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Puno durante la independencia del Perú
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Puno durante la independencia del Perú

Por: NÉSTOR PILCO CONTRERAS

El bicentenario es una oportunidad no solo para conmemorar la independencia de nuestro país, sino también, para visibilizar los diversos actores de la guerra civil de la independencia del Perú y descentralizar las narrativas desde las regiones. La participación puneña en la guerra por la Independencia del Perú, para el caso del Sur Andino fue un proceso largo y complejo. Algunos historiadores refieren que inició, incluso, con la rebelión de Tupac Amaru en Cusco en 1780, se intensificó con las juntas autonomistas de La Paz y Chuquisaca en 1809, además de la rebelión del Cusco de 1814; este periodo fue el más convulsivo y sanguinario en el altiplano. La presencia del virrey La Serna en el sur constitucional y la batalla de Zepita en 1823, demandaron levas y exacciones a la población puneña, que al fin proclamó y juró su independencia recién en diciembre de 1824.


PUNO ENTRE LAS JUNTAS DE GOBIERNO DE 1809 Y LAS EXPEDICIONES ARGENTINAS AL ALTO PERÚ.
Informado el virrey peruano Fernando de Abascal sobre la formación de las juntas autonomistas de 1809 en Chuquisaca y La Paz, ordenó al coronel José Manuel de Goyeneche ocupar Puno. Este último organizó la tropa en el Cusco −seis compañías con 800 hombres y 100 artilleros− y se dirigió a Puno y Desaguadero. La violencia y el miedo se instalaron nuevamente en los pueblos sur peruanos, después de treinta años de aparente paz y tranquilidad. El fantasma de la rebelión de Túpac Amaru se reactivaba. Desde aquel año se instaló en el altiplano puneño una guerra de guerrillas que duró hasta 1818, generando en la población puneña actos ambivalentes de patriotismo y realismo, aparte de una aguda crisis económica (Huanca & Pilco, 2021).

La participación de los pueblos sureños del Perú fue vital en los sucesos del Alto Perú, “el despliegue de tanta fuerza militar de las principales ciudades del sur del virreinato del Perú es parte fundamental del periodo de las juntas” (Barragán, 2013, p. 259). Estas incursiones militares demandaron muchos recursos. En 1823, tres alcaldes “constitucionales” del norte de Puno, agobiados por las múltiples obligaciones militares impuestas por el ejército realista, presentaron un memorial al entonces intendente de Puno, Tadeo Joaquín de Gárate bajo los términos siguientes: “Que hace más de catorce años poco más o menos que hemos sufrido las más estrechas fatigas en despachar casi cotidianamente las tropas que transitan por estos lugares”.

Tradicionalmente se pensaba que en el Perú las guerras de Independencia se habían iniciado con el desembarco de las tropas de San Martín en la costa peruana en setiembre de 1820. Sin embargo, las nuevas investigaciones van proponiendo una nueva cronología al respecto (Escanilla, 2018). En efecto, la tradición historiográfica peruana ha considerado la proclama realizada por San Martín el 28 de julio de 1821 como base para conmemorar el bicentenario de la Independencia, sin tomar en cuenta que las guerras de Independencia tuvieron como escenario principal al Sur Andino y que se habían iniciado mucho más antes. Además, esta “no fue una guerra de grandes batallas, sino que más bien estuvo constituida por cientos de combates en los que pelearon pequeños grupos de hombres” (Escanilla, 2018, p. 125), lo que dio pie a una guerra civil donde cada integrante del virreinato defendía la bandera patriota o realista según sus intereses personales o de grupo.

José Manuel Goyeneche

Goyeneche estableció su cuartel general en el pueblo de Zepita, en la otra banda del río Desaguadero, desde donde dirigió todas sus acciones contra los insurgentes desde 1809 hasta 1813. El 25 de setiembre de 1809, desde la villa de Puno, Goyeneche envía una carta y dos emisarios −el teniente coronel Mariano Campero y el coronel D. Pablo Astete− a la junta de La Paz. En la mencionada esquela invoca a los miembros de la junta “se retiren como pacíficos honrrados becinos (sic) a sus casas a disfrutar de la dulce tranquilidad de sus familias”. Al mismo tiempo advierte que:
Respetables fuerzas militares sujetas a mi jurisdicción, y considerablemente aumentadas con otras de las provincias de este ordenado virreinato, que por disposición de su superior jefe se hallan hoy a mis órdenes abundantes de disciplina, armas y subordinación, con oficiales y jefes escogidos, y llenos de un honor y buena voluntad sin exemplo y últimamente disciplinados para hacerse obedecer y respetar. (AGNA, 1809).

El interés de las autoridades locales puneñas por conocer lo que sucedía en el Alto Perú fue permanente. En estas circunstancias, en octubre de 1810, el subdelegado de Chucuito, Tadeo Joaquín de Gárate, comandante militar designado por el presidente comandante general Goyeneche, señala que estando en el pueblo de Zepita, luego de despachar a los 100 hombres bajo el mando del capitán Teodoro Martínez del Campo a la ciudad de La Paz y situar los 50 hombres destinados para los destacamentos del Desaguadero y Tiquina, tuvo una conversación con el cura Don José María Aperrigue sobre la aparente desorganización del virreinato de Buenos Aires y que “la seducción por parte de los insurgentes era tan viva y activa que recelaba se filtrase en los pueblos sanos” del Perú (Huanca & Pilco, 2021a).

Nicolás Calisaya (sobrino del capitán del ejército Andrés Calisaya de Tiquillaca), Fernando Aza y Diego Colquehuanca, vecinos de Puno e indios nobles descendientes de caciques, apenas tuvieron la presencia de Goyeneche en Puno, juraron su vasallaje al rey y dieron donativos consistentes en 25 pesos en plata, 20 cargas de chuño, 7 cargas de papa y 5 chalonas. Además, solicitaron a Goyeneche ser admitidos en la expedición a costa de su peculio.

Suplicamos a V.S. muy ilustre se digne admitirnos en su real expedición pues queremos ir a expensas nuestras sin grabar en cosa alguna al Real Erario, siquiera con el empleo de alcanzar agua a los señores oficiales y ayudar los equipajes […] bajo el bien entendido que en los lances mayores de Batalla que se ofrezcan también sabremos como en la pasada rebelión manifestar el resto de nuestras fuerzas hasta rendir la vida en defensa de nuestra ley y Rey” (ARP, 1809, 09).

Los caciques fidelistas que más protagonismo tuvieron, sin duda, fueron el cusqueño Mateo Pumacahua y el azangarino José Manuel Choquehuanca. Este último era nieto de Diego Choquehuanca, cacique propietario de Hanansaya en Azángaro y coronel de milicias naturales del mismo pueblo, denominadas “Patricios de Asillo”, luego llamado “Río de la Plata”. El 26 de agosto de 1811, por decreto del virrey, los miembros de la Real Hacienda de Lima remitieron por correo a Puno “un cajoncito precintado con dos banderas para que las entregue al cacique gobernador de Azángaro Don José Manuel Choquehuanca, coronel del cuerpo de naturales nominado del Río de la Plata” (ARP, 1811, 046). La actuación del cacique Choquehuanca fue importante en la pacificación de los rebeldes en el Alto Perú.

EL VIRREY LA SERNA EN PUNO
El 31 de enero de 1821 desde Lima, el Virrey la Serna solicitó 800 reclutas a la intendencia de Puno, como señala el siguiente documento: “siendo de la más urgente necesidad, aumentar el ejército por el grado de fuerza con que pueda no solo garantizar la seguridad del Virreynato (sic), sino también arrojar al enemigo invasor he determinado pedir reclutas a las provincias interiores [quemado] que Ud. Manda he señalado ochocientos que deberán hacerse con la más urgente prontitud […]” (Archivo Regional de Puno (ARP), 1821). También se conoce que, el 21 de julio de 1823, el virrey La Serna ordena que el pueblo de Lampa contribuya con “dos mil pares de zapatos en quince días” (ARP, 1823).

El virrey La Serna realizó su ingreso a la intendencia de Puno, el 19 de agosto de 1823, previo a la Batalla de Zepita, envió una orden circular a los alcaldes de los pueblos de Santa Rosa, Ayaviri, Pucara, Calapuja, Juliaca, Paucarcolla y Puno indicando que “provean víveres para cuatro mil soldados y forraje para mil caballos”. La cantidad de raciones que solicitó el Virrey en cada pascana o pueblo desde de Santa Rosa (Ayaviri) hasta Puno fue de: “800 carneros o 70 vacas, 100 arrobas de papa, 130 fanegas de cebada en grano o en chipas” (ARP,48, 1823). Asimismo, desde Ayaviri informa al Intendente de Puno, que el “19 salía el señor general Valdez de Pomata para Juli con la fuerza de su mando, y que la división del señor Carratalá [desde Arequipa] acababa de llegar a esa”.


PROCLAMACIÓN Y JURA DE LA INDEPENDENCIA EN PUNO
Es conocido que el escenario principal de la guerra de independencia fue el sur andino peruano (Méndez, 2015). En Puno, en diciembre de 1824, una vez conocida la victoria patriota en Ayacucho, se procedió a liberar a los presos patriotas de la isla Esteves, y el lunes 27 de diciembre de 1824, el argentino Rudecindo Alvarado proclamó la independencia y asumió el mando político y militar bajo los siguientes términos:

Los abitantes (sic) de esta capital al saber qe las armas de Colombia y el Perú sellaron la independencia de su suelo en los campos de quinua, no quisieron ni un solo momto [momento] la expresión de su entusiasmo a la causa de América y reunidos con los jefes españoles qe mandaban la fuerza proclamaron su Libertad, dándola a los valientes qe la desgracia encerró en dura prisión: mis sentimientos propensas al orden y bienestar de este departamento me obligaron a entregarme del mando político y militar, con solo el objeto de conservar la tranquilidad de sus moradores, y resguardarlo de nuevas inbaciones (sic) que nos son de esperar(ARP, 1824).

Para realizar el acto de jura se envió circulares a las cinco provincias del departamento. Así, por ejemplo, el 27 de diciembre de 1824, se envía un documento a la junta mayor de Chucuito, dirigida por Barragán comunicándole lo siguiente:

El jueves 30 del presente se jura la independencia en esta capital por disposición del señor general en jefe de la provincia y como esta debe solemnizarse con toda la pompa que es debida, le provengo a V. que sin detención de un instante haga que concurran los funcionarios de los pueblos de Chucuito, Acora e Ylave con todos sus bailes: entendiéndose q en aquel día a las 7 de la mañana deben estar reunidos en esta capital” (ARP, 1824).

Rudecindo Alvarado

La proclama y plan para la juramentación de la independencia en Puno fue redactada por Rudecindo Alvarado y consta de 8 artículos.

  1. El jueves 30 del corriente, concurrirán todas las corporaciones de esta ciudad, y todas sus estantes y abitantes (sic) a la plaza mayor, a las diez de la mañana, y prestaran en ella, el juramento de la independencia, pasando en seguida a la iglesia mayor donde se cantará solemne misa de gracia y el ygno Ambrosiano por tan plausible suceso.
  2. Se hará un repique general de campanas y salva de artillería (f1) … del juramento haya terminado, y al tiempo que se entone el tedeum en la iglesia matriz.
  3. Se iluminarán los balcones, puertas y calles de esta ciudad por tres noches consecutivas y acompañarán la iluminación el repique general de campanas.
  4. Los funcionarios públicos, continuaran en el ejercicio de sus empleos, hasta que resuelva lo conveniente el gobierno superior de la república, reservándome la provisión de los que han quedado vacantes o exija la necesidad.
  5. Los españoles existentes en este departamento serán tratados con toda la consideración a que se han echo (sic) acreedores en estas circunstancias, y el gobierno protegerá su seguridad e intereses.
  6. Si algunos quisiesen salir del departamento se les expedirá pasaporte franco para donde la acomode: prestándoseles los auxilios q permitan las circunstancias, por q mi ánimo es hacerles más soportables su desgracia, y manifestarles la lenidad del gobierno.
  7. Todos los empleados q dependen del gobierno libre del Perú se presentarán al acto de que abla (sic) el capítulo 1° con escarapela blanca y encarnada conformándose al pavellón (sic) q los protege.
  8. Se circulará a los gobernadores sujetos en este departamento para su egecucion (sic) y observancia y se publicará en los lugares acostumbrados para que llegue a noticia de todos. Dado en Puno 27 de diciembre de 1824. Rudecindo Alvarado.
Bando de proclamación de la independencia en Puno por Rudecindo Alvarado (1824). Este documento fue declarado Patrimonio Cultural de la Nación.

Las primeras autoridades republicanas de Puno fueron Pedro Miguel de Urbina primer prefecto del departamento, quien fue “abogado defensor general de menores y ausentes de la alta cámara de justicia del Cusco, intendente propietario de la provincia de Chucuito y prefecto interino de este departamento”. De la misma manera, el primer cuerpo edil de Puno estaba integrada por: Manuel José Morel (alcalde de primer voto), Andrés Torres (alcalde de segundo voto), Fermín Arriaga, Manuel García y Anselmo Arce (regidores), Felipe Arce (síndico procurador) y Gregorio Gallegos (defensor de menores).

Ver También

SIMÓN BOLÍVAR EN PUNO
El libertador Bolívar después de emprender la campaña final en el Perú con las victorias de Junín y Ayacucho, realizó su recorrido triunfal por los pueblos de los andes. Sucre preparó la salida del ejercito libertador de Cusco rumbo al Alto Perú, “movilizó a la legión peruana y el batallón Nro. 2 del Perú con mil hombres más 550 húsares de Junín. Próximamente marcharían Córdova con 3.500 y Lara finalmente con 3000. Todo este contingente se reuniría entre Sicuani y Lampa” (Rincones, 2014, p. 235).

Antonio José de Sucre estuvo en Puno en febrero de 1825, como primera medida nombró al inglés Guillermo Miller prefecto de Puno. Las autoridades y población puneña como tributo a la presencia del libertador rindieron un merecido homenaje durante tres días con jolgorio y algarabía, para ello nombraron una comisión de festejos dirigida por “don Vicente Rodríguez, don Blas Ramos y don Leandro Cuentas sujetos de honor, quienes desempeñaran completamente sobre el particular, quedando este cuerpo en todo lo posible” (ARP, 1825).

Mientras Bolívar arribó a la ciudad lacustre el 5 de agosto de 1825. La comisión encargada de la recepción y hospedaje del libertador estuvo integrada por: Victoriano de la Riva, Pedro Velasco, Vicente Rodríguez, Manuel Ledesma, Manuel Caballero, Casimiro Bravo y Felipe Arce quienes, desde el 30 de junio de 1825, planificaron la recepción. Para cubrir los gastos los comisionados pusieron una cuota de 100 pesos. El documento señala “el incomparable Bolívar a cuyas extraordinarias virtudes debemos nuestra emancipación del poder despótico español nuestra libertad y el goce de nuestros derechos” (ARP, 1825).
Por su parte, Ángelo Catacora comisionado de los pueblos de Chucuito, antiguo territorio de los Lupacas, elaboró una propuesta de alegorías para solemnizar la presencia del libertador, quien desde Zepita el 26 de marzo de 1825 informó al prefecto de Puno, lo siguiente:

  • En la raya de Chucuito después de formada el arco triunfal, se presentarán dos toros de buena presencia mansos y decentemente vestidos en ambos costados, cada uno pisando el yugo opresor, y en seguida en el mismo pueblo de Chucuito, al pie del dosel y en ambos extremos de la silla poltrona dos águilas o buitres bien adornados con sintas (sic) de colores de Colombia y Perú.
  • En Acora dos garzas en la misma forma.
  • En Ilave dos vicuñas cargadas de barra tener de oro y plata.
  • En Juli dos Venados con sus penachos muy enjoyados y sus escarapelas de Colombia.
  • En Pomata, dos llamitas pequeñas blancas para que resalten las cintas.
  • En Zepita dos alpaquitas pequeñas de un mismo color y tamaño. (ARP, 1825).

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Archivo Regional de Puno (ARP), fondo intendencia y prefectura.
Archivo General de la Nación Argentina (AGNA).
Archivo General de la Nación (AGN), Perú.

Fuentes secundarias

Contreras, C., & Glave, L. Miguel (Ed.). (2015). La Independencia del Perú: ¿Concedida, conseguida, concebida? Lima, Perú: IEP.
Escanilla, S. (2018). Hacia una nueva cronología de la guerra de Independencia del Perú. En McEvoy. C y Rabinovich. A. Tiempo de guerra: Estado, nación y conflicto en el Perú, siglos XVII – XIX. Perú: IEP, pp. 111 – 137.
Huanca-Arohuanca, J., & Pilco, N. (2021a) Acciones revolucionarias en América Latina: Puno y el Alto Perú durante el proceso de independencia (1809-1825). Chakiñan. Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, 14.
Huanca-Arohuanca, J., & Pilco, N. (2021b). Transición del virreinato a la República: caleidoscopio sociopolítico-económico del altiplano puneño en la Independencia de Perú (1815-1825). Diálogo Andino, 65, 379–391. http://dialogoandino.cl/wp-content/uploads/2021/07/28-HUANCA-PILCO-RDA-65.pdf
Loayza, A. (2016). La independencia peruana como representación. Historiografía, conmemoración y escultura pública (Ed.). Lima, Perú: IEP.
Méndez, C. (2014). La Republica Plebeya: Huanta y formación del Estado Peruano, 1820 – 1850. Lima, Perú: IEP.
O´Phelan, S. (2014) La Independencia en los Andes. Una historia conectada. Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima.
Pilco, N. (2021). Puno durante la Independencia 1809 – 1825. Puno Perú: UNAP.
Rincones, O. (2014). Ayacucho y la Independencia del Alto Perú. La Paz, Bolivia: Instituto Internacional de Integración.
Romero, E. (1928). Monografía del Departamento de Puno. Lima, Perú: Torres Aguirre.

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