El tema que concierne a la fundación de la República de Perú viene cobrando, desde hace algunas décadas, un cariz cada vez más cercano a lo polémico. El tratamiento investigativo de los hechos que se dieron en torno al momento mismo de la supresión efectiva del poder político de España se hace cada vez más necesario.
El papel que cumplió España como potencia europea colonialista que administró y ejerció omnímodamente el poder político sobre los pueblos tahuantinsuyanos, a los que invadió y despojó de sus sistemas vitales, requiere de muchos y mayores análisis. El tratamiento histórico interpretativo de aquellos hechos militares y políticos que se dieron en las coyunturas que rodearon la liberación del Perú del yugo hispánico, está lejos de darse por acabado.
Predomina aun la tendencia laudatoria, encomiástica y a veces panegírica de lo que vinieron a hacer e hicieron en lo militar y en lo ideológico los líderes “libertadores”, sus estados mayores y sus colaboradores cercanos, que en conjunto protagonizaron las luchas para la consecución de la independencia política.
Como si leyéramos en textos escolares, en los miles de volúmenes publicados sobre este segmento de la historia peruana, la acción de los grupos humanos comprometidos en la lucha emancipadora es descrita, por lo general, en forma ampulosa, pero sin incidir mayormente en las profundidades de las reales intenciones subyacentes que informaron a las elites dirigentes independentistas de ese tiempo clave para la vida peruana.
De otro lado, en las últimas décadas ha ido cobrando presencia creciente aquella tendencia que pretende distinguirse por la búsqueda rigurosa de la verdad en la actuación de los líderes y grupos dirigentes en mención; la interpretación de los reales fines geopolíticos que ellos querían alcanzar; y, en establecer hasta qué punto hubo propósitos de estructurar sociedades políticas y económicas destinadas a preservar los evidentes privilegios de la capa social criolla que asumió las responsabilidades de conducción de la secuencia liberadora.
Nunca será suficiente aportar al debate que gana creciente notoriedad, interés y vigencia, con estudios e investigaciones que ofrezcan datos, informaciones y hasta opiniones y comentarios que se orienten al verdadero esclarecimiento de los hechos que se dieron antes, durante y después del 28 de julio de 1821.
La revista ALTIPLANIA que el lector tiene en sus manos, ha querido aportar a esos propósitos esclarecedores, invitando a algunos investigadores para que nos ofrezcan sus valiosos puntos de vista al respecto.
Esperamos que este número 10, continúe la buena acogida que merecieron los anteriores y llene los deseos de información sobre el tema principal que ocupa la mayoría de sus páginas.
Los Editores
