Nilton Gonzalo Vela Dámaso (Puno, 1986) es un joven y destacado artista que renueva las artes plásticas en el altiplano. Egresado de la Escuela Superior de Formación Artística Pública de Puno (ESFAP) y con postgrados en Historia del Arte y Curaduría en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y Gestión Cultural en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya (UARM). Desde estudiante realizó exposiciones individuales y colectivas en el país y el extranjero. En setiembre del 2021 presentó en el Centro Cultural Monumental Callao su serie Altiplania fragmentada, ambiciosa indagación personal sobre el lago Titicaca con apoyo del poemario Altiplania (1966) de Emilio Vásquez, miembro del grupo Orkopata. Asimismo, ganó un lugar en la residencia para artistas en La Fabrique de la Alianza Francesa de Lima, y obtuvo una mención honrosa en el “XXII Concurso anual de escultura, Premio IPAE a la Empresa” de la Asociación Cultural Británica. Entrevistado por esta revista, resumió en dos palabras su obra artística: sinceridad y trabajo. Aquí algo de su historia y de sus múltiples trabajos entre Puno y Lima.
Origen y formación
Nací en la ciudad de Puno, de padre puneño y madre limeña. Pasé mi infancia admirando el cielo del altiplano y habitualmente recibí el verano limeño en la casa de mis abuelos maternos. Es posible que ese tránsito geográfico haya marcado mi particular forma de ver el paisaje. Culminando mis estudios escolares en el Colegio San Carlos, ingresé a la Facultad de Derecho para ser abogado, pero a insinuación del artista Moshó (Aurelio Medina Pacheco) quién es buen amigo de la familia, señaló que podía inscribirme y formarme como Artista profesional en la ESFAP, luego de ver mis pastiches escolares e ilustraciones que había colgado aleatoriamente en la biblioteca de mis padres. Entonces, Moshó recalcó, ¡mañana es el último día de admisión! Mi hermano mayor me animó y al día siguiente fui con mi padre a inscribirme. Ingresé en 2004 y sentí que ya pertenecía a la casa tutelar de los brujos del lago, dejé la Facultad de Derecho y decidí forjar mi carrera como pintor.
Como estudiante de arte, percibí una interesante movida cultural en Puno, pero quizá no tan fructífera con respecto a las artes plásticas, recuerdo que las exposiciones no eran continuas y las pocas que se realizaban eran en la galería del INC, en el Hall del Teatro Municipal, en la Casa del Corregidor y en el Club kuntur, muchas de ellas eran organizadas a iniciativa de los artistas y no necesariamente promovido por las instituciones locales. Para esas fechas cursaba el octavo ciclo, era el 2007 y el diario limeño La Primera me hizo una breve entrevista por motivo de liderar una exposición colectiva que se realizó en la galería del CEO de Arte y Folklore de Puno. En aquel momento, aproveche las vacaciones para retornar a Lima y tener contacto con artistas locales y por supuesto conocer la obra de los maestros del arte peruano, por entonces, mi cuñada dirigía un espacio cultural en un medio de la capital, recuerdo que antes de viajar, me dijo que era tiempo propicio para visitar Lima. Ella iba a entrevistar a Fernando de Szyszlo, Gerardo Chávez, Venancio Shinki, Alberto Quintanilla entre otros. De alguna manera, tenía la oportunidad de conocer más de cerca a los maestros.
En 2009 egresé de la ESFAP y de un instituto de Turismo, por motivos familiares tuve que instalarme en Lima y casualmente fui contratado por una institución privada y circunstancialmente recibí una invitación para formar parte de un libro de arte peruano, la publicación fue editada en 2009 y publicada en 2010 bajo el título de Nuevas visiones del dibujo. Muestra de dibujo contemporáneo por artistas peruanos. Posteriormente, seguí cursos de dibujo y grabado en el Museo de Arte de Lima, para continuar estudios de posgrado en la PUCP y la UARM.
Artistas que me inspiraron
Antes de instalarme definitivamente en Lima, era recurrente visitar Puno por diferentes motivos, podrían ser asuntos familiares o académicos, pero al cabo, siempre era constante estar entre Lima y Puno. El 2007 hice mi primera exposición en la galería del INC, en 2008 en la Casa del Corregidor y en 2009 en la galería de la Casa de la Cultura del municipio. En ese recorrido, Moshó, Christian Reynoso y Jospani (José Paniagua Nuñez) me hicieron el prólogo de presentación. Moción para que Reynoso me incluya en la ‘Generación del 2000’ de acuerdo a su libro El último Laykakota, donde realiza una especie de anotaciones para la historia de la plástica puneña.
De alguna manera, estas tres exposiciones marcaron mis intereses, allí transité por el paisaje figurativo y costumbrista, por la abstracción geométrica y el expresionismo. La mayoría de las pinturas fueron impulsadas por un anhelo de reconstruir el imaginario del altiplano. Mis paisajes retomaban los ideales de la pintura de los Laickaccota, insinuaban la composición de Enrique Masías, de Vinatea Reynoso y también de Sabogal. Exploré los colores de Pantigoso y descubrí una nueva forma de ver el lago, admiré la obra de Anarco Valencia, quizá uno de los pintores puneños con una producción interesante, de colores cálidos y composiciones honestas. También aprendí observando y analizando la obra de Shinki, Eielson, Herskovitz, Humareda y Sérvulo Gutiérrez. Es posible que ese aprendizaje y sobre todo el fructífero trajín hizo que me invitaran a exhibir en Miami y Berlín, punto neurálgico para que mi obra emerja y se consolide de a pocos en las nuevas generaciones del arte peruano. En 2011 realicé mi cuarta individual en Puno, a invitación del Instituto Americano de Arte, la titulé Saqisqa y de alguna manera fue un homenaje a la soledad y los artistas que marcaron mi sendero.
Altiplania fragmentada
Es mi quinta exposición individual, fue un proyecto que se realizó en la galería 111 de Monumental Callao. Las obras indudablemente aluden al paisaje lacustre, al movimiento constante del agua y su demarcación geográfica, donde un fragmento de lago se une linealmente al territorio agreste del altiplano. Por lo general, todas las obras tienen como punto de partida el horizonte y un ángulo de vista aéreo, como si se tratará de un mapa topográfico donde las curvas de nivel cobran protagonismo. Estos fragmentos de paisaje altiplánico revelan también la idea de lo infinito. Allí donde el lago se une al firmamento y se generan nuevas dimensiones. Si bien es cierto, Jorge Eduardo Eielson planteó esta mirada a través de El paisaje infinito de la costa de Perú; yo, por mi parte, quise desplazar la costa y ubicar mi terruño como protagonista y así navegar en las inmensas aguas del Titicaca. Además, esta serie es una forma de retrospectiva personal y revela episodios de mi infancia frente al paisaje puneño que, por cierto, crecí mirando el lago.
En el proceso de investigación hurgue archivos y documentos que hablaran del altiplano y en especial del lago, fue así que me tope con Altiplania, lo encontré gracias a un anticuario. Este poemario fue editado por el Instituto Puneño de Cultura en 1966. Impreso en Lima e ilustrado por Domingo Pantigoso, Cota Carvallo, Francisco Espinoza Dueñas, Víctor Escalante y Honorio Vásquez Mestas, tan solo ver esas ilustraciones quedé extasiado. Ni que decir, del revelador prólogo de Gamaliel Churata, sentí la fuerza e identidad de la época. Al leer el poemario, caí en una felicidad a borbotones, fue todo un éxtasis. En ese preciso momento, supe que los poemas de Vásquez encajaban perfectamente con lo que mi proyecto buscaba. Para concluir el diálogo pedí que el curador e historiador de arte Carlos Castro Sajami enrumbe el tenor de la muestra y vinculé textualmente la obra plástica con la literaria, para que la narrativa de la exhibición guíe al espectador.
Para esta serie fue importante tener al agua como vehículo, no solo como referencia teórica sino más bien como elemento para crear las obras, fue así que decidí utilizar acrílicos y gouaches, pigmentos que se disuelven fácilmente con el agua; de alguna forma, fui como Kon, decidí el rumbo y movimiento de las olas a través del pincel. Finalmente, creo que Altiplania fragmenta no hubiera sido posible si no contaba con el apoyo incondicional de mi familia y de las amistades que me rodean.
Huacos modernos
Son esculturas que abordan dos acciones fundamentales, la memoria del pasado y la conciencia ambiental. El primero actúa en buena parte, como símil de los ceramios o huacos de la época de la civilización inca y preinca; el segundo propone concientizar a la sociedad a través de la reutilización de los residuos sólidos aprovechables, donde propongo una nueva reinterpretación de los seres vivos que habitan en la naturaleza y cómo estos se relacionan con el ser humano.
En 2012 exploré tierras de colores y soportes alternativos, trabajé con latas de aluminio y fue ahí donde germinó la serie de esculturas Uku Pacha; en 2013 la presente en el Segundo Salón de Arte puneño contemporáneo, ciudad del lago. En 2015, fui residente del Laboratorio Internacional de Arte Contemporáneo en Oruro, Bolivia. Allí participé con mi serie de esculturas y como resultado de la residencia se publicó un simpático y atractivo libro. Durante el aislamiento social, reformule el sentido estético de las esculturas, muchas empezaron a tener un volumen distinto, algunas piezas tenían asa estribo o asa puente, en otras emergieron retratos. En 2021 fui acreedor de la residencia para artistas en La Fabrique de la Alianza Francesa de Lima, con el proyecto «Uku Pacha: Territorio, ambiente y memoria». Allí exploré más posibilidades, surgieron nuevas ideas y también nuevos retos. Retome la serie de cactáceas y crustáceos que tenía suspendida al aire, de ese proceso salió Spondylus princeps 2099, obra que fue galardonada como mención honrosa en el “XXII Concurso anual de escultura, Premio IPAE a la Empresa” de la Asociación Cultural Británica. Actualmente sigo trabajando en la serie de cactáceas y crustáceos.
Proyectos
Para este año 2022, aún no tengo una agenda segura, inicié el año con un par de exposiciones colectivas, espero cerrar algunas conversaciones pendientes con un par de galerías; por lo pronto, tengo un par de proyectos en camino. Uno gira en torno a la tierra y la cosecha del agua, el otro explora las nociones del litoral peruano. Por otra parte, sigo indagando sobre la literatura de los Orkopata y espero ser acreedor de una beca artística de un espacio cultural de EE.UU. ya pasé la primera etapa, estoy a la espera los resultados. Se publicarán en abril.
Por último, quiero agradecerles por la amena plática, espero cumplir con sus expectativas y para cerrar esta conversación, responderé su interrogante. Mi obra en dos palabras: sinceridad y trabajo. Ser sinceros con la obra que uno produce y arduo trabajo para conseguir lo que uno anhela. ¡Gracias!