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Apuntes sobre el panorama del folklore puneño en la mirada de un viajero
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Apuntes sobre el panorama del folklore puneño en la mirada de un viajero

Un poco más de una veintena de veces, estuve en la región Puno, visitando sus fiestas, en seis de sus trece provincias. Tuve predilección por los distritos de Conima en Moho y el de Asillo en Azángaro, especialmente para conocer la dinámica de sus expresiones culturales, aunque llevo en el corazón el recuerdo de muchas otras localidades como Vilquechico, que fue mi primer destino del Puno provinciano, hace ya, casi una década. Con esta base puedo comentar lo que percibí del acontecer en la capital folklórica del Perú.

Chiriwanos  en pleno concurso. Fiesta de La Cruz,, Huancané. Foto. G. Ichuta.

FOLKLORE MESTIZO Y AUTOCTONO

Expresado en música y danza, el folklore puneño se presenta en tres espacios o ámbitos claramente diferenciables, las fiestas patronales y festividades religiosas, los carnavales y los concursos. Otra particularidad de Puno y que comparte con algunos departamentos sureños, es el de que cuenta con un folklore autóctono, diferente del mestizo, hecho que en el centro y el norte peruano no pareciera existir o es muy tenue esta diferencia. Estas dos realidades folklóricas aparentan estar en una constante pugna por ganar el espacio ajeno, pero también dan la impresión de estar en una organizada convivencia.

Teniendo estas dos variables de espacio y de estilo, paso a describir un poco de lo que pude observar:

El folklore mestizo en las fiestas patronales es, sin lugar a duda, el más promocionado por los entes estatales y privados. Llamado también de traje de luces, posee una buena gestión de promoción y difusión, siendo la imagen oficial del folklore de la región Puno. Con instrumentos de bronce o con el ancestral siku, su música es de las más populares, acompañando por varios días, que es el tiempo que suelen durar las fiestas y también en un sinfín de actividades que, a lo largo del año, las fraternidades o conjuntos, realizan y que incluso amenizan sus eventos con artistas de talla nacional y extranjera. Traje de luces es un estilo compartido con el país vecino y su influencia se nota. Algunos conjuntos como Morenada Orkapata, Diablada Bellavista y Sikuris de Barrio Mañazo son instituciones muy reconocidas en la fiesta de la Virgen de la Candelaria que es la festividad más importante de la región.

A lo largo del siglo XX, el folklore mestizo parece haber desplazado paulatinamente al folklore autóctono del espacio de la fiesta patronal en los centros poblados, confinándolo al ámbito de los concursos. Pasar la fiesta como la gente de las grandes localidades, pienso que fue la premisa de muchos habitantes de los centros poblados que vieron en la morenada o la tuntuna, una forma de engrandecer la fiesta en desmedro de sus expresiones genuinas.

Mercedes achachis desenmascarados, al fondo, puli pulis tocando. Fiesta de la Virgen de la Merced en Viilquechico, Huancané. Foto: G. Ichuta.

El folklore autóctono a pesar de este suceso, en algunos casos, actualmente, queda en las manos de un solo gestor cultural o una familia extensa en el mejor de los casos, que aún mantienen incondicionalmente, la presencia de determinadas expresiones culturales en las fiestas patronales rurales y eventuales concursos como es el caso del kallamacho y el imillani, ambos pertenecientes al distrito de Conima.

Otras manifestaciones gozan de buena gestión y popularidad como son los chunchos de Esquilaya, que incluso se presentan en la fiesta de Candelaria, como lo hacen también los ayarachis de Paratía, Lampa o los de Cuyo Cuyo, Sandia, que son también del agrado de algunos citadinos que se adhieren a estos conjuntos.

Pero si de ir ganando espacios se trata, el sicuri con un cariz autóctono fue ganando espacios urbanos, siendo del gusto de los jóvenes que lo interpretan con gran destreza. Los conjuntos de sicuris son muy numerosos y tan grandes como en casi ningún lugar de los Andes se puede observar; claro este sikuri está un tanto adecuado actualmente al gusto occidental en un proceso que duró varias décadas.

El luriguayo es otra de las expresiones que va ganado espacios y sus intrincadas coreografías son del agrado del público. Los migrantes de Yunguyo, lugar de origen de esta danza, fueron quienes llevaron este baile a Tacna y otras latitudes presentándolo en concursos y corsos.

A todo esto, puedo añadir el uso del espacio y el tiempo en algunas localidades que cuentan con dos fiestas claramente distintas, lo que lleva a una buena coexistencia del mundo autóctono y el mestizo. Un certero ejemplo de lo que argumento es la localidad de Vilquechico con su fiesta de San Pedro de tinte mestizo y el de la Virgen de la Merced donde los mercedes achachis y el puli puli son los protagonistas, lo mismo ocurre en Conima con la fiesta de San Miguel y la de San Isidro Labrador, incluso en Juli con la fiesta del Señor de Exaltación con la khusillada y la fiesta de la Inmaculada Concepción donde se puede observar danzas de traje de luces.

Saludo y veneración de los alferados.  Fiesta de la Virgen de La Estrella. Asillo, Azángaro. Foto: G. Ichuta.

LOS CARNAVALES Y LOS CONCURSOS

Los carnavales, es el espacio que casi no contemplo en el largo trabajo de investigación que actualmente realizo en el área andina y sin lugar a duda ameritan otra investigación detallada, de todos modos, puedo señalar lo siguiente:

En el mundo mestizo, la pandilla es la Reyna del carnaval puneño, su gracia y donaire la llevan a no tener competencia. Los trajes, de las parejas de los danzantes, son elegantes en los que se puede apreciar aquellos mantones finamente trabajados y son los de Ayaviri los más cotizados.

El carnaval autóctono puneño está entre uno de los más variados que existen.  Con música muy melancólica como los chacareros de Ácora con los aerófonos llamados lahuak´umus y acompañado de voces femeninas. Coloridos como el de Arapa, otros muy singulares como el de Macari, Melgar y otros son muy alegres como la pinquillada de la provincia de Moho.

Por último, los concursos y corsos son espacios para poner en manifiesto el folklore de ambos ámbitos, aunque de manera efímera. El corso de carnaval en Juliaca es por excelencia el lugar donde se pone en manifiesto el folklore mestizo que acapara caso todo el evento. Aquí cabe también resaltar el arduo trabajo llevado a cabo para la realización de la entrada universitaria en Puno que muestra el folklore expresado por los estudiantes universitarios.

Muchos concursos grandes y pequeños, que se dedican a promocionar lo autóctono, gozan de una buena gestión, incluso están institucionalizados y consolidados en el imaginario cultural. De todos ellos, el que me llamó la atención, es el de danzas autóctonas con motivo de la fiesta de la Virgen de Candelaria en Puno pues no tiene parangón. En ningún lugar del área andina se puede observar, tal cantidad de componentes y tal variedad de música y danza de todas las provincias. Otro concurso que no tuve oportunidad de visitar aún es el de Tinajani en Melgar que por lo que escuché, es espectacular. El de Cancharani con su protagonista, el sikuri, es uno de los más esperados en el mes de agosto y el de Khapía es majestuoso por el paisaje. Otros concursos, tal vez menos conocidos o promocionados, se realizan   con el motivo del aniversario de las provincias y los distritos.

Exhibición de la danza pantomimos del centro poblado Collana. Fiesta de San Juan, Cabanilla, Lampa. Foto: G. Ichuta.

Los concursos no parecen ser los lugares más idóneos para poner en manifiesto, el folklore autóctono de las fiestas patronales, salvo raras excepciones. Este espacio le pertenece, a las estampas carnavaleras como las pinquillada, la tarkada, o la chacallada. Es el espacio en el también que se da rienda suelta a la creatividad y la jocosidad de los jóvenes que realizan representaciones del cotidiano vivir de antaño y de la actualidad, haciendo gala de sus dotes actorales, como en el “casarasiri” infaltable en los concursos. Los que presentan escenas de enamoramiento son muy divertidos al igual los que incluyen al achachi y a la awila, una pareja de ancianos que hacen las delicias de los espectadores. Otras representaciones, por su coreografía, son muy hermosas como la de los balseros. Considerando que estas representaciones son algo nuevas, nos muestran la mirada que los jóvenes del Puno profundo tienen de su pasado y presente, en lo que respecta al diario vivir, al entorno social y el medio ambiente en el que viven, aunque sea en los diez minutos en los que se les asigna para demostrar su propuesta. Escaso tiempo es lo común en los concursos, en los que se puede mostrar un poco de música y danza, pero folklore no es sólo eso y se presenta en muchas formas en las fiestas patronales y los carnavales. Los juegos, los ritos, los actos cívicos como el cambio de autoridades, las demostraciones ecuestres y taurinas, la manufactura y la gastronomía entre otros son parte del folklore también.

EQUINOS, RITOS Y GASTRONOMÍA

Las demostraciones ecuestres nos transportan a tiempos lejanos en los que los caballos eran el único medio de transporte. Puedo distinguir tres tradiciones casi ya desaparecidas que son causales para la persistencia de la presencia de caballos en las fiestas patronales. La primera es la llegada de comerciantes arrieros, de remotos lugares, trayendo como mercancía recuas de mulas. Esta actividad se la realizaba en el marco de la feria anual que coincidía muchas veces con la fiesta del santo patrón. En el imaginario de las fiestas, se acostumbra a realizar el ingreso de jinetes antes de la entrada o parada, el día de la víspera, que rememoran de la llegada de estos arrieros y además quedan expresiones dancísticas o farsas como los argentinos de Paucarcolla o los tucumanos de Carabaya. 

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Danza de los balseros en el concurso de Khapía, Pomata. Foto. G. Ichuta.

La segunda tradición y que era propia de las fiestas patronales es la llegada del cargo mayor y los cargos menores trayendo dadivas para el santo patrón en acémilas, adornadas con banderas bicolores y hacían su ingreso el día de la víspera.  La entrada de khapos de la virgen de Candelaria en Puno y la tradición del khapero en San Antonio de Putina pertenecen a esta costumbre, aunque en algunos casos la representación es actualmente jocosa, en otros tiempos gozaba de la originalidad y seriedad el caso.

La tercera causa es la casi ya desaparecida tradición del capitán y su tropa. Este capitán y su tropa hacía de escolta ocasional del santo patrón. Algunos atisbos de éstos quedan en la fiesta de Santiago en Lampa y en el día del capitán en Asillo, Azángaro. Esta última costumbre realizada posteriormente al día principal de la fiesta de San Jerónimo cuenta con un marco musical marchoso que se denomina “música del capitán” y sirve para que bailen sólo tres personajes que son el sallarani, el abanderado y el capitán para luego cabalgar por la plaza principal de la localidad.

 La presencia de jinetes siempre daba pie a que se organicen cabalgatas y juegos propios de esta actividad en días posteriores a la fiesta.

Los ritos privados o públicos son también parte de la tradición folklórica en Puno. La wilancha y el faeneo de ganado con motivo de la fiesta y los carnavales son prácticas muy difundidas. Regar con sangre paredes y el suelo, es efectivo dicen, para evitar desgracias durante el desarrollo de la fiesta. Si éstas hubieran sucedido, se suele atribuir a la falta de fe, de cariño o la negligencia con la que estuvo hecho dicho rito. Las wajt´as u ofrendas a la Pachamama, son realizadas también con dicho motivo.

 Otros ritos, sin embargo, buscan el bienestar a futuro como la elaboración de casitas de miniatura en piedra en los cerros llamados calvarios, la compra de terrenos, vehículos, inmuebles, dinero y herramientas, de igual modo, en miniatura se dan también en estos espacios. Aquí podemos citar a la tradicional Alasita del 3 de mayo en Puno y la tradición del cerro Wayna Roque en Juliaca y el de la Virgen de Cancharani.

Carnaval de Macari, Melgar. Foto. G. Ichuta.

Las jornadas taurinas o ruedo de toros, son parte del imaginario de las fiestas, herencia española, siempre se llevan a cabo pasando la fiesta. En algunos lugares se suele colocar billetes en el lomo de bravos toros como premio para los más osados concurrentes que logren hacerse de ellos. Cabe comentar, aquí, el mestizaje cultural en Asillo, ya que, antecediendo al inicio de la jornada taurina muy española, lleva a cabo en una bien conservada plaza de toros, se procede a realizar un rito de deseo de abundancia y prosperidad con la ch´alla de toros de yeso en miniatura, acto realizado por los alferados de la fiesta.

Las manufacturas y la gastronomía presentes, principalmente en las ferias realizadas con motivo de las fiestas, van desapareciendo de apoco por el desinterés local y la modernidad.

Hay mucho que documentar y recopilar aún, como es el caso de la danza de los pantomimos de Collana, Cabanilla; la tradición de los roscasiris o la rosqueada de Pomata o el día del capitán de la fiesta de San jerónimo que según lo vi un poco complejo y lastimosamente no puedo hacer etnografías detalladas de las fiestas y tradiciones de los lugares que visito, ya que estoy más de la mano de la fotografía, plasmando en imágenes las fiestas de esta región, que cada vez me sorprende con sus singularidades.

GERARDO ICHUTA ICHUTA. Investigador de folklore andino, recorre Perú y Bolivia estudiando especialmente las manifestaciones autóctonas más auténticas.  

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