Escribe BRUNO MEDINA ENRÍQUEZ
Desde tiempos inmemoriales y en la actualidad el lago Titicaca ha sido un lugar sagrado y de inspiración, cumpliendo un importante papel en la vida espiritual del hombre puneño. El Lago Titicaca ha sido considerado por siempre como una “Pacarina”, es decir, el lugar donde se originó nuestra cultura y a donde pedimos se echen nuestras cenizas después de llegada la muerte.
Este simbolismo ancestral de los pobladores en torno al lago es el motivo principal para considerarlo como un elemento sagrado, por lo tanto, al que es posible ofrecerle nuestra devoción y rogar por su conservación y cuidado. Con lo que también se convierte en fuente de inspiración para las diferentes manifestaciones del arte en afán de valorarlo.
El lago Titicaca ha sido musa de cantores, pintores, poetas y escritores, que le han brindado sus versos y creaciones. Así tenemos una antigua obra, el libro “Balseros del Titicaca” de Emilio Romero publicado en 1934, con cuentos y leyendas del Qollao muy sugestivas y sublimes; la famosa obra pictórica “Tempestad en el Lago”, de Carlos Rubina Burgos; la obra musical “Balseros del Titicaca” de Rosendo Huirse, “una de las más populares en el tiempo,” que ha sido y es interpretada por diferentes artistas y orquestas que lo han convertido en uno de los más reconocidos símbolos musicales de Puno y del Perú; a la altura de “El Condor Pasa” grabado por el afamado artista internacional Paul Simon, tema del que pretendió atribuirse como su autor.
Desde siempre el lago Titicaca ha sido sublimado mediante leyendas eternas en devoción y respeto por su contribución a la vida cotidiana del poblador, y de ellas la más mítica y valedera por supuesto es la que cuenta que es el origen del Tawantinsuyo. A las aguas del Titicaca se atribuye la salida de los fundadores del Imperio Incaico, Manco Capac y Mama Occllo. Por eso, el lago es tenido como “Pacarina” u origen de la cultura andina.
Por ese sentimiento que perdura por siglos y por el valor que representa en el diario vivir de los pobladores que lo circundan, el poblador común también ha creado danzas en su honor en afán de brindarle devoción y homenaje a la deificada «Mama Qocha» para los quechuas y “Mama Q´ota” para los aymaras. Aquí acompañamos la descripción de una danza dedicada a ella y ejecutada por los hijos del “lago sagrado de los incas”.
LOS BALSEROS
En esa tradición dancística del poblador puneño -dado a cultivar sus costumbres mediante las danzas- esta vez nos referimos a una que cultivan las poblaciones que rodean al lago, del cual reciben múltiples beneficios como son los alimentos de la rica fauna avícola e ictiológica, así como la flora de la totora que conserva el lago Titicaca, sin descuidar el clima benigno que brinda por la acción termo reguladora de sus aguas: La fauna ictiológica y avícola, sirve como alimento cotidiano lleno de calorías y de su flora, en especial la totora, objeto de múltiples usos, no solo como alimento humano (chullu y Saq’a) sino también como forraje para el ganado ovino y vacuno. Además, la totora sirve para la fabricación de colchones, graneros y esteras (las q’esanas); utilizada en las paredes y techos de las chozas, en las orillas y en las islas flotantes de los Uros. Pero el uso que destaca es la construcción de su principal medio de transporte acuático: las embarcaciones llamadas balsas que surcan el lago. Los hombres y mujeres que conducen estas balsas se denominan balseros.
Precisamente, estos personajes han creado en el tiempo la danza llamada BALSEROS, para simbolizar una demostración de su culto a la Mama Qocha, en homenaje a su bondad y a las preseas y virtudes que nos provee.
Vestimenta
Para ejecutar la danza, los danzarines se visten con atuendos muy singulares y creativamente confeccionados con elementos que provienen del mismo lago Titicaca, como es la totora, con la que confeccionan una especie de pollera o manta que cubren el cuerpo del danzante, según sea varón o mujer, a los que se adornan con complementos que pueden ser aves o peces disecados.
Coreografia
Se considera que es una danza de origen ancestral y precolombino, porque la Mama Q´ota siempre ha estado allí. La interpretan en grupo, hombres y mujeres. La coreografía es bastante simple, consiste en desplazamientos realizados en filas, columnas o en forma de circunferencias, con movimientos que se entrecruzan entre danzantes de ambos sexos. Básicamente el movimiento corporal imita el balanceo o movimiento de las balsas cuando estas se desplazan de modo ondulante en el agua o según como se mueven las balsas sobre las olas del agua en el lago. El número de danzarines es indeterminado, pero pueden ser de 10 a 20 o más parejas, representando en alguna forma el número de miembros de la comunidad a la que pertenecen.
Música
El ritmo y melodía musical que acompañan a la danza está a cargo de un grupo de músicos que ejecutan pinquillos acompañados de bombo y tambor, interpretando sones muy cadenciosos al ritmo que busca imitar el vaivén de las balsas que surcan la superficie del lago por entre sus olas.
Muy a pesar de que es considerada como una danza en extinción dentro del gran espectro de danzas que se practican en Puno, consideramos que se seguirá manteniendo, por la misma idiosincrasia del poblador circunlacustre y la pervivencia de su cosmovisión en su entorno vivencial.
Debemos aclarar que esta descripción que hemos hecho es de modo general y más común u original, sin embargo, hay comunidades o distritos circunlacustres ubicados en torno al lago que interpretan esta danza de diverso modo y con distinto vestuario y coreografías. Según el lugar de su asentamiento, algunos se adornan con balsas reales, o usan el vestuario común o cotidiano de su propia comunidad, pero siempre con algún aditamento que haga referencia al lago, muchas veces sugerente gracias a la amplia creatividad del poblador puneño, según la comunidad de donde provenga. Esta danza es ejecutada en las comunidades ribereñas de Zepita.
DANZA DEL URUY URU.
José Portugal Catacora considera a esta danza como una de las más primitivas del Altiplano por su origen y el culto que siempre sus gentes antiquísimas han rendido al conocido como “Lago Sagrado de los Incas”. Portugal atribuye ese origen a los hijos de Huiracocha y Cullaca, que serían los aborígenes de la etnia Uro, grupo étnico circunlacustre que sobrevivió hasta hacia la mitad de siglo pasado, como comunidad e idioma que a decir del autor “viven entre totorales, semidesnudos por lo que constituyen la atracción de turistas”, seguramente refiriéndose a sus herederos que hasta el día de hoy perviven en las conocidas islas flotantes.
Sin hacer distinciones, si los Lupacas o quechuas son o serían los actuales descendientes continuadores de los uros, Portugal otorga mayor importancia a las tradiciones y valores de la cultura altiplánica, en este caso del Qollao, especialmente a la consideración del Lago como su “pacarina” o lago sagrado de los incas. Y como han convivido con él y en él durante siglos, sin desarraigarse de sus tradiciones, atribuye a ellas la recreación de su culto por medio de la danza Uruy Uru, como “la reminiscencia del primer hijo de Huiracocha y Cullahua”.
Ese culto al lago Titicaca (conocido por primera vez por los españoles como “Puquina Qhocha”, o lago de los puquinas), los ancestrales sobrevivientes circunlacustres lo expresaban mediante la danza, que es una forma muy común y popular y hasta imprescindible de expresar su devoción a la naturaleza o al mantenimiento de sus tradiciones por parte del poblador del Altiplano.
Así, la danza se convierte en la recreación de su devoción hacia el lago. Aunque esta danza con ese nombre ya no es practicada en la actualidad, existen modalidades que han derivado en llamarse Danza de Balseros, recreadas hoy en diversas comunidades o grupos humanos que perviven en torno al lago Titicaca, a quien deben todas sus bondades y beneficios, tal es el caso de la que describimos líneas arriba
El caso de la danza que nos ocupa, URUY URU, practicada de modo colectivo se organiza cada año a cargo de quien recibe la designación religiosa. Ya dentro del concepto del sincretismo, son organizadas para la fiesta patronal que se celebre en la comunidad, en la que se practica la apjata y jalcata, o el ayni, como modos de colaboración mutua entre los miembros de la comunidad.
Al describir la dinámica de esta danza, Portugal no dice que la danza de los Uruy Uru, se presenta en cuadriláteros que se levanta delante de las capitales de las comunidades, con hombres disfrazados de balsas, que con la presencia de las mujeres dentro de la coreografía ofrecen un espectáculo ordenado, lo que indica que no es una danza que se practique en el campo, como sucede con la mayoría de las danzas puneñas de origen campesino, como son los phujllay o anatas de carnaval.
La ejecución de la danza se realiza corriendo y saltando con pisadas suaves y rítmicas, que recrean la acción de mover los brazos por parte de los danzarines, quienes hacen como si estuvieran remando, o recreando el deslizamiento sobre las olas al ritmo de los remos. Sus desplazamientos son en permanente acción, el movimiento de los brazos como remos se ejecutan al ritmo de la melodía que acompaña a la danza. Cada danzante porta una “ñoqueña” o remo que le permite agitar las manos al ritmo de la melodía, cada uno de modo independiente lo que permite a cada danzarín su propia creación en la acción de remar, sea en aguas con alma o aguas agitadas o tempestuosas.
Respecto al fondo musical que acompaña a la danza, se le atribuye ser una melodía muy primitiva, en razón a que es ejecutada por un grupo musical con pinquillos, acompañados por pequeños bombos que marcan el ritmo. Un ritmo simple y monótono que se repite con frecuencia durante toda su interpretación, como una melodía más bien de modo ritual, donde las mujeres entonan versos también simples repetidos a modo de estribillos referidos a los uros, al agua, a las bondades que brinda para la subsistencia.
El origen y recreación de esta danza ya se ha perdido en el tiempo, hoy se practica con diversas coreografías y nuevas recreaciones y nombres, como la actual llamada “Balseritos de Wiñaymarca” de Yunguyo, que evidentemente es heredera de Uruy Uru, recreada por la gran capacidad creadora del poblador Altiplánico cuando se trata de crear o recrear danzas. Cuya descripción en diversos medios, como en internet, es una repetición de lo contado inicialmente por José Patrón Manrique o José Portugal Catacora, sin hacer referencia a su autoría original.