Ahora Leyendo
La culminación de la independencia Americana en el altiplano
Descargar revista actual

La culminación de la independencia Americana en el altiplano

Por: Carlos Portugal Mendoza

Cuando en agosto de 1825, Bolívar se aproximaba a la isla del sol navegando en el lago Titicaca fue acompañado por unos 1,400 aymaras y quechuas, quienes desde sus balsas entonaban canciones de victoria en honor del Libertador. Se trataba de una imagen imponente por la belleza de sus vestidos, su entusiasmo y el paisaje del lago. Así recordaba ese hecho Juan O’brien, ayudante de Bolívar, cuando en 1934 visitó por su cuenta nuevamente Copacabana. En esta ocasión, sin embargo, la gente no fue del todo amistosa, manifestando que Bolívar “no era un viracocha (caballero), ni su libertador” y reconociendo a San Martín como “verdadero viracocha” y mostrando su alegría cuando les dijo que éste podría visitarlos [1].

Esta anécdota, no necesariamente cierta del todo, ilustra por un lado la fabulosa recepción de los pueblos del altiplano del Perú y Bolivia a Bolívar, y por otro, la percepción los pueblos originarios sobre las consecuencias que tuvieron para ellos las acciones del Libertador y la independencia en general. Este artículo, se propone aportar más información sobre el paso del Libertador por el altiplano y explorar el sentido de los cambios que la independencia tuvo para sus mayorías.

PRIMERA PARTE: EL RECORRIDO DEL LIBERTADOR EN EL ALTIPLANO

DE LA CIUDAD DEL CUSCO A PUNO

El 10 de abril del 1825, Simón Bolívar y su Cuartel General partió de la ciudad de Lima rumbo a Potosí para, tras la batalla de Ayacucho, consolidar con su presencia la liberación de los departamentos del sur del Perú del dominio español, Arequipa, Cusco y Puno, y definir la situación del Alto Perú, llegando hasta Potosí donde las tropas del ejército libertador a cargo del Mariscal Sucre habían sentado plaza en febrero de 1825.

Así, tras recibir grandes homenajes y fiestas en su honor y visitar las impresionantes huellas del pasado incaico durante el mes en que permaneció en la ciudad del Cusco, el 26 de julio de 1825 Simón Bolívar se enrumbó hacia el alto Perú pasando por los pueblos situados en el antiguo camino construido por los incas. En ese viaje, cuenta Daniel Florencio O’Leary su primer edecán, “los habitantes, agolpados en masa a la vera del camino y en los pueblos principales, seguían expresando al Libertador su admiración y gratitud. Ninguno esos homenajes fueron tan impresionantes como la elocuente arenga que el 4 de agosto le dirigió en Pucará el notable jurisconsulto de abolengo incaico José Domingo Choquehuanca” [2].

Acompañaban a Bolívar desde Lima sus edecanes Daniel Florencio O’Leary, Juan Santana, Guillermo Fergusson, José Bolívar, José Mercedes Castañeda y algunos otros oficiales, así como su mayordomo José Palacios y otros ayudantes. También el secretario Felipe Santiago Estenos y el notable maestro Simón Rodríguez, nombrado “director e inspector de instrucción pública y beneficencia”, también el capellán Pedro Antonio Torres, el médico Carlos Moore y el cirujano Suasola [3]. Rodríguez fue su maestro y tutor en la escuela de Caracas y estuvo con él cuando a los 22 años juró en 1815, en el Monte Sacro de Roma, luchar por la emancipación de Venezuela del poder español. Asimismo, lo acompañaba en ese viaje como ayudante, Juan O’brien quien había sido edecán de San Martín.  

Este nutrido grupo constituía el llamado Cuartel General, resguardado por un piquete de 23 lanceros venezolanos comandados por el teniente Vargas y el alférez Paredes ([4]) No era necesaria mayor protección, pues ya el Mariscal Sucre, tras la victoria de Ayacucho y en ruta hacia el Alto Perú, había dispuesto fuerzas militares en todo el camino, en especial en Lampa, Puno y Desaguadero. Además, la resistencia española con tropas formales en el Alto Perú había culminado el 1 de abril con la derrota y muerte del General realista Pedro Antonio Olañeta en Tumusla (Provincia de Potosí, Bolivia).  

El recorrido exacto de Bolívar desde Cusco hasta La Paz ha sido hasta ahora una incógnita, misterio que se esclarece con el siguiente cuadro, que figura en las Memorias de O’Leary en una de las versiones más completas publicadas [5].  

Estado Mayor General Libertador: Itinerario general de la marcha de S.E. el Libertador Julio – Agosto 1825

 Fecha año 1825Del Cuzco á PunoLeguas
26 de julioSalió S.E. del Cuzco á Oropesa4
27 de julioDe Oropeza á Quiquijana8
28 de julio Quiquijana á Tinta8
29 de julioEn Tinta descansa 
30 de julioDe Tinta á Marangani7
31 de julioMaranganí á Santa Rosa6
1 de agostoSanta Rosa á Ayaviri8
2 de agostoAyaviri á Pucara6
3 de agostoPucará á Lampa3
4 de agostoLampa á Juliaca8
5 de agostoJuliaca á Puno8
 De Puno a La Paz 
9 de agostoDe Puno á Chucuito4
10 de agostoChucuito á Ilave8
11 de agostoIlave á Pomata9
12 de agostoPomata á Copacabana7
13 y 14 de agostoDescanso allí el 13 y 14 
15 de agostoCopacabana á Zepita7
16 de agostoZepita a Guaqui7
17 de agostoGuaqui á Laja11
18 de agosto Laja a la Paz6

Fuente: Memorias del General O´leary . Tomo XXIII, pp. 348.

Pasando La Raya, zona limítrofe entre Cusco y Puno y antigua frontera entre Incas y Qollas, el primer pueblo del departamento de Puno por el que pasó Bolívar es el de Santa Rosa, pueblo que apoyó en 1824 el escape de 200 patriotas que eran conducidos hacia la cárcel de la isla Esteves [6]. En 1826 el Libertador declararía a Santa Rosa distrito heroico junto Umachiri y Nuñoa por su tradición rebelde. En Ayaviri, se cuenta que Bolívar y su Estado Mayor visitaron el templo para orar a la Virgen de Altagracia.  

Bolivar en Pucara. Pintura de Francisco Gonzáles Gamarra

Bolívar estuvo en Pucara el 2 de agosto, llegando ese día una delegación de 30 a 40 vecinos notables de Azángaro para saludarlo, pues no pasó por esa villa. De acuerdo con Ramos Zambrano formaron parte de la delegación “el cura de Azángaro, Matías Alday, así como los vecinos principales Ramos Paredes, Rufino de Macedo, Joaquín Lira, Mariano Agustín del Carpio, Nicolas Pérez, Bernardo Escobar, José María Macedo, Francisco Lizares, Eusebio de Varuntia, Vicente Cárdenas y otros”, quienes llevaron centenares de reses, así como dinero y alhajas donadas por algunas señoras para entregárselas [7].

Pucara era entonces una villa donde “residía considerable población blanca, ilustrada y patriota” [8]. Participando en la recepción, entre otros vecinos, Manuel Víctor Zenón Ramos, Alejandro Bustinza, José Faustino Daza, Juan Chávez de Camacho, Agustín de Macedo, José Agustín Selorio, Francisco Gonzales, Hermenegildo Ruiz, Fermín Bobadilla, Narciso Zapata, Ambrosio Arapa, Ignacia Arístegui, Carmen Ruiz, Agustín Tapara, Petrona Ruiz, Isabel Garambel, Juana Castillo, Estefanía Aguirre y muchos otros [9].

La casa de la familia Frisancho ubicada en la plaza principal sirvió de alojamiento para El Libertador. En esa misma plaza -aunque también se afirma que fue en medio de un almuerzo- Domingo Choquehuanca realizó su célebre discurso a Bolívar, quien no respondió -quizás sorprendido- con otro discurso, alcanzando a decir que “pisaba tierras donde sus moradores eran bien ilustrados” y abrazar a Choquehuanca [10]. Muchos son los elogios que ha recibido la célebre arenga de Choquehuanca, que al momento de pronunciarse se refería a las tres repúblicas liberadas, y que luego tendría que incluir al propio Perú y Bolivia.

Pucara fue elevada a Villa el 3 de junio 1928 atendiendo al patriotismo y los servicios prestados a la causa de la independencia “cuando desde el año 1814 en que el Cusco dio el primer grito de su libertad, hasta la gloriosa victoria de Ayacucho, antes de cuyo venturoso acontecimiento sufrieron muchos de sus vecinos, por su adhesión al sistema liberal, terribles persecuciones del gobierno español” [11].

Bolívar llegó a Lampa el 3 de agosto de 1825, alojándose en una casa ubicada en la plaza principal de la villa, la misma que luego se llamó Plaza independencia [12]. También se cuenta que desde la “ciudad rosada” se envió a Pucara una comisión para atender al Libertador presidida por el alférez de caballería José Genaro Méndez y que se sacrificaron 2000 carneros y 33 vacunos; la tradición cuenta también que Bolívar regalo a la virgen inmaculada un medallón de plata [13].

En Lampa, lo esperaba el Prefecto de Puno Domingo Tristán y Moscoso, quien había sido militar e intendente realista de La Paz cuando fue sitiada entre 1811 y 1813 por las tropas patriotas. En 1821 se pasó al ejército de San Martín, quien lo ascendió a General de Brigada; siendo luego nombrado por Bolívar prefecto de Puno [14].

El Libertador pasó luego a Juliaca, pueblo pequeño por entonces, donde habría estado entre el 4 y 5 de agosto. Llegó así a Puno el 5 de agosto por la tarde o noche, conforme al itinerario y las cartas que remitió desde Puno el propio Bolívar el día 6 de agosto, en una de las cuales señaló “Ayer he llegado a la capital de este departamento de Puno camino al Alto Perú. La gratitud de estos pueblos es ilimitada y yo estoy muy agradecido” [15].

Puno, alrededor de 1870

EL RECIBIMIENTO EN PUNO Y LA SITUACIÓN DEL DEPARTAMENTO

Para la recepción de Bolívar en Puno el 5 de agosto se nombró una comisión encargada de su recepción y hospedaje integrada por Victoriano de la Riva, Pedro Velasco, Vicente Rodríguez, Manuel Ledesma, Manuel Caballero, Casimiro Bravo y Felipe Arce, quienes para cubrir los gastos pusieron una cuota de 100 pesos [16].

La tradicionalista Celia Varas de Cuentas, cuenta como habría sido la entrada de Bolívar a la ciudad del lago:

“Las calles adornadas con arcos de flores que exhibían preciosos adornos de plata y oro, rebosantes de gente de toda condición, daban un espectáculo grandioso a la ciudad del lago mientas las campanas de la (ahora) Catedral y San Juan lanzaban a los aires el sonido bronco y agudo de sus sones en frenesí incontenible. Los pocos balcones de las casas por donde debía transitar el Libertador y su comitiva habían adornado con hermosos mantones de Manila y desde allí damas del lugar arrojaban flores al paso de la comitiva” [17]

Ese día 6 de agosto celebraron “bajo el hospitalario techo del generoso (Domingo) Tristán, la aurora que dio luz al gran día de Ayacucho, que ha esparcido sus rayos sobre toda la América” [18]. Así, Bolívar habría estado alojado en la casa del Prefecto Tristán; sin embargo, el historiador bolivariano Luis Hernán Urviola señala versiones sobre su posible alojamiento y la realización de fiestas en las casas de las familias de Juan Emeterio Cuentas, Pedro Miguel Urbina y de los padres de Miguel San Román [19].

Luego de su paso por Puno, Domingo Tristán mantuvo contacto con Bolívar y sus edecanes, enviándole O’Leary un mapa del lago y la provincia, pellejos de alpaca y una descripción del departamento [20]. El irlandés acostumbraba a recopilar documentos y objetos del recorrido que realizaban.

Durante los 4 días de su permanencia en Puno, Bolívar posiblemente recorrió lugares cercanos y el propio lago. Puno por era por entonces una villa de unos 7,000 habitantes [21], muchas de sus casas eran casas de adobe de un solo piso, ubicándose muchos de los trabajadores indígenas en las colinas más altas de la villa [22]. Demoraría todavía unos 50 años antes de que ferrocarril y los buques a vapor incrementaran el comercio en el lago. De acuerdo con un Censo de 1827, en el departamento vivían unas 200,250 habitantes, 94.3% de los cuales eran “indios”,  siendo la principal contribución directa al fisco puneño, con el 96.7%, la contribución personal que éstos pagaban [23] mientras las “castas” (mestizos, españoles, criollos) sólo contribuían con 3.3%.

Las principales actividades del departamento eran la ganadería, la producción de cebada, papas y quinua, algunas manufacturas de tejido de lanas que se comercializaban en Lima y Arequipa. Existían además muchas minas de plata, la más destacada Laycacota o Salcedo [24], pero que por esos años estaban venidas a menos por la guerra y la falta de insumos.

Entonces los ingresos críticos para el presupuesto de Puno eran el tributo indígena y la actividad minera, esta última con problemas, agravados por la guerra de la independencia, en el suministro de azogue. Por otro la presencia de fuerzas patriotas en el departamento, como el Batallón Pichincha estacionado en Lampa que irrogaba mensualmente unos 9,550 pesos, de los cuales Puno aportaba 4,000 pesos mensuales y la diferencia el Cusco [25].

La intendencia de Puno. Fuente: Huanca-Arohuanca, J. & Contreras, N. P. (2021).

DE PUNO A DESAGUADERO

A su paso por el departamento de Puno, Simón Bolívar emitió 11 Decretos desde Ayaviri, Lampa, Pucara, Puno e Ilave. Entre los más importantes, sobre la reversión al Estado de las minas abandonadas; el reparto de tierras a los caciques y sus familiares; el establecimiento de cuatro hospitales en Puno, la formación del colegio de Colegio de Ciencias y Artes de Puno y la escuela de niñas a cargo del colegio; y la incorporación de las provincias de Huancané y Azángaro al obispado del Cusco y separadas de La Paz.

Un documento del Archivo Regional de Puno, estudiado por Chaiña (2018), nos da una idea de los preparativos para la recepción de El Libertador al sur de la ciudad de Puno, en el área Lupaqa. Se trata de la planificación de las alegorías, arcos triunfales y otros propuesto por Angelo Catacora y que presentó al “General en Jefe” (Guillermo Miller) del departamento el 26 de marzo de 1825 [26]. En el plan, que exceptuaba a Pomata por “desavenencias de los curas”, figuran en Chucuito un arco triunfal y dos toros de “buena presencia mansos y decentemente vestidos” cada uno pisando el “yugo opresor”, así como “al pie del dosel y en ambos extremos de una silla poltrona dos águilas o buitres (cóndores) con cintas de colores de Colombia y Perú”. En Acora, dos llamitas blancas con cintas; en Juli, dos venados con penachos enjoyados y sus escarapelas de Colombia; en Pomata dos llamitas blancas con cintas; en Zepita alpaquitas de igual color y tamaños. “Todos los animales ricamente vestidos” [27]

Si bien no se sabe si todo esto se efectuó, no cabe duda de que, este tipo de alegorías estuvo presente en las actividades de recepción de los pueblos. Si bien no se sabe si todo esto se efectuó, no cabe duda de que, este tipo de alegorías estuvo presente en las actividades de recepción de los pueblos. Entre los preparativos para la recepción del Libertador, el 6 de julio de 1825 se dio a conocer la relación de quienes lo hospedarían: en Santa Rosa, los curas de Ayapata, Phara y Quiaca; en Ayaviri, los curas de Coasa, Macusani y San Antón; en Pucará, los curas de Arapa, Caminaca, Taraco y Pusi; en Juliaca, el cura de Moho-Capachica; y en Puno, el primer día el cura de Asillo, el segundo día los curas de Puno y Chucuito, el tercer y cuarto día el vecindario de Puno y el quinto día nuevamente el de Capachica ([28]  ).

A continuación, presentamos un plan de viaje, probablemente elaborado en Puno, que muestra con mayor detalle el trayecto de Puno a La Paz:

“Estado mayor general libertador. Itinerario de la marcha que debe hacer su Excelencia el Libertador desde Puno hasta La Paz. El 9 del presente (agosto), después de almorzar sale a comer y dormir a Chucuito. El 10 almuerza S.E. en Acora (tres leguas), come y duerme en Ilave (5 leguas) total 8 leguas. El 11 almuerza en Juli (5 leguas) y come y duerme en Pomata (4 leguas): total, 9 leguas. El 12 almuerza en Yunguyo (5 leguas) y come y duerme en Copacabana (2 leguas), total: 7 . El 13 y 14 en Titicaca, y recorrer la laguna. El 15 almuerza en Copacabana. Come y duerme en Zepita: 7 leguas. El 16 almuerza en Desaguadero (2 leguas), come y duerme en Olicaqui (5 leguas): total 7. El 17 almuerza en Tiahuanaco (4 leguas) y va a comer y a dormir en Laja (7 leguas): 11 en total. Y el 18, después de almorzar S.E., come y duerme en La Paz: 6 leguas” [29].

De acuerdo con este itinerario, Simón Bolívar dejó el 9 de agosto la Villa de Puno, para entonces ya estaba informado de los resultados de la Asamblea Constituyente en Chuquisaca, convocada por Sucre. La asamblea, tras votar por la opción de que los departamentos del Alto Perú se erijan en un Estado soberano e independiente, había proclamado el 6 de octubre la creación de la República de Bolívar.  

El día 9 de agosto Bolívar, siguiendo el camino inca, estuvo en Chucuito, la antigua villa sede de una de las “cajas reales” o centros de tesorería del rey de España en el Perú. Hasta aquí lo acompañó el prefecto Domingo Tristán. El día 10 pasó por el pueblo de Acora, quizás aquí tuvo oportunidad de ver a Esteban Carbajal y los otros guerrilleros acoreños que sirvieron a Sucre cuando las tropas del realista Olañeta ingreso hacia la villa de Puno en enero de 1824, luego de que se juró en esta la independencia del Perú el 30 de diciembre [30].

El mismo 10 de agosto llega a Ilave, en donde la tradición oral señala que Bolívar habría participado en un baile campestre en Capalla [31]. El 11 está en Juli, la Pequeña Roma de América por sus hermosas iglesias y arcos, fue sede de la Misión de los Jesuitas y sede del Colegio Real para los hijos de los caciques. Ese mismo día llega a Pomata en donde se habría alojado en la casa de la familia Bermejo Quiroga en la plaza principal y visitó la iglesia Virgen del Rosario y Santiago Apóstol [32]. En Yunguyo está el 12 y ese mismo día llega a Copacabana, “el mirador de la piedra preciosa” en aymara, desde donde recorre el lago Titicaca y sus islas. 

Un texto de Diez de Medina cuenta lo siguiente:

“Copacabana, el famoso santuario, le hizo un magnífico recibimiento; pues su llegada coincidió, además, con las fiestas y la romería de la Virgen. ¡La muchedumbre autóctona lo rodeó en río de colores, mientras llenaba el ambiente los vítores!… Voces aymaras vigorosas y enérgicos, se mezclaban al armonioso y dulce cántico de los quechuas y a los coros —bronce y cristal del castellano” [33].

La visita a los templos y lugares sagrados de la isla del sol y de la luna, fue comentada por O´leary:

“Las ruinas de los monumentos que allí existen son inferiores en magnificencia a las que se encuentran alrededor del Cusco; bien que no menos interesantes las reflexiones morales a que naturalmente dan lugar… Bolívar, meditabundo, contemplaba con profunda conmoción, las ruinas que en el Perú había causado la avaricia. Desde Cajamarca, donde fue asesinado Atahualpa, hasta Titicaca, cuna de Manco Capac, padre de aquella raza singular de autócratas, hay pocos puntos donde no se ostenten los vestigios del poder de los incas al lado de la barbarie de los invasores españoles, que iban a apagar su sed de oro aun a los templos y a las tumbas” [34]

En la Isla del Sol, Juan O’Brien, ayudante de Bolívar que lo acompañó desde Lima, renunció a su carrera militar dejando allí su espada, medallas, charretera y otras insignias recibidas en sus 12 años de servicio a la independencia en Argentina, Chile y Perú [35]. El 15 de agosto Bolívar llega a Zepita donde permanece al día siguiente para encontrarse con Sucre, sobre lo cual no hay más información salvo la anécdota de que al desmontar Sucre para saludar al Libertador, se le cayó la espada, signo de mala suerte, que se agravó al día siguiente cuando la espada terminó por romperse [36].

DE DESAGUADERO A POTOSI

El 17 de agosto Bolívar cruzó el rio Desaguadero [37], transitando sobre el puente de balsas que tan trajinado estuvo durante las acciones de armas desde la rebelión de 1810. El Libertador había planificado que su ingreso al Alto Perú se produjera luego de que la Asamblea Constituyente hubiera aprobado su independencia. Pasó por Tiawanaco, cuyos restos habría visitado. La tradición oral cuenta que, para esta ocasión, Sucre dispuso que se levantará la puerta del sol, lo cual parece improbable, pues este resto arqueológico no parece haber estado derrumbado, aunque si resquebrajado por algún antiguo fenómeno telúrico.

Bolívar en La Paz

 El 18 de agosto de 1825, el Libertador hizo su ingreso a la ciudad de La Paz, que lo recibió con el mismo “entusiasmo y suntuosidad a la del Cuzco” [38]. Bolívar recibió un caballo de batalla ricamente enjaezado, las llaves de oro macizo de la ciudad y una corona cívica de oro con diamantes, la cual entregó a Sucre, el vencedor de Ayacucho. Permaneció en La Paz hasta el 20 de setiembre fecha en que partió hacia Potosí, llegando a Oruro el 24 de ese mes y finalmente a Potosi el 5 de octubre, donde fue recibido con grandes demostraciones júbilo por parte de la villa que había sido realista hasta el final. El general Miller héroe de Ayacucho era Prefecto de la Villa, nombrado por Sucre.

Desde varios kilómetros antes de llegar a Potosí, “arcos trunfales” fueron levantados para el paso de Bolívar, Sucre y su séquito. “Cada tercer o cuarto arco, estaba una partida de 40 indios vestidos muy ostentosamente, con penachos de plumas en la cabeza, que dirigidos por sus caiques ejecutan una especia de baylecillo al pasar el Libertador” [39]. Llevaban en el cuello satas de medallas de cobre y plata con el busto de Bolívar, acuñadas en su honor; mientras que los del ayuntamiento, a caballo, llevaban varas doradas. Al divisarse el Cerro de Potosí, tremolaron en su cúspide las “banderas del Perú, Buenos Ayres, Chile y de Colombia”, en medio del estruendo de camaretasos de cañon.

La Villa de Potosí tenía entonces entre 8 y 10 mil habitantes, mientras que el departamento todo alcanzaba a unos 300,000 habitantes. Según Miller hasta 40 mil personas estuvieron en la recepción, que se prolongó con fiestas, corridas de toros, misas y otras actividades durante las siete semanas que estuvo Bolívar en Potosi. Al subir el 26 de octubre Bolivar y Sucre a celebrar en la cumbre de la montaña de Potosi, dos tercios a caballo y el resto a pie, culminaba el largo trayecto que habían hecho desde Lima recorriendo casi 1,400 leguas a caballo; concluían tambien 15 años de lucha por la independencia de América. Pero desde luego ese triunfo, era innegablemente de los pueblos que lucharon por la independnecia en toda América, con cuotas de sacrificio y sueños cumplidos o frustrados desigualmente según la clase o el color de la piel de las personas. 

Itinerario que siguió el Libertador desde La Paz hasta Potosí

20 de setiembreSalió de la Paz. Llegó áCalamarca 12 leguas
21Ayo Ayo6 leguas
22Sicasica8 leguas
23Caracollo14 leguas
24Oruro8 leguas
28Sora sora6 leguas
29Popo6 leguas
30Urmire7 leguas
1 de octubreChallapata9 leguas
2Vilcapujjio9 leguas
3Lagunillas7 leguas
4Yocalla13 leguas
5Potosí9 leguas

Fuente: Memorias del General O´leary . Tomo XXIII, pp. 348

Bolívar y Sucre en la cima del Potosí. Pintura de Tito Salas.

SEGUNDA PARTE BOLIVAR Y LA INDEPENDENCIA, CONTINUIDADES, RECAMBIOS Y LOS QUECHUAS Y AYMARAS  

LA INDEPENDENCIA DEL ALTO PERU

A lo largo del viaje de Bolívar de Lima hacia el Alto Perú, se produjeron los hechos que conllevaron a la independencia de la “Republica de Bolívar”. La cuantiosa correspondencia entre ambos señala algunos de los hitos de ese proceso, que tiene su antecedente en cartas como la que le envió Sucre a Bolívar desde la Villa de Puno el 1 de febrero de 1825. En ella le dice que habiéndole dado libertad de iniciativa “Yo estoy, mientras reciba ordenes de V., por la tal Asamblea que resuelva lo que guste de esos pueblos; los pretendientes a las provincias que hagan diligencias para ganar las votaciones”. Ese mismo día le escribe a Tomas de Heres ministro de Guerra del Perú.

“Dentro de diez días el ejército estará al otro lado del Desaguadero. Yo voy a estar, pues, en el caso de organizar aquel país como libertado por los independientes, y dejar a los pueblos su soberanía para constituirse, mientras haya un arreglo definitivo entre los Congresos del Perú y del antiguo virreinato de Buenos Aires… del modo más breve y legal convocaré a una Asamblea para que delibere libremente sobre su suerte”.

En concordancia con esto, desde Puno, Sucre preparó el 2 de febrero el proyecto de convocatoria a la Asamblea, el mismo que modificado fue promulgado el 9 de febrero en La Paz con notorias modificaciones que acentúan el propósito de que la Asamblea pueda no sólo deliberar, sino también decidir por la independencia del Alto Perú con respecto no solo de España, sino también del Perú y las provincias de Rio de la Plata. En ese sentido la versión final del decreto debilita la condicionalidad de la aprobación de los Congresos de estos dos últimos países de tal independencia, que correspondería por la larga pertenencia del Alto Perú al Virreinato del Perú (De 1574 a 1776) y el hecho que hasta hace poco la audiencia de Charcas volvió al Virreinato del Perú en 1810 tras pertenecer al Virreinato de Rio de la Plata entre 1776 y ese año.  

Como señala Ramos (1967) es indudable la influencia en el mencionado cambio de Casimiro Olañeta, jurista de Chuquisaca, quien busco a Sucre en Acora el día 3 de febrero para traicionar a su primo Pedro Antonio Olañeta, realista cuyas tropas resistían todavía en el Alto Perú y que incluso habían atacado la villa de Puno el 17 de enero de 1825, proporcionándole información para la derrota de éste y sugiriéndole un gobierno autónomo para el Alto Perú [40].

Sin embargo, es la fuerza de los hechos que imponía apelar a la expresión más fidedigna de la voluntad de los pueblos. Para febrero de 1825 en que se convoca la Asamblea del Alto Perú, todavía constituía una amenaza las fuerza realista Pedro Antonio Olañeta, quien recién sería derrotado en abril de ese año en la batalla de Tumusla. Por lo cual una convocatoria condicionada a la voluntad de los parlamentos de Perú y Rio de la Plata, podía ser utilizada por P.A. Olañeta para fortalecer una posición de autonomía frente a Perú y Rio de la Plata [41].

Asimismo, para 1825 existía en el Alto Perú una fuerte vocación por la autonomía por parte de las elites criollas y en parte por la población originarias, tras un largo proceso de la lucha que se remonta a 1809 y que no ceso. El cansancio por los costos sociales y económicos de la presencia de los ejércitos realistas, argentinos y colombo-peruanos alimentaron en la población la aspiración por un gobierno propio. Entre 1809 se produjo la revolución de Chuquisaca de 1809, a la que siguieron en 1810 los levantamientos de Cochabamba, Oruro y Potosí y en 1812 el de Santa Cruz; así como las 4 incursiones independentistas del Ejército Auxiliar argentino. En 1814, una rebelión propiamente indígena desprendida de la que encabezó en el Perú Pumacahua y los hermanos Angulo cercó La Paz; a la par que se formaron en el corazón de Charcas hasta 6 “republiquetas” y grupos guerrillas, que actuaban con autonomía en zonas casi liberadas, en especial en el caso de la republiqueta de Ayopaya [42]

El 3 de agosto de 1825, a su paso por Lampa, Simón Bolívar le escribe a Sucre sobre la instalación de la Asamblea del Alto Perú el 19 de julio y las noticias sobre nombrarlo primer gobernante del nuevo Estado.

 “Al nacer esos dignos ciudadanos a la vida política, mi corazón palpita de gozo; porque veo que, en un solo día, el mundo liberal se ha aumentado con un millón de hombres… V. E., a nombre de la asamblea, me honra extraordinariamente suponiéndome capaz de dar protección a todo un pueblo y de servirle de guía en su nueva carrera. La bondad de esa asamblea me humilla, no encontrando en mi esa potencia que requiere la salud de una sociedad naciente; más, cualesquiera que sean mis facultades y talentos, me emplearé todo entero en servicio del Alto Perú; porque no puedo burlar la confianza de un pueblo generoso que me cree digno de ella. El Alto Perú debe contar con mi espada y con mi corazón : no tengo más que ofrecer” [43].

Medalla de Potosi de Simón Bolivar, 1825

El 6 de agosto tras haber culminado en julio sus sesiones, la Asamblea aprobó el Acta de la Independencia de las Provincias del Alto Perú. La Asamblea en votación del 28 de julio tuvo los siguientes resultados: La anexión al Gobierno de Buenos Aires no obtuvo ningún voto, la de anexarse al Bajo Perú obtuvo 2 votos, y por la Independencia del Alto Perú 46 votos. Copia del acta se envió al gobierno del Perú y a los gobiernos existentes en las provincias de Rio de la Plata. Estas últimas ya desde su Congreso Constituyente de mayo de 1825 habían libertada a las provincias del Alto Perú para decidieran libremente su destino. El Perú lo haría el 18 de mayo de 1826 reconociendo el Consejo de Gobierno del Perú a Bolivia como Estado soberano e independiente.

Cabe señalar que el sistema de sufragio empleado siguió el modelo colonial, incluyendo requisitos de propiedad, ingresos y alfabetización. No sorprende así que, por ejemplo, la provincia de Santa Cruz fuera penalizada por su altísima tasa de analfabetismo y que contara con sólo dos diputados en la asamblea, y que treinta de los diputados eran graduados en la Universidad de Chuquisaca. Sólo dos diputados habían peleado de verdad en la guerra de independencia, de manera que la aristocracia criolla reemplazó a los españoles en la jerarquía social de caballeros-cholos- indios [44].

El mismo día 6 de agosto de 1825, desde la villa de Puno y con noticias algo atrasadas, Bolívar le comunica al General Francisco de Paula Santander, vicepresidente de Colombia:

“La asamblea de las provincias del Alto Perú se ha reunido, pero no han deliberado nada, porque le faltaban aún algunos diputados de los departamentos. El general Sucre me escribe que están resueltos a hacerse independientes de Buenos Aires, que su república la llamarán boliviana y que me pedirán una constitución. El presidente del congreso me ha escrito diciéndome poco más o menos[45]

Ya en La Paz, Bolívar le escribe el 19 de agosto de 1825 al mismo Paula Santander:

“Ayer he llegado a esta patriótica ciudad y he sido recibido, como era natural, con mil demostraciones de bondades y de agradecimientos. El orador de la fiesta de estos días me ha querido hacer monarca, con no poca sagacidad y genio. En fin, esto está en grande. Hoy he recibido un acta de la asamblea del Alto Perú, que se declara independiente y toma el nombre de Bolívar y la capital Sucre , y 1.000.000 de pesos de recompensa al ejército , después de mil otras cosas honoríficas a nosotros” [46].

Además de todo esto se confirió a Simón Bolívar el poder supremo ejecutivo de la República, por el tiempo que resida entre los límites de ella. El Libertador estuvo en “Bolivar” (nombre que derivo luego en Bolivia) desde el 18 de agosto al 31 de diciembre de 1825, escasos 4 meses y 13 días, luego de lo cual partió hacia Colombia tras encargar a Sucre el gobierno y la aprobación de la Constitución Bolivariana elaborada por él mismo. Aprobada esta Constitución en noviembre de 1826, su artículo sobre el “gobierno vitalicio” de Bolívar, así como el elevado número de autoridades foráneas y el costo económico de la presencia de las fuerzas colombianas, terminaron por desprestigiar a Bolívar y Sucre, teniendo este que renunciar al cargo de Presidente en ejercicio y dejar Bolivia en 1828 tras un intento de asesinato en el que estuvo involucrado su amigo Casimiro Olañeta.     

CONTINUIDADES POLITICAS Y RECAMBIOS ECONÓMICOS

Uno de los aspectos que podemos notar en la descripción del recorrido de Bolívar en el altiplano, es la conversión de realistas en autoridades republicanas como fue el caso de Domingo Tristán y Moscoso. Conversión que se dio en muchos casos, dado una idea del sentido de la transferencia del poder en la independencia, con casos como los de José de la Mar, Agustín Gamarra, oficiales realistas hasta 1821 y que figuran entre los primeros presidentes del país. Gamarra, al igual que Santa Cruz, quien llegó a ser fue presidente de Bolivia, participó en la represión de la rebelión de los hermanos Angulo y Pumacahua y de las guerrillas originarias del alto Perú en Larecaja.

Este tipo de casos fue también el de Pedro Miguel Urbina y de, nada menos, Tadeo Garate, quienes fueron nombrados por el General Alvarado intendentes (prefectos) temporales republicanos [47]. Pedro Miguel Urbina, subdelegado de Chucuito hasta antes de la independencia, fue nombrado por el General Alvarado intendente temporal de Puno según carta a Orbegoso del 28 de diciembre [48]. Por alguna razón desconocida Tadeo Garate, Intendente realista de Puno (1817-1824), también fue nombrado para ese cargo, quizás buscando reemplazar a Urbina, siendo propuesto por el mismo General Alvarado a Sucre quien lo aceptó según carta del 3 de enero de 1825 [49].

Fue, sin embargo, Urbina quien ha pasado a la historia como primer prefecto, a pesar de haber sido hombre de confianza de Tadeo Gárate, quien fue severo perseguidor de los patriotas de la rebelión de Pumacahua y de los independentistas de 1821-1824 [50]. La inestabilidad política inicial llevó a una sucesión de nombramientos de los prefectos. Pedro Miguel Urbina lo fue del 27 de diciembre del 1824 al 7 de febrero de 1825; Guillermo Miller, del 16 de febrero al 30 de marzo de 1825; Juan Francisco Reyes del 30 de marzo a Julio de 1825; Domingo Tristán de fines de julio al 21 de octubre de 1825 y Manuel de Aparicio de octubre de 1825 a Julio de 1826 [51].

Volviendo a Domingo Tristán y Moscoso, éste fue nombrado Prefecto de Puno por Simón Bolívar el 20 de enero de 1825, sin embargo, llegó a Puno a fines de julio de 1825, permaneciendo hasta el 21 de octubre de ese año, pasando a desempeñarse como Prefecto de Huánuco. Salió bien librado del juicio de residencia que se le abrió al término de su corto paso de prefecto en Puno, pues todos los testigos, convenientemente, hablaron muy bien de su desempeño y su fidelidad “a los ideales del nuevo régimen”. Entre los testigos estuvieron el alcalde de Puno José Morel, Pedro Miguel de Urbina de Chucuito, quien mantuvo el cargo que tenía en el perdió virreinal, y otros funcionarios de la prefectura y la municipalidad.

Los testigos destacaron convenidamente el buen comportamiento de Tristán con los indígenas, a quienes “aconsejaba cobrar el doble por sus servicios” y les hablaba, en la puerta de la iglesia matriz, de “la libertad, ciudadanía y nobleza con fervor”. “Los sentaba a su lado y les hablaba de ser libres y dignos”. Tanto así, que algunos testigos decían que todo esto “había sido contrario al público y a ellos mismos (los indígenas)” pues ya no querían trabajar porque se sentían libres [52].Contrasta esto con el severo Teniente Coronel Domingo Tristán, que junto con su primo J. M. Goyeneche, sometió el levantamiento de la Junta Tuitiva de La Paz de 1809, y persiguió hasta las yungas al padre José Antonio Medina, Gregorio García y José Castro ([53]), capturándolos y siendo muertos en La Paz los dos últimos, al igual que los mártires de la dicha rebelión encabezada por Pedro Murillo y Basilio Catacora.

Domingo Tristán, era hermano de Pio Tristán último Virrey del Perú tras la derrota de Ayacucho, primer alcalde republicano de Lima y Presidente del Sur del Perú en la época de la Confederación Peruano Bolivia de 1836 ([54]). Pertenecían a la aristocracia arequipeña y su familia, descendiente del corregidor de Larecaja, había hecho fortuna con la explotación de haciendas en Arequipa, teniendo hasta 1827 esclavos a su servicio [55].

Probablemente el ventajoso trato que recibieron de parte de Bolívar, tanto Pío, quien fue nombrado Prefecto de Arequipa, como Domingo quien fue Prefecto de Arequipa, Puno, Huánuco y Junín, haya tenido que ver con un hecho, poco explorado. Bolívar conocía de la familia Tristán desde su juventud, cuando en 1805 y 1806 tuvo contacto en España y en Francia con Mariano Tristán, general español hermano de Pio y Domingo, y su conviviente Anne Laisney.

Flora Tristán

Esta última fue su confidente, y ambos padres de Flora Tristán. En una última carta a Anne, Bolívar le dice: “Dígale a Mariano que yo le querré siempre, que haré el largo camino de Caracas al Perú, aun cuando no sea sino para dar noticias suyas a su familia; que yo abrazaré a su hermano don Pío con tanto afecto como pudiera hacerlo él mismo. Según todo lo que nos ha dicho, este don Pío debe ser un hombre muy amable” [56].

Los libertadores y el aprovechamiento de las minas

Un tema poco examinado es el del ingreso de quienes formaron parte de las fuerzas libertadoras en la explotación de las minas. Como parte de las medidas de búsqueda de recursos para atender las necesidades de los nuevos gobiernos que se instalaron con la independencia en Perú y Bolivia, se dispuso la venta de las minas que no eran explotadas.  Esto posibilitó el ingreso de nuevos propietarios vinculados a las autoridades independentistas.

Así, en el caso de Puno tenemos que se entregó las famosas minas de Layqaqota al General O’brien,  en base al decreto de Bolívar, del 2 de agosto de 1825, expedido desde Pucara, sobre la reversión de las minas abandonadas al Estado,  y el decreto del 7 de agosto de ese mismo año señalando que el producto de la venta de la mina de Salcedo se destinará al funcionamiento del Colegio de Ciencias y Artes de Puno.

En base a estas normas, en 1826 Bolívar entrego a O’brien una licencia por 25 años para reabrir la legendaria mina de Salcedo, a cambio de pagar 10,000 pesos en cuotas anuales de 500 pesos [57]. Para su explotación O’brien se asoció con John Begg, quien tenía diversas inversiones en Chile y el Perú; instalaron así en Salcedo un sistema de desagüe a vapor con un canal de 2 kilómetros, una corta línea férrea para llevar el mineral hasta la fundición y trajeron desde Europa el bergantín “Julia” para transportar suministros a través del lago. En Puno también incursionaron en la minería otros ingleses como Michael Crawley en Lampa.

En Potosí, en 1825, militares independentistas y realistas derrotados, se juntaron con agentes comerciales de Inglaterra y Buenos Aires, para proyectar la explotación de las minas del nuevo país, en medio de un desenfrenado interés. Durante la visita de Bolívar al legendario Cerro Rico, James Paroissien, un general y médico camarada de O’brien, fue nombrado comisionado en jefe de la Asociación de Mineros de Potosí, La Paz y el Perú. El propio Bolívar incentivo la venta de minas autorizando en noviembre de 1825 a Joaquín de Olmedo, el poeta que le dedico su “Canto a Bolívar”, para que a nombre del gobierno boliviano ofrezca en Inglaterra la venta de las minas de ese país [58].

LOS QUECHUAS Y AYMARAS: INDIOS, INDIGENAS, PERUANOS, CIUDADANOS

Como señala Favre, el tema indígena no ocupó un lugar preponderante en el pensamiento de Bolívar, y así se puede ver en las cartas y proclamas del Libertador a lo largo de sus campañas en América y en “el país de los incas”. Esto a pesar de que en gran número eran quechuas y aymaras quienes luchaban encarnizadamente en ambos bandos y sostenían con su tributo el avance del ejército independentistas en el sur del Perú. Las alusiones de Bolívar a los indígenas eran más bien retoricas y sobre su pasado incaico, antes que respecto a su presente o porvenir [59].

Sin embargo, a su paso por el Cusco, Bolívar se interesó en el tema y el 4 de julio de 1825 promulgó los llamados “Decretos Indigenistas” [60]. El primero confirmó la supresión de los servicios personales de los indígenas, declarada ya en 1821 por San Martín, prohibiendo que se les emplee en contra de su voluntad y que se les pague según lo acordado y en efectivo y no en mercancía. Esto fue débilmente acatado por la secular discriminación a los indígenas y la interesada falta de voluntad de los poderes locales por su cumplimiento. Un siglo después de promulgado este decreto y otros que lo ratificaron, las rebeliones en Puno seguían teniendo entre sus demandas la eliminación de los servicios gratuitos, como fue el caso de la rebelión de Wancho Lima en 1923.

El segundo decreto, reiteró la disposición dada por el mismo Bolívar en Trujillo en 1824 [61], ordenando el reparto de las tierras de las comunidades entre su población, sin distinción de edad o sexo, a un tupo en el caso de los terrenos con regadío y dos en los de secano, disponiendo asimismo la venta de las tierras comunales sobrantes a favor del Estado. De esta manera se eliminaba la propiedad comunal, algo que no habían hecho las normas coloniales que, por el contrario, protegían la indivisibilidad e inalienabilidad de las tierras. Además, la propiedad individual promovida por el decreto posibilitaba su venta futura afectando así la existencia de las comunidades.

Todo esto abrió las puertas para la apropiación por parte de los hacendados y criollos con ayuda de los gobernadores y jueces locales. En el altiplano puneño esto no ocurrió de inmediato, en primer lugar, por la resistencia de las parcialidades y ayllus [62] y lo complicado de proceder a la medición y reparto de los terrenos no bien delimitados. Asimismo, la severa crisis económica causada por las guerras independentistas y luego por las guerras entre caudillos al interior del Perú y con los de Bolivia, limitaron el interés de los criollos y hacendados por concentrar las tierras, lo cual cambiaría a partir de la segunda mitad del siglo XIX debido a la creciente demanda internacional de lana de oveja y alpacas y la construcción de los ferrocarriles [63]. A esto se sumó, en 1866 el intento del gobierno de Prado de elevar los aportes económicos de los indígenas, por lo cual se dieron una serie de protestas en Puno, en especial en Huancané, que confluyeron 1867 en la rebelión dirigida por el militar Juan Bustamante, una de las más importantes rebeliones indígenas en el Perú en siglo XIX [64].   

Si bien, los decretos de Bolívar no desconocían o disolvían las comunidades, tampoco las reconocían y protegían, fue recién con la Constitución de 1920 y a la de 1933 que se declaró su inalienabilidad, imprescriptibilidad e inembargabilidad ante las rebeliones de quechuas y aymaras.

En el caso de Bolivia el reparto de tierras fue ordenado por Bolívar en los breves meses que duro su mandato en 1825, siendo suspendido por el Congreso Constituyente de 1826 junto a otros decretos bolivarianos. En abril de 1827 se dejó sin efecto la ley de reparto de tierras, proceso que, sin embargo, se retomó a partir de 1860 por parte del presidente Melgarejo, y con la ley de ex vinculación de 1874 que declaró la extinción del ayllu e imponía la parcelación de las tierras, individualizando su propiedad. Medida que provocó rebeliones que alcanzaron al altiplano puneño.   

Por último, el tercer decreto de Bolívar abolió el título y cargo de cacique, invocando la igualdad entre todos los ciudadanos declarada en la Constitución del Perú de 1823, encargando sus funciones a los consejos municipales. Esta medida termino de eliminar a los caciques, pues el régimen colonial ya había desconocido a aquellos caiques que apoyaron las rebeliones de Túpac Amaru, Tupac Catari y Pumacahua, y había empezado a sustituir a los caciques de sangre por otros nombrados por la autoridad colonial. 

Las medidas de Bolívar tenían una clara orientación liberal, buscando dotar de propiedad individual a los indios, generar mano de obra para la minería y abrir paulatinamente el mercado de tierras. No se entendía la función de las tierras comunales como áreas de descanso y la “territorialidad salpicada”, con “aynocas” y uso de diversos pisos ecológicos.  Mucho menos, entendía la función de la posesión comunitaria de la tierra en el entramado de las relaciones de reciprocidad y complementariedad que permitían a los ayllus y parcialidades resistir los desastres climáticos y los agentes externos adversos.

 Tributo y Ciudadanía

Como sabemos el Tributo era un impuesto personal establecido como señal y manifestación de vasallaje de los indígenas de América al Rey de España. Ni criollos no mestizos lo pagaban.  El 27 de agosto de 1821 San Martín declaró su abolición, reconociendo como peruanos los llamados “indios”, nombre que fue suprimido. Sin duda el pago de este vasallaje sobre los más pobres y numerosos pueblos de América era, junto con la mita y los diezmos, una de las marcas más repudiables de lo que significaba la dominación española.

Sin embargo, su supresión duro poco, dada la alta dependencia del fisco colonial y de inicios de la república respecto al tributo. Fue restablecido en el Perú en 1826 como una contribución general de indígenas y castas, aunque éstas últimas, que incluían a todos los no indígenas, no eran numerosas. Lo mismo ocurrió en Bolivia, donde la abolición apenas duro unos meses en 1826, siendo restituida por el mismo Sucre. En el Perú sería suprimido y restablecido a lo largo del resto del siglo XIX, hasta que el boom del guano permitió contar con mayores ingresos al Estado. En Bolivia quedo eliminado en 1882.

Fue la alta dependencia de las nacientes repúblicas al tributo indígena lo que, junto a la retórica liberal de la “igualdad” obligó a los independentistas liberales al reconocimiento de ciudadanía a los indígenas, en una suerte de “ciudadanía fiscal”. Pero, esta no era democrática, pues desde la Constitución de 1823, se estableció como requisito para ser ciudadano el saber leer y escribir (requisito a partir de 1840) y poseer una propiedad (sustituida luego por contar con empleo), entre otras limitaciones. Por si fuera poco, las elecciones estaban mediatizadas, pues lo que se elegía a nivel distrital eran “electores” quienes junto con autoridades y, frecuentemente, con personas notables de la localidad, elegían de entre ellos a los representantes en el Congreso.

En cualquier caso, la participación, de los pueblos originarios era escasa. Según la Estadística de Choquehuanca, en la provincia de Azángaro entre 1825 y 1829, bajo las Constituciones de 1824 y 1829 que permitían el voto de los analfabetos, el porcentaje de quienes tenían derecho a sufragio fluctuó entre el 7% y el 12,7% .

De esta manera, a pesar de que los indígenas eran el 61% de la población del Perú [65],  no existió una representación indígena en los gobiernos y parlamentos elegidos. Tampoco se conoce que estos demandaran este tipo de representación, estuvieron prácticamente ausentes. Sólo se dieron algunos casos de congresistas de origen indígena en las décadas del 20 del siglo XIX, como Manuel José Choquehuanca, su hermano José Domingo, diputados por Puno, uno que había sido realista y el otro quien recibió a Bolívar en Pucará; Justo Sahuaraura, diputado por Aymaraes; Mariano García Pumacahua, hijo del cacique ajusticiado en 1815; e Ignacio Quispe Ninavilca, cacique de Huarochirí [66].

En el Perú, la reforma electoral de 1896 restringió del todo el derecho al sufragio solo a los letrados, con “lo cual la inmensa mayoría de indígenas e importantes sectores populares rurales, pero también urbanos, quedaron al margen de ese derecho, con lo cual provincias enteras redujeron su participación electoral a dimensiones mínimas” [67]. Muy tardíamente, no fue sino hasta que en 1979 fue levantada la exclusión de los analfabetos a participar en las elecciones, por lo cual,, en especial en el siglo XIX, se marginó a los pueblos originarios de sus derechos ciudadanos. En el caso de Bolivia, el voto a los analfabetos se permitió a mediados del siglo XIX.

La marginación de la ciudadanía fue, como se sabe, mayor en el caso de las mujeres que no tuvieron derecho a voto sino hasta el 1955, año en que por Ley se permitió el voto a las mujeres mayores de edad y alfabetizadas. Un objetivo que habían perseguido desde 1911 en que la feminista María Jesús Alvarado planteó la igualdad de derechos y el voto para la mujer. Todo esto a pesar de la contribución de las mujeres en la independencia, que sólo mereció reconocimientos simbólicos, como los entregados por San Martín y Bolívar y los gobernantes que les siguieron.

Montoya [68] nos dice que con la expulsión de los españoles entre 1821 y 1824-1826, quienes reivindicaron su derecho sobre el país fueron los criollos, los hijos de españoles nacidos en el Perú y los herederos de españoles nacidos en el Perú, excluyendo a los indígenas. “La nación nueva criolla que surgía con la República no tenía en cuenta a los indios. Los indios no fueron invitados al banquete de la Independencia” y carecieron de una personalidad política propia, por lo cual no tuvieron -ni tienen en la actualidad- participación como conjunto en el proceso de formación de la nación peruana.

Ese es, como lo señaló Mariátegui hace ya casi un siglo, el pecado de la República, “haber nacido y haberse formado sin el indio y contra el indio”. No obstante, como refirió Gamaliel Churata, el proyecto político de la independencia fue un hecho progresivo en la historia. “Ni la Colonia debía seguir evacuando las riquezas de la tierra americana para fortalecer los andamiajes de una arquitectura colonial que se derrumbaba ni el propio nativo debía seguir subalternizado a una explotación social, apuntada en letras mayúsculas”. Por eso, no es ocioso repetir que una independencia mayor espera todavía al Perú como una verdadera pluri nación, de todas las sangres.


NOTAS:

([1]) British Packet, 1934. British Packet N°432. Buenos Aires. 29 de noviembre de 1932.

([2]) O’Leary, 2020: 348. Memorias del General O’Leary. Centro de Estudios Simón Bolívar 2020. Bolívar a su paso de Lima al Cusco había pasado por el 13 de junio por Tincopalca;  el 14 por Ventilla; el 15 por Cabanilla; el 16 por Lampa; el 17 por Pucara; el 18 por Ayaviri; el 19 por Santa Rosa; el 20 por Aguas Caliente y el 21 por Sicuani,  para llegar al Cusco el 22 de junio.

([3]) Perez, 1957: 205. Manuel Perez Vila. Vida de Daniel Florencio O’Leary. Primer edecán del Libertador. Ediciones de la Sociedad Bolivariana de Venezuela.

([4]) Perez, 1957:205

([5]) O´leary, 2020. Tomo XXIII, pp. 348. Memorias del General O’Leary. Edición Facsimilar Digital de la Primera Impresión realizada entre 1879 y 1888. Centro de Estudios Simón Bolívar. Gobierno de Venezuela. 2020. El cuadro es un extracto del denominado “Estado Mayor General Libertador Itinerario general de la marcha de S.E. el Libertador de Lima a Chuquisaca”, respetando la forma de ordenar las fechas.

([6]) Miller, AECI t. II. 224.

([7]) Ramos Zambrano A., 2012. José Domingo Choquehuanca.  El Cantor de Bolívar.

([8]) Ibid.

([9]) Ibid.

([10]) Ibid.

([11]) Citado por Ramos Zambrano A., 2012. José Domingo Choquehuanca.  El Cantor de Bolívar.

([12]) Ramos Núñez, R. 1967. Monografía de Lampa. Los Andes: Puno.

Ver También

([13]) Ibid.

([14]) Expediente Judicial del 26 de octubre de 1825, por el juicio de residencia del señor General de Brigada don Domingo Tristán por el tiempo que sirvió en la prefectura de del Departamento de Puno,  Arequipa. Junio 2 de 1926.  106 ff.  D.672. Biblioteca Nacional del Perú.

([15]) En cartas a Tomas Heres y Francisco de Paula, del 6 de agosto, Bolívar señala que llegó a la Villa de Puno el día 5. 

([16]) Calsín, Rene. Altiplania . ARP, 1825.

([17]) Varas Cuentas 1956:52. Citado por Urviola, 2013.

([18]) Carta de Juan Santana, Puno 6 de agosto de 1825. Citado por Pérez 1957: 218.

([19]) Urviola, L.H. 2013:62. Bolívar en Puno y otros estudios bolivarianos. Universidad Nacional del Altiplano. 2013. Puno.

([20]) Carta de domingo Tristán a Santana. Puno 1 de octubre de 1825. Citado por Perez, 1957:218.

([21]) Miller, 1910: 208. Memorias del General Miller al servicio de la República del Perú. Traducido por el General Torrijos. Madrid 1910.

([22]) Fanning Tim, 2021:79. Don Juan O’Brien: Un aventurero irlandés en la Sudamérica del siglo XIX.

([23]) Monroy, G. 2021. La construcción del estado en una región fronteriza, Puno en 1826-1830. En UNMSM Investigaciones Sociales N.°45, pp. 279-291.

([24]) Miller, 1910: 209.

([25]) AGN OL- 163. Folio 1306. Agosto de 1827. Citado por Monroy, 2021.

([26]) Chaiña, 2018. Alegorías republicanas en el área Lupaca por el recibimiento de Simón Bolívar (1825). La Vida & la Historia, Vol. 5,7 (I) 2018. Universidad Nacional Jorge Basadre Grohmann, Tacna. Fuente del documento: Archivo histórico de Puno, Fondo Prefectura, transcripción paleográfica de Néstor Pilco Contreras.

([27]) Ibid.

([28])([28]) Huanca, ; Pilco, N. Transición del virreinato a la república: caleidoscopio sociopolítico económico del altiplano puneño en la Independencia de Perú (1815-1825). Diálogo Andino. Nº 65, 2021. Páginas 379-391.   

([29]) Documento. Archivo de la Casa Natal de Libertador. Vol. LVII. Citado por Pérez, 1957:219. Posiblemente este itinerario fue el elaborado por la prefectura de Puno a cargo de Domingo Tristán por pedido formal de Bolívar del 29 de julio de 1825 desde Tinta. También solicita se preparen “40 bestias de silla y entre 60 y 70 de carga” para su viaje de Puno a La Paz; se prepare en Puno alojamientos para los jefes y oficiales de la comitiva, y se disponga de un oficial que desde Puno se adelante para avisar a los pueblos del trayecto que preparen víveres y pasto (Carta del Secretario de Bolívar al Prefecto de Puno).

Ver:  https://archivodellibertador.gob.ve/archlib/web/index.php/site/documento?id=10814    

([30]) Portugal, 2021. “Muchos sacrificios me debe la libertad. Las guerras de la independencia 1809-1825”. Revista digital Altiplania, N°1. 2021.

([31]) Urviola, L.H. 2013:62

([32]) Idem: 89

([33]) Diez de Medina, L. 1954:30. EL LIBERTADOR EN BOLIVIA. Rolando Diez de Medina, 2006.

([34]) O´leary, 2020. Tomo XXVIII, pp. 371. Memorias del General O’Leary. Edición Facsimilar Digital de la Primera Impresión realizada entre 1879 y 1888. Centro de Estudios Simón Bolívar. Gobierno de Venezuela. 2020.

([35]) Fanning Tim, 2021:79. Don Juan O’Brien: Un aventurero irlandés en la Sudamérica del siglo XIX.

([36]) O´leary, 2020. Tomo XXVIII, pp. 399

([37]) Ibid. pp. 399

([38]) Ibid. pp. 400

([39]) Miller, pp.271.

([40]) Ramos D., 1967. La creación de Bolivia y el origen del Decreto de La Paz de 9 de Febrero de 1825. Revista de Estudio Políticos N° 153-154: 163-204.

([41]) Ibidem. “Por consiguiente, era absolutamente preciso que el Decreto fuera menos neblinoso, ofreciendo al Alto Perú la única bandera posible: la de la plenitud de su soberanía”.

([42]) Gisbert T. &Mesa C., 2019. La independencia. En: Historia de Bolivia. 11 edición. La Paz.

([43]) Documentos referentes a la creación de Bolivia. Lecuona. 278.

([44]) Lynch J., 2006.  Simón Bolívar: A life. Traducción Alejandra Chaparro: 323.

([45]) Ibid.

([46]) Ibid: 312.

([47])Estos cuestionables nombramientos quizás respondieron al buen trato que le dieron los realistas al General Alvarado durante su prisión. Ver: Memoria histórico-biográfica. Rudecindo Alvarado. Biblioteca de Mayo. Tomo II Autobiografías. Buenos Aires, 1960. Siendo rio platense Alvarado, convenientemente se apartó del ejercito libertador antes de llegar a La Paz una vez que Sucre decidió someter a una asamblea el destino del Alto Perú.    

([48]) Carta del General Alvarado. Citada por Portugal, 2021 en “Muchos sacrificios me debe la libertad”. Revista Altiplania N°1.

([49]) Sucre, carta desde el Cusco del 3 de enero de 1825, le dice a Alvarado que “Está bien la elección que V.S. ha hecho de Tadeo Gárate como Intendente interino de Puno, y que V.S. lo ha nombrado por estas más expedito para la organización de las tropas a que V.S se ha contraído – Como es necesario remover a los empleados enemigos nuestros, V.S. los nombrará interinamente, y me dará los avisos para solicitar del gobierno su aprobación”. Lecuona, V., 1924. Documentos referentes a la creación de Bolivia. V. 1.

([50]) Calcín R., 2018. La proclamación de la independencia en Puno. IPEAJE.

([51]) Prefectos de Puno, Catalogo de la sección republicana Volumen 2 Ministerio de Hacienda del Perú. Archivo Histórico.

([52]) Expediente Judicial del 26 de octubre de 1825, por el juicio de residencia del señor General de Brigada don Domingo Tristán por el tiempo que sirvió en la prefectura de del Departamento de Puno,  Arequipa. Junio 2 de 1926.  106 ff.  D.672. Biblioteca Nacional del Perú.

([53]) https://dbe.rah.es/biografias/16043/domingo-tristan-y-moscoso. 

([54]) En https://dbe.rah.es/biografias/16046/pio-tristan-y-moscoso

([55]) Calderón, F., 2019.Para tales amos, tales criados. La actividad esclavista de una familia de Arequipa durante el siglo XVIII. Anuario de Historia de América Latina N°59: 286-318

([56]) Tristán, Flora, 1974. Ensayos escogidos, prologo y selección de Estuardo Núñez, publicado en Lima por la Biblioteca peruana, 1974.

([57]) Fanning Tim, 2021:79. Don Juan O’Brien: Un aventurero irlandés en la Sudamérica del siglo XIX.

([58]) Ibid.

([59]) Favre, H., 1986. Bolívar y los Indios. Histórica10(1), 1-18. Favre incluso encuentra en Bolívar cierto menosprecio y mucho recelo por los indígenas y los “pardos”.

([60]) Colección Documental de la Independencia del Perú Tomo XIV. Volumen 1: 559.-561.

([61]) Ibidem: 174

([62]) Jacobson N., 1991. Campesinos y tenencia de la tierra en el altiplano peruano en la transición de la Colonia a la República

([63] ) Jacobson N., 1991; Del Pozo-Vergnes, E., 2004. La Hacienda: de los hombres y de la lana. En: De la hacienda a la mundialización. Instituto Francés de Estudios Andinos.

([64]) Jacobsen N. 2011. Juan Bustamante y los límites del liberalismo en el Altiplano: La rebelión de Huancané (1866-1868). Compilación y traducción: Nicanor Domínguez. Servicios educativos Rurales.

([65]) Monroy, G., 2021. La construcción del estado en una región fronteriza, Puno en 1826-1830. En UNMSM Investigaciones Sociales N.° 45, pp. 279-291.

([66]) Sala I Vila, N., 2018. Indígena y abogado: el caso de José Domingo Choquehuanca de Azángaro. Histórica42(2): 43-88.

([67]) Del Áiguila, A. 2011. Voto indígena y ciudadanía corporativa en el Perú, siglo XIX. En elecciones. Revista del Jurado Nacional de Elecciones. En: https://revistas.onpe.gob.pe/index.php/elecciones/article/view/117/473#info

([68]) Montoya, R. 2022. 200 años de la fallida nación peruana.

¿Cuál es Su Reacción?
Excited
0
Happy
0
In Love
0
Not Sure
0
Silly
0
Ver Comentarios (0)

Deja una Respuesta

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

Desplazarse A La Parte Superior