Cada año que pasa las antiguas tradiciones navideñas van cambiando bajo el peso de los nuevos modos de vida que influyen en esta antigua tradición catolica. En las ciudades la navidad ha pasado a ser una fiesta de regalos para niños y adultos y en las zonas rurales las antiguas constumbres, mezcla de la liturgia catolica y la religiosidad andina, parecen debilitarse. Eso sí, en todos los casos se mantiene la navidad como expresión de unidad familiar y esta sigue siendo, junto con la semana santa y la fiesta de las cruces, la más importante celebración católica en los andes.
Que la forma de celebrar la navidad vaya cambiando no debe sorprender; si bien el nacimiento de Jesús se conmemoró desde los primeros años de la iglesia cristiana, no siempre fue propiamente una fiesta, ni se celebraba en diciembre. Hasta el siglo IV, el día señalado para la navidad era el 6 de enero y se trasladó al 25 de diciembre para hacerla coincidir con las fiestas celebradas por los romanos. La representación en el pesebre no formaba parte de las costumbres navideñas, sino hasta 1263 en que San Francisco de Asís la promovió.
DEL QHAPAQ INTI RAYMI A LA FIESTA RELIGIOSA COLONIAL
Sin duda para los pueblos americanos la llegada del solsticio de verano el 21 de diciembre (el día más largo del año en el hemisferio sur) tuvo desde tiempos ancestrales gran importancia pues marcaba el incio de la temporada de lluvias y de mayor tiempo de luz diaria que favorecían la fructificación de los los cultivos. Desde tiempos preincaicos se celebró el solsticio de verano, festividad que bajo el dominio incaico adquirió connotaciones especiales con el Capac Ynti Raymi, “la gran fiesta y pascua solemne del sol…capac quiere decir rey, ynti, sol, raymi, gran pascua, más que Ynti Raymi” (Guaman Poma, 1615: 259).
El Capac Ynti Raymi comprendía elprimer mes del calendario inca de doce meses y durante esta festividad se realizaban grandes sacrificios al sol, con oro, plata y bajillas, y también con el sacrificio de infantes. Una gran fiesta se realizaba en la plaza del Cusco y en todo el reino, y era ocasión para realizar el Warachikuy, la fiesta de iniciación de los jovenes como hombres, con la cual se reafirmaba la continuidad de los incas.
Luego que Tupac inca Yupanqui conquistó el Collao, hacia 1450, los incas realizaban durante el Capac Ynti Raymi una solemne pregrinacion desde el Cusco hasta la isla del sol y la luna en el Titicaca, para ratificar su condición de descendientes del sol y legitimar su derecho a gobernar los pueblos que conquistaban.
Con la invasión hispana en el siglo XVI y la introducción de la religión catolica, las festividades del Qhapaq Inti Raymi (como se escribe en la actualidad) fueroncambiadas por la fiesta de la navidad. Las celebraciones de la llegada de un nuevo ciclo solar y del nacimiento de Jesús se mezclaron – o quizás sólo se acompañaron- como parte de la imposición de la religión catolica. Miles de “curas doctrineros” llegaron a los pueblos para realizar actividades liturgicas y enseñar la doctrina, pero también para controlar y castigar las costumbres sociales consideradas opuestas a las creencias católicas, santificando a la vez las la mita y el tributo.
Así, la evangelización fue parte de la desestrucuración demográfica, económica, social y cultural del Tahuantinsuyo (Wachtel, 1976). Parte de ello fueron las campañas de extirpación de las idolatrías realizadas en el siglo XVII, con la feroz destrucción material y cultural de las huacas y la persecución de los sacerdotes andinos.
Guaman Poma de Ayala señala en su crónica que el nacimiento de Jesucristo ocurrió en tiempos del reynado de Cinche Roca Inga, sucesor de Inga Mango Capac (1615: 91) uniendo así, aunque de manera forzada, la historia del Tawantinsuyo con la historia universal. En ese sentido la pintura religiosa, empleada como medio de adoctrinamiento, en algunos casos incorporó a personajes andinos como puede verse en dos pinturas de la Epifania (adoración de los reyes magos) en las cuales Gaspar es remplazado por un inca.
Estas pinturas son la firmada por Diego de la Puente y la de un pintor anónimo, ubicadas respectivamente en la Iglesia de Juli y la Iglesia Santa Barbara de Ilave. “Es intencional que el Rey Mago Inca lleva incienso, que es el símbolo de la adoración a Cristo como a Dios; es una llamada a los indígenas para que abandonen la idolatría, adorando al solo Dios único y verdadero” (Gisbert, 1978:43).
Fue tambien recurrente la imposición de construcciones y símbolos catolicos sobre las huacas, como es el caso de los templos y las cruces. Un caso especial es el de la Vírgen de Copacabana que reemplazó a los ídolos de los Yunguyo (Ramos Gavilán, 1988:191), el primero una piedra azul en forma de rostro humano y cuerpo de pez, considerado criador de los peces, y el segundo Copacati descubierto en el cerro del mismo nombre y al cual imploraban para obtener las lluvias. Pero, la Virgen de Copacabana fue recuperada por el imaginario andino, no sólo en el nombre, sino tambien en su significado en el marco de las creencias en la pachamama.
Como señala el sacerdote jesuita Manuel Marzal si bien el culto oficial de los incas, del que formaba parte el Qhapaq Inti Raymi como festividad del sol, desapareció pronto -aunque no del todo, como veremos más adelante-; no sucedió lo mismo con el culto popular del ciclo local. “Pero, al menos puede decirse que, poco a poco, fue desapareciendo el culto a las wakas locales (santuarios, ídolos, templos, tumbas, momias y lugares sagrados) y a los mallquis (momias o representaciones de los antepasados) y se conservó el de la pachamama (o madre total de vida dentro de la cual se relacionan todos los seres) y el de los cerros (apus, montañas y ancestros), por estar más vinculados a ritos agrarios y ganaderosque se realizan en el grupo familiar” (Marzal, 1988: 274). En esta cita, hemos añadido los significados incluidos entre parentesis.
Para la segunda mitad del siglo XVII la celebración de la navidad se encontraba ya bien difundida en el Virreynato del Perú como importante actividad festiva religiosa, en la que se combinaban las misas, villancicos, obras de teatro y dialogos en los templos, junto con los ritos prehispanicos, como los enfrentamientos simbólicos entre barrios y grupos, y las danzas y bailes prehispanicos y nuevos en agradecimiento a la pachamama.
Este proceso no se detuvo allí y nuevos cambios locales y regionales continuaron produciendose hasta llegar a la diversa y amplia forma en que se celebra la navidad hoy en día en los pueblos de los Andes. En la cual se combinan las practicas propias de los carnavales, con sus actividades colectivas, juegos, subversión del orden, intercambio de roles sociales y alto consumo de alcohol y alimentos (Pérez, 2010), con la celebración propiamente religiosa con la procesión y adoración del niño Jesús, la instalación de pesebres típicos, villancicos de base hispana o andina y la producción y uso de artesanías religiosas.
LA NAVIDAD ANDINA Y EN EL ALTIPLANO
Diversos estudios encuentran un fuerte vínculo entre las actuales fiestas andinas de la navidad con el Qhapaq Inti Raymi y con a las prácticas andinas del Tinku (reciprocidad y complementariedad), la dualidad andina (hanan-principio masculino, hurin-principio femenino) y el sincretismo (Ferrier, 2008:30-33). Esta última en referencia a la capacidad de los runas andinos para unir y armonizar su cultura y visiones del mundo, con otras; de modo que, a pesar de siglos de evangelización, continue hasta hoy el debate sobre hasta qué punto lo cristiano ha sustituido a lo autóctono, o si más bien la religión cristiana ha sido “autoctonizada”.
Por otro lado, la festividad andina de la navidad ha incorporado costumbres y bailes de pueblos y regiones vecinas, así como de la cultura afroperuana, como ocurre en las comunidades del valle del Mantaro, Huayllay (Pasco), Huayna (Ancash) y con el famoso baile de los Negritos de Huánuco (Negro, 2015: 1).
En el altiplano puneño la navidad es celebrada con importantes fiestas en las ciudades y pueblos, con notas distintivas en cada lugar, con diferente balance entre la sobriedad y el recogimiento y el espíritu festivo. En todos los casos la figura del Niño Jesús es central, recibiendo diferentes y típicas denominaciones en cada lugar.
Así, por ejemplo, en la ciudad de Juli, por ejemplo, se celebra al Niño de Huaylluni, cuya imagen es traída el 24 de diciembre, desde la iglesia de la comunidad del mismo nombre.
“Con el ritmo de la música navideña de las zampoñas, acompañada por los chulluchullus y pitos de los niños, entre oraciones, ruegos e imploraciones de la población, el Niño Jesús ha llegado e ingresado en la Catedral San Pedro…el pueblo espera con especial devoción la Misa de Gallo o Misa de Media Noche… en ese momento se está elevando hacia los cielos la Hostia, el cuerpo de Cristo, bajo las notas de las zampoñas y el acompañamiento de niños contritos, en medio del estruendo y retumbar de camaretas, cohetes y el tupido humo del incienso, anunciando la llegada de Cristo a este mundo” (Velazco, 2018:2). El 1 de enero, luego de la misa, el Niño retorna al lado de su madre en la iglesia de Huaylluni, mientras las pandillas de los alferados se concentran, al compás de grupos de zampoñas, en la plaza de armas.
Otro ejemplo de las celebraciones navideñas en el altiplano es la festividad del Niño Jesús en Pucará (Lampa, Puno) que se desenvuelve bajo el ritmo de las orquestas musicales durante 8 días. Se inicia el 23 de diciembre con la entrega por parte de los alferados de juguetes a los niños y donaciones a las comunidades lejanas; el 24 de diciembre se realiza en la plaza de armas una carrera de caballos, y el 25 la procesión del Niño Jesús, paseada por los conjuntos folclóricos, y un concurso de danzas en su honor. El 26 de diciembre los conjuntos folklóricos, en traje de luces y autóctonos, realizan la parada de veneración, luego de lo cual empiezan las corridas de toros que duran hasta el 03 de enero (RPP, 2011).
La navidad aymara
Un antiguo trabajo de Ochoa y Sayritupa señala que la navidad entre los aymaras de Puno es un acontecimiento observado en su cultura, pero que “en algunas partes no se festeja con mucha importancia y muy ceremoniosamente” (1975: 1). La fiesta gira en principalmente en función del pastoreo y de la ganadería. “En muchas partes, para la fiesta de navidad, la gente confecciona animalitos de diferente especie (…) Dicen que el niño bendice a todos los animales a través de las imágenes que han sido hechas para este fin; por eso manifiestan que hay que hacer siempre las imágenes de los animales a fin de tener ganados” (1975: 5).
Tambien señalan que se tiene la costumbre de colocar frutos del campo en el pesebre para que sean bendecidos por el niño Jesús y que en las danzas típicas en navidad los bailarines adornan sus ropas con panes, frutas y flores. “Dicen que todos estos bailes expresan la alegría y el agradecimiento por la bendición del niño, que recorre todos los lugares echando su bendición a los productos, animales y todo lo que él encuentra en su camino” (1975: 6).
Ochoa y Sayritupa señalan tambien que en Ichu (Chucuito, Puno) existe la costumbre de sacar la imagen del Niño a principios de diciembre, adornado con infinidad de vistosas flores y puesto en un pequeño receptáculo de madera en forma de iglesia, junto a papas, habas, oca y cebada, adornado de flores de la región, especialmente la qhantuta, y los nuevos frutos que ya estan madurando. El receptáculo es llevado a la carretera Puno-Chucuito, donde los pasantes adoran al niño y depositen un óbolo “pidiéndole ayuda en sus trabajos, que no tengan dificultades en el viaje, y que el niño les dé una bendición para sus chacras” (1975: 9).
De esa devoción tenemos una muestra en las canciones en aimara recogidas en el distrito de Conima (Moho, Puno) por Felipe Huayhua Pari, quien nos dice que el día 25 de diciembre bailan en pareja los niños pequeños “los pastorcitos, haciendo sonar cajas y sonajas al compás de canciones tocadas con pinkillu” llevando a la iglesia animalitos de piedra representando a sus animales para que sean bendecidos y protegidos (Huayhua, 2003:87).
Pastorcito
Awir awir
pasturis uwijaki chhaqayapxama
nayasa aksarusa uñtapxama.
Uka ukath
Jani uñtasaxa
khuri akajalt’aña
wist wist sasina.
katuqma uwijqalluru uñtata
may uru pay uru paachitarjama.
Niñu Manwilitu
Niñu Manwilitu
janiwa jachantati
chuwiwa churamama
anatañatak i.
Mariya kawkinki
quta k’uchunkaski
kuna lurasiski
punchu sayusiski.
Coro (en honor al Niño Jesús)
Por otro lado, diversos autores refiriendose especialmente a los aymaras en Bolivia, consideran que para éstos la navidad no es especialmente importante. De acuerdo al sacerdote agustino Hans van den Berg, existe así la idea generalizada que la fiesta de navidad nunca ha llegado a tener gran importancia entre los aymaras (2008:209). La navidad se limitaría para ellos “a la imagen del niño Jesús como semilla fecunda, donador de productos y ganados apropiada para plasmar la situación de incertidumbre en que se encuentran los cultivos” (Fernández, 2002: 60)
“Para ellos (los aymara) son mucho más importantes las fiestas de Carnaval (Anata), época de florecimiento de los campos de labor y por lo tanto momento oportuno para efectuar la ch’alla (agradecimiento a la Pachamama) para que las flores se conviertan en buenos frutos” (Pueblos originarios, sf).
Por otro lado, en consonancia con estas afirmaciones, en el altiplano, pero también en diversos lugares de nuestra América, es cada vez mayor y más visible la práctica el 21 de diciembre de cada año de ritos de agradecimiento a la Pachamama y celebración del inicio del ciclo solar, rescatando así la festividad del Qhapaq Inti Raymi, la gran fiesta del sol de los incas.
BIBLIOGRAFIA
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Wachtel , N. ( 1976). Los vencidos : los indios del Perú frente a la conquista española (1530-1570). Alianza Editorial. Madrid.
Páginas web:
Pueblos originarios. Religión aymara. https://pueblosoriginarios.com/sur/andina/aymara/religion.html
Radioprogramas del Perú RPP. Festividad del niño Jesús en Pucara. 2011. https://rpp.pe/peru/actualidad/puno-la-festividad-del-nino-jesus-en-pucara-noticia-430449