Hay teorías muy debatidas que tratan de explicar el origen de los “sombreros borsalino” de uso extensivo por las mujeres en Bolivia y en el sur del Perú. De acuerdo a la importancia que tiene la indicada prenda para millones de personas que constituyen el ámbito central de nuestro trabajo cultural, ALTIPLANIA -nuestra publicación- lo adoptó desde sus inicios como su símbolo característico. Por ello, hemos querido tratar el tema acudiendo a fuentes bolivianas, en cuyo país creemos se ha operado la versión más próxima del ya famoso sombrero.
Dejamos pendiente el tratamiento a la pollera, blusa, centros, mantón y en casos, botas, que asimismo forman parte del atuendo (o “parada”) de nuestras cholitas pandilleras, que lo usan con el derecho sustentado en la historia por haber sido Puno parte del Alto Perú, aquel espacio andino geográficamente homogéneo en el cual las masas indígenas y mestizas que lo poblaron compartieron y comparten identidades socioculturales que subsisten hasta nuestros días.
LO QUE DICEN LOS ESTUDIOS BOLIVIANOS
Según Peter Mc Farren ([i]) una de las cosas que “más llama la atención de los visitantes” del altiplano collavino es que las indias aymaras “lucen el infaltable sombrero hongo o “bombín”. Las mujeres aymaras dedicadas al comercio minorista en las ciudades altiplánicas usan bombínes negros, marrones o grises, mientras cumplen sus quehaceres. Agrega:
“…los sombreritos los usa la gente por todas partes, especialmente las mujeres mestizas llamadas cholitas”(nombre que se le da en Bolivia a las mujeres mestizas, mezcla de indios y españoles). Precisamente por producirse un sincretismo de culturas y tradiciones, podemos observar que en sus atuendos se combinan rasgos andinos (chales, polleras, uso de los colores) y otros hispanos (entre ellos el bombín)”.
Consultada sobre el origen del “sombrero borsalino”, la historiadora Sayuri Loza explicó que no existen datos históricos incontrovertibles sobre sus orígenes, pero si hay leyendas urbanas.
Se sabe que el sombrero “bombín” (antecedente del “borsalino”) originalmente llamado “Bowler”, apareció alrededor de 1849, en Inglaterra, Europa. Su invención se atribuye a Thomas Coke, conde de Leicester. Este sombrero era de “fieltro, redondeado, de copa baja, rígido y con pequeños bordes”, de color negro.
El novedoso diseño y la practicidad del artículo causa un gran revuelo en la moda masculina. “cuenta el investigador Carlos Gerl, que los sombreros bombín fueron usados por personajes emblemáticos, como el famoso ladrón de trenes y bancos Butch Cassidy; el líder de Reino Unido, Winston Churchill; y el gran icono del cine mudo, Charles Chaplin”.
El boliviano Marco Fernández ([ii]), acota sobre la posterior captación del sombrero “bombín” en Italia:
“Giuseppe Borsalino, quien nació en Alejandría en 1834 y después de haberse desempeñado como aprendiz en su ciudad, trabajó durante siete años en la fábrica de sombreros Berteil, en Rue du Temple en París, Francia, donde obtuvo el título de maestro sombrerero. Un año después de regresar a Italia (1857), Giuseppe abrió su primer taller en Alejandría junto a su hermano Lázaro. Luego de un tiempo, Borsalino se convirtió en una marca de sombreros de calidad, que impuso el empleo exclusivo del fieltro de pelo de conejo, para competir con las principales fábricas del mundo. Fue tanta la fama que tuvo, que en 1970 se estrenó la película Borsalino, una producción franco-italiana ambientada en los años 30 y que estaba coprotagonizada por los actores Alain Delon y Jean Paul Belmondo.”
Se ha dicho que la producción del sombrero en escala se inició el 4 de abril de 1857 cuando Giuseppe Borsalino amplió el tamaño de la fábrica de sombreros que “alcanzó el considerable nivel de 750.000 piezas anuales de sombreros, ampliándose más allá de 2.000.000 a la víspera de la primera guerra mundial. La fábrica productora alcanzó más allá de 2500 dependientes, representando un notable recurso en la economía de la ciudad piamontesa”. Lamentablemente, la fábrica italiana cerró sus puertas.
Borsalini los fabricaba en exclusividad para Bolivia, pero ello no podía impedir que gente de otros países, como el Perú y Puno pudiera adquirirlos in situ.
En el extranjero la marca se extendió en cada rincón, conquistando amplios mercados. De aquel puramente británico y tradicional del City londinense, los bombines de marca Borsalino, entraron a competir con sombreros de marca en los Estados Unidos, Francia y otros países.
Estos sombreros, importados por bolivianos desde Italia, los usaron las mujeres de pollera de La Paz a inicios del siglo pasado, en 1920, relata Antonio Paredes Candia ([iii]) en su libro “La Chola Boliviana”.
La periodista Wara Arteaga Very ([iv]), refiere que con los años la introducción del sombrero “bombín” en Bolivia fue en ascenso sostenido. Ya en el año 1926 la Importadora Popsel & Elsner, traía del viejo continente mercadería exclusiva tales como artefactos, cristalería, lámparas, porcelana y ropa. Entre éstallegaban los sombreros bombín.
Estos venían en pequeñas cantidades e inicialmente no habían sido objeto de modificaciones sustanciales en su forma y estructura, hasta que el alemán Johannes Popsel Noelle socio principal de Popsel & Elsner, introduce innovaciones, muchas de las cuales subsisten hasta hoy.
Popsel emigró de Alemania en 1899 arribando a Concepción de Baures en Beni cuando frisaba los 19 años de edad. Pasó a Santa Cruz donde se casa con una indígena Rosaura Callau. En 1929 pasa a radicar en La Paz, según relata el investigador Carlos Gerl ([v]).
Entra a trabajar en Textiles Forno -fundada en 1923, por el inmigrante italiano, Herminio Forno Canale, como Manufacturas Textiles Forno- de la que luego se retira y se asocia con su paisano Bernhard Elsner, con quien fundó la empresa Popsel & Elsner antes mencionada, como una tienda importadora de mercadería exclusiva que vendía artefactos, cristalería, lámparas, porcelana y ropa, entre la quellegaba los sombreros bombín.
El sombrero bombín era en Inglaterra prenda varonil y siguió la misma suerte en Italia, país en que llegó la expansión de su uso, pero Popsel ante las bajas ventas que registraba la prenda que importaba, le introdujo pequeñas modificaciones y accesorios, como colocar una “cinta con dos pequeños lazos sostenidos por una pequeña hebilla de concha y terminados en dos borlas colgantes”, que al final resultaron creando el tipo original y básico del sombrero “borsalino” de la chola paceña.
El novedoso sombrero adquirió gran demanda que no se satisfacía ni con la importación directa de Europa, pues las “ventas se dispararon”, dice Gerl Popsel, quien funda entonces la empresa Charcas Glorieta en Sucre exclusivamente para fabricar el sombrero y ni aun así cubre la demanda. Ante ello opta por disolver la sociedad Popsey & Elsner y adquiere en 1926 el 45% de las acciones de la Fábrica de Textiles Forno, en Sucre.
“En la fábrica Forno, Popsel tenía una sociedad que siguió vigente y se impulsa la fabricación de sombreros bombines exclusivamente para mujeres”. No solo producía para el mercado nacional, sino también para países vecinos como el Perú y hasta Europa.
Refiere la tratadista Meannling ([vi]) que “Johannes Popsel falleció en 1949 a los 68 años. Sin embargo, la empresa textil continuó funcionando hasta los años 70, en que ya “no pudo competir con los precios y el contrabando”.
La activista Valeria Salinas señala que el sombrero «borsalino” o «bombín” destaca por su uso en las mujeres de los departamentos del altiplano boliviano. «El bombín es todo un símbolo de distinción –dice- y es utilizado por las cholitas bolivianas que lo adoptan como un símbolo de distinción. El sombrero era un artículo de lujo, usado por un tipo de sociedad ‘exclusivo’” ([vii]).
LO QUE DICEN ESTUDIOSOS PUNEÑOS
Llegado a Puno probablemente a mediados de la década de años 20 o poco antes, después de décadas de vigencia del «borsalino” o «bombín”, nuestro paisano José Patrón Manrique ([viii]) lo describe así:
“de fino fieltro en forma de tonguito, cuyos colores pueden ser negro, marrón, o plomo. A media altura de la copa, a los lados derecho e izquierdo; dos ojalillos distantes 3 centímetros uno del otro; un cintillo de seda del mismo color del sombrero con un laso y un cordón de hilo de seda que rodea la parte inferior de la copa y el lazo, sobre el cintillo; cordón que termina en dos borlas que cuelgan unos 12 centímetros y una hebilla de caucho que sujeta el lazo”.
José Portugal Catacora ([ix]) lo alude como “sombrero de copa redonda y de pequeña falda volteada, estilo tongo”. Enrique Cuentas Ormachea ([x])al hablar del traje de la “cholita” lujoso y llamativo, dice del sombrero que es “de tipo tongo de paño fino, prefiriendo el de marca “borsalino” importado de Italia, de color negro, plomo o castaño”.
Hacemos hincapié en que la gran mayoría de quienes hay tratado la pandilla puneña y al sombrero que integra el atuendo de la chola pandillera, señalan lacónicamente que se trata de un “sombrero hongo de paño” tal como se hace en la Resolución viceministerial N° 046-2012-VMPCIC-MC de 20 de agosto de 2012 por la que declara a la Pandilla Puneña como Patrimonio Cultural de la Nación.
Finalmente, hay que referir que este sombrero destaca en un recuento que hizo la versión digital de “La Vanguardia de España”, en el que se estableció que el sombrero borsalino de uso por mujeres en el altiplano peruano-boliviano, es uno de los más representativos del planeta.
[i] Peter McFarren. Guía cultural y turística de Bolivia. Ed. Fundación Cultural Quipus 1992.
[ii] Marco Fernández. Sombrero tradición: redescubriendo la calle de la coqueta prenda. En Diario La Razón, La Paz, Bolivia https://www.la-razon.com/ ; 4 de abril de 2016.
[iii] Antonio Paredes Candia. La chola boliviana. Ediciones ISLA, 1992.
[iv] Wara Arteaga. Artículo en el diario Página Siete de La Paz; 16 de julio de 2019.
[v] Carlos Gerl. Tradiciones y leyendas de la ciudad de la paz. Ed. Centro Boliviano Americano. La Paz Octubre 2022.
[vi] Claudia Maennling. Hacer la América. Ed. Librería, Papelería y Editorial Gisbert y Cia. La Paz, Bolivia, 2016.
[vii] Valeria Salinas: Cholas fashionistas. Cuando la identidad se porta en la pollera, la manta y el sombrero. Universidad de Caldas, Memoria del Festival Internacional de la Imagen, Colombia, 2016.
[viii] José Patrón Manrique: La pandilla puneña, danza de carnaval. Ed. Samuel Frisancho Pineda, Puno 1984.
[ix] José Portugal Catacora: Danzas y bailes del altiplano, Ed. Universo, Lima 1981.
[x] Enrique Cuentas Ormachea: La pandilla puneña, en Cuadernos de las Cultura Puneña. Ed Brisas del Titicaca, Lima 1997.