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Esplendor de sirenas y charangos
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Esplendor de sirenas y charangos

Una de las pruebas más significativas que respaldan la incorporación temprana del charango en la música de los Andes son las magníficas figuras talladas que adornan las fachadas de las iglesias en la cuenca del Titicaca. En estas representaciones, misteriosas sirenas ejecutan instrumentos de cuerda. ¿Cómo se entrelazaron los charangos y las sirenas? Este enigma constituye un tema fascinante para la investigación, entre otros muchos misterios que rodean el origen y la historia del charango.

Destacan en esta labor Oscar Chaquilla y Erick Zubieta, autores del libro «Esplendor de sirenas y charangos», publicado en 2015 por la Universidad Nacional del Altiplano. En esta obra, los autores desvelan el papel crucial de los jesuitas en Juli durante el siglo XVI, así como su impacto en el origen y la difusión del charango andino. El libro no se limita a la narración histórica; también presenta 26 partituras de música para charango y chillador, interpretadas por Chaquilla, Zubieta y Roberto Tapia Urbana en diversos conciertos, como la «Misa Virreinal y Cordillerana» en charango y chillador, o el concierto «Charangos y Sirena», llevado a cabo en el marco de una exposición artística sobre las sirenas, acompañado de un revelador texto de Zubieta sobre el «sereneado» o afinado nocturno de los charangos por las sirenas.

A pesar de otras teorías que intentan situar el origen del charango en Potosí o Ayacucho, los argumentos de Oscar Chaquilla resultan bastante plausibles. La Misión Andina de los jesuitas, establecida en Juli en 1576, dio origen a dos colegios para jóvenes lupaka, uno dedicado a las artes, incluyendo la música, y otro centrado en idiomas nativos. Famosos músicos renacentistas llegaron a Juli, enseñando no solo a tocar diversos instrumentos, incluyendo los de cuerda, sino también a fabricarlos para acompañar la música litúrgica. Estos instrumentos de cuerda pronto trascendieron las paredes de las iglesias y llegaron a manos de los jóvenes aymaras, quienes crearon instrumentos como el «Chillador» para su uso al aire libre y de forma más popular.

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Esperamos con expectación que Oscar Chaquilla pueda presentar nuevos
estudios sobre el charango, continuando así su valioso aporte a la historia de la música andina. Ya en 2007, contribuyó significativamente al ser autor del ensayo que fundamentó la Declaración del Charango como Patrimonio Cultural de la Nación.

Oscar Chaquilla y Erick Zubieta

Y ciertamente forma parte del rico acervo cultural del Perú, y más exactamente del Perú profundo, como lo explicaba José María Arguedas (1940):
“El Charango es instrumento mestizo; es del indio actual y del pueblo leído y trabajador de las ciudades del Ande. Las pandillas mestizas de Carnaval y aun
las marineras serranas se bailan con charango. Pero el charango en manos del indio kollavino, o del indio de Pampacangallo y de las quebradas de Apurimac y Ayacucho, es el charango verdadero; nadie lo toca mejor; y oyéndolo tocado
por ellos, se comprende de golpe que el charango lo hicieron esos indios y
nació primero para la música de ellos”.

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