parte, la energía, la violencia y el ímpetu con los que esgrime sus ideas dan cuenta de su personalidad. Como buen discípulo de González Prada e hijo de la tradición liberal puneña, tenía que ser así, no podía ser de otro modo. Muchos años después, de vuelta al Perú, renegó o, mejor dicho, recordó con sorna esta etapa de su desenfrenada juventud. A fines de 1919 partió rumbo a Buenos Aires a buscarse la vida como mejor sabía hacerlo, a través de su pluma, pero esa historia será narrada en otro artículo.
NOTAS:
1.- Diario La Nación. La Paz, jueves, 28 de julio de 1955.
2.- Sudamérica. Semanario Nacional, año 1, nro. 13. Lima, 16 de marzo de 1918.
3.- Ocupó la dirección de enero a mayo de 1918. “El Fígaro” fue un diario de orientación radical; su propietario, Tomás Manuel Elio, fue uno de los fundadores, junto a Franz Tamayo, del Partido Radical en 1911. Saturnino Rodrigo en su artículo citado dice: “Federico More escribió en todos los diarios y revistas de la época, dirigió por una temporada El Fígaro e hizo el milagro de unir las mentalidades jóvenes de Bolivia y el Perú, realizando así una labor eminentemente americanista.”
4.- “Si la palabra Continente entraña la más exacta y concreta realidad geográfica, la palabra Continentalismo debe ser la concreción rotunda de una absoluta realidad política y moral. Debe ser la consecuencia afectiva y cordial de vivir en el mismo casillero geográfico, de hablar el mismo idioma, de tener la misma herencia y la misma tradición. Continentalismo es la solidaridad operando dentro de paralelos y meridianos fijos.” (“Deberes de Chile, Perú y Bolivia ante el problema del Pacífico”. La Paz, 1918).
5.- “Deberes de Chile, Perú y Bolivia ante el problema del Pacífico.” (La Paz, 1918)
6.- La Tea. Para el cenáculo de los elegidos, N° 6, Puno, 1918. Carta fechada el 12 de setiembre de 1918.
7.- “La Literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú”. Tomo IV (Lima, 1985).
8.- “Lima contra Chile, Perú y Bolivia” (Antofagasta, 1919).
9.- Boletín Titikaka. Puno, abril de 1927.
10.- En “Tempestad en los Andes” (Lima, 1927) Luis E. Valcárcel hace del andinismo profesión de fe:
“De los Andes irradiará otra vez la cultura.”
“El andinismo es mucho más que una bandera política; es, sobre todo, una doctrina plena de mística unción. Sólo con la fe de los iniciados, con el ardor de los prosélitos, el andinismo surgirá para encerrar en su órbita todo lo que los Andes dominan desde su altitud majestuosa.”
“De los Andes tienen que nacer, como nacen los ríos, las corrientes de renovación que transformen al Perú.”
Otro caso es el de la revista La Sierra (1927-1930) donde se agruparon intelectuales provincianos que abrazando el andinismo propendieron a tensionar la dicotomía costa/sierra, en otros grupos del interior, en Cajamarca, Huánuco, Arequipa, Puno, etc., la prédica andinista desató una avalancha de impugnaciones contra el centralismo limeño, el mismo José Carlos Mariátegui en las páginas de Amauta se hizo eco de estas ideas. Es indudable que los frutos de este fenómeno derivan de la semilla arrojada por el periodista puneño años atrás. Así lo reconoce, entre otros, Francisco Mostajo: “LA SIERRA, sin dejar de militar en las corrientes humanas, se informa principalmente en los ideales que constituyen lo que Federico More llamó el ANDINISMO, que no es sino la información del espíritu nacional por la fuerza de los Andes, que en el territorio es anfractuoso relieve topográfico y en la casta energía y reciedumbre, al revés de lo que es la costa: tablazo y valle.” (La Sierra. Órgano de la juventud renovadora andina. Lima, julio de 1928).
11.- “Deberes de Chile, Perú y Bolivia ante el problema del Pacífico.” (La Paz, 1918).
12.- “La actualidad del problema del Pacífico.” (Santiago de Chile, 1919).
13.- Ídem.
14.- Ídem.