Bruno Medina Enríquez, estudioso de la cultura puneña y de los migrantes del altiplano a la capital, es en la actualidad presidente del Club Departamental Puno institución que ha sido especialmente receptiva a la solidaridad de quienes viviendo en Lima prestaron apoyo a los hermanos puneños que vinieron a la capital para protestar y hacer oír su voz. En esta entrevista hace un recuento de la masiva presencia de habitantes de los pueblos del altiplano en las movilizaciones en Lima y de sus vivencias.
¿Desde cuándo y desde de que lugares de Puno vinieron las delegaciones que se hicieron presentes en las recientes protestas en Lima?
Las delegaciones de Puno empezaron a llegar a partir del 13 o 15 de enero. Vinieron de todo Puno; empezando por la zona norte del departamento, hemos visto a personas de Cuyo Cuyo, Tambopata y de Sandia, también del mismo Macusani, Ollachea, otros; de Ayaviri han venido de Nuñoa y Santa Rosa. De Juliaca llegó gente de la ciudad; de Azángaro han venido de Arapa, José Domingo Choquehuanca y Tirapa, de Asillo han venidos dos o tres grupos, de la misma ciudad de Azángaro otros grupos; de Lampa y Huancané, Rosaspata, Conima, Moho. Los más numerosos han sido las delegaciones de Sur de Puno; de Ilave, de diferentes distritos de Qollao, de la zona del lago, Coata, Chucuito, de Yunguyo y de varias parcialidades de Juli. De la misma ciudad de Puno han venido varios grupos, el más numeroso el de la Universidad Nacional del Altiplano, del Instituto Pedagógico. De Juliaca también han venido varios grupos como de otros tantos lugares que no mencionamos. Puno ha sido la región con mayor representación entre quienes vinieron a Lima; llegaron en enero y el último bloque puneño se fue alrededor del 20 de febrero, por cierto, todos voluntariamente autoconvocados.
En total habrían sido unas 2,000 a 2,500 personas del interior que han llegado a la capital, cada grupo era de 20 o 30 personas. Ahora están volviendo a venir poco a poco, no sabemos cuántos más volverán.
Entendemos que en su mayoría fueron personas de las zonas rurales ¿fue así?, ¿cuál ha sido la participación de las mujeres?
Fundamentalmente se han trasladado gente del campo, no solamente ha venido gente de las ciudades como es el caso de Juliaca o Puno. La Federación Agraria ha sido uno de los grupos de mayor movilización, de modo que sus bases en las provincias de Puno se organizaron para viajar a Lima. En el campo, además de los comuneros están las rondas campesinas, los dirigentes, las federaciones agrarias provinciales. También han venido comerciantes de Juliaca con mucha vinculación con el campo. De las ciudades menores, han venido de un espectro amplio, pero fundamentalmente ha venido personas del campo.
Las mujeres han participado en buen número y han tenido un rol importante pues son las que manejaban la economía, se encargan del abastecimiento y la alimentación. La gente ha venido con sus propios recursos, no han sido “financiados” por el contrabando o la informalidad. Hay que tener en cuenta que los campesinos son también comerciantes y eso ha hecho posible que reúnan dinero. En cada grupo se organizaban en comisiones, uno era el responsable, el otro de los alimentos, con responsabilidades compartidas, y la responsable de economía. Además, las mujeres seguían marchando, a la vanguardia de su grupo.
¿Cuál era el objetivo con que vinieron los hermanos de Puno a Lima? ¿Cómo se organizaron aquí en la ciudad?
Tenían un objetivo fundamental y común, un propósito que seguramente fue madurando luego del 7 de diciembre. No solo eran las conocidas consigas de “que se vaya la presidenta”, “que se cierre el congreso”, “una nueva Constitución” y en menor medida “que le devuelvan la presidencia a Castillo”, sino sobre todo decían que se había traicionado, desconocido, el voto que masivamente le dieron a Castillo. Una vez más veían que no se respetaba su voto, que se traicionaba a Puno; el que se haya dicho que el Puno no es el Perú exacerbó más a la gente.
Pese a que vinieron organizados por provincias, en Lima no hubo una dirección única. Se trató de organizar esa dirección con los responsables de las diferentes delegaciones, sin embargo, como habían llegado “auto convocados” no dependían de nadie y se manejaban de manera independiente. En Puno tampoco hubo un comando único que tuviera una estrategia común, no hay un partido, una organización centralizadora. La falta de dirección unificada en Lima fue la mayor dificultad que tuvieron porque no faltaban quienes, siguiendo consignas políticas ya formadas, buscaban hacer prevalecer sus ideas. Así ocurrió con los maestros, quienes son los más politizados, y que seguían unos a la FENATEP y otros al SUTEP, algunos desprestigiando indebidamente la participación en las luchas de la mayor central de trabajadores, la CGTP, desconociendo su gran experiencia en exitosas jornadas en la capital. Ocurrió entonces que en las marchas unos caminaban por un lado y los otros por otro, generando así conflictos, aunque las gentes del campo por su parte, no les hacían caso a quienes promovían posturas que dividían, no los seguía, y así en las movilizaciones cada grupo iba en diferentes direcciones. Al final han tenido que entender que todos tenían que realizar un solo esfuerzo, según parece solo con esta experiencia, en la segunda oportunidad están mejor organizados
Las personas que llegaron a Lima vinieron de un mundo distante, diferente; la provincia es la provincia y el campo es el campo, ambos muy diferentes de lo que es Lima. Pensaban que iban a estar poco tiempo movilizándose y que con eso bastaría para cerrar el Congreso y que se vaya la presidenta. Pero, se encontraron con un Congreso empecinado en quedarse y un Poder Ejecutivo en la misma orientación. En Lima han sufrido mucho realizando las movilizaciones, caminado en un día 30 o 40 kilómetros en medio del verano limeño; hombres y mujeres llegaban a los alojamientos totalmente agotados.
Si lograron aguantar en la capital ha sido en parte gracias a la reacción solidaria de los puneños en Lima, que ha sido muy positiva. Estos se aparecían con alimentos y otras cosas que eran acopiadas y luego se trasladaban a los lugares donde se alojaban los manifestantes ubicados en Comas, Callao, la Victoria, San Juan de Lurigancho y otros distritos. Para acoger a las 2,500 personas que llegaron, el contacto fue a través de los parientes, los amigos y paisanos. Por ejemplo, en el Callao grupos de huancaneños, moheños y conimeños los alojaron en garajes y casas; más de uno se dedicó a preparar en su casa la comida para todos. También han sido alojados en locales de las asociaciones de residentes puneños, en diversos distritos de Lima y el Callao.
Según han comentado, también los comerciantes y emprendedores puneños en la capital tuvieron también un papel muy importante; por ejemplo, en la Victoria en uno de tantos edificios propiedad de puneños, usado como depósitos por los comerciantes de Gamarra y la Avenida Grau, deben haber estado 150 o 200 personas. En ese mismo distrito hay otros edificios de paisanos, los llamados “el rey del sostén”, el “rey de bividi”, que son grandes confeccionistas como comerciantes de Unicachi, donde fueron acogieron.
¿Qué otros apoyos de los puneños recibieron en Lima, como se organizaban las marchas en la capital?
La solidaridad puneña en Lima no solo ha sido de tres organizaciones grandes, como el Club Departamental en Lima, la Asociación Departamental del Callao y de la Central Folklórica, sino ha sido del emprendedor común de las organizaciones distritales y comunales que gracias al parentesco se han entablado buenos nexos de apoyo. Por otro lado, estuvieron también alojados en la Universidad Nacional de Ingeniería, que recibió por alrededor de una semana a unos 60 u 80 estudiantes y trabajadores de las universidades de Puno y Juliaca, esta última con la delegación más numerosa. En cambio, entre los 192 hombres y mujeres alojadas en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, estuvieron también comuneros y pobladores, porque ingresaron gracias a la toma de la universidad realizada por los estudiantes sanmarquinos. El día que la policía entró a la universidad detuvo a 193 personas, quienes fueron llevadas a la Comisaria, obligándolas a dejar sus mochilas y maletas con sus pertenencias que luego fueron trasladadas por la policía. Tras estar presos un día y una noche, al salir les dejaron recoger sus cosas, pero una vez fuera, se dieron con la ingrata sorpresa de que no encontraron el dinero que habían traído para sus gastos, que en conjunto sería una cantidad indeterminada, pero muy alta. Los detenidos fueron acusados y judicializados, siendo además amenazados diciéndoles que si los volvían a encontrar en Lima serían apresados. La mayoría de ellos eran de Juliaca, de Puno y de Huancané. Con todo esto, no les quedo sino regresar a Puno, por falta de dinero y por las amenazas que recibieron.
En las marchas y manifestaciones no faltaron los “ternas”, o infiltrados e inclusive extremistas que provocaban a la policía, eso siempre no falta. La táctica de la policía ha sido significativa, ha habido dos o tres casos que nos causaban risa; por decir, un grupo marchaba escoltado por la policía por la avenida Arequipa, hacia Miraflores. En algún momento los policías los bloquean en la avenida y los hacen pasar por una calle lateral, les dejan avanzar hasta que los manifestantes se dan cuenta que han llegado a una calle cerrada donde no hay pase. De esa manera les hicieron una encerrona y ya no pudieron llegar a Miraflores (risas).
Otro día, iban hacia el Congreso por la avenida Abancay y los policías les dejan la calle para que avancen, pero cuando llegan a la altura del jirón Huallaga, encuentran que no podían ir ni para la derecha, ni para la izquierda, de modo que no les quedo más que regresarse, pues estaban encerrados, rodeados.
Finalmente, ¿cuál es el balance que puede hacerse de esta experiencia de protesta?
Es conocido que Puno ha sido siempre una región ajena a la capital, que siempre ha estado abandonada por el Estado, es conocido que la población de Puno viene disminuyendo porque las personas salen del departamento. Así, según el último censo, entre el 2007 y el 2017 la población se ha reducido en unas 100,000 personas. El índice de aumento de la población es decreciente. Eso no permite que Puno se desarrolle, sabemos que con los resultados de la reforma agraria por su mala aplicación el puneño se ha sentido traicionado por Lima, igual en los años 80 en que no ha habido inversiones de envergadura, ni que decir después de los años 90s, en que se entregó todo al capital, el desarrollo en Puno no es tomado en cuanta. Entonces hay un resentimiento permanente, por lo cual Puno y todo el Sur vota por una alternativa de cambio; así, votó por Toledo, Alan García, Humala y otros. Pero, aun así, no ha habido resultados para el desarrollo de Puno, y se sienten entonces traicionados por los políticos. Además, hay una idiosincrasia, especialmente en el sector aymara alimentada por la influencia de los movimientos sociales en América Latina y, en particular, del caso boliviano por ser parte del Qollasuyo. El pensamiento puneño está orientado por ese afán de reivindicación largamente postergado, de “rescatar lo que es mío”, lo que “nos pertenece ancestralmente”.
Quienes vinieron a Lima tenían la firme convicción de que estaban luchando en beneficio de Puno, que estaban respondiendo a quienes no respetaban el voto que dieron por Castillo. La gente se preguntaba, ¿entonces, ¿cuándo me van a dejar elegir, si a éste que elegí y ganó, no lo dejan gobernar?
Pienso que más que un movimiento aymara, lo que tenemos en Puno, es un movimiento andino, un movimiento común de quechuas y aymaras, que se manifiesta con fuerte ahínco por la defensa de la comunidad, de sus costumbres, de su tierra, y en contra de la promesa eternamente traicionado por los políticos.
¿Qué experiencia se llevan quienes vinieron desde Puno a luchar en la capital?
Para ellos, según lo que decían, la primera gran experiencia es haber logrado venir a la capital para reclamar por sus derechos. Se sienten satisfechos porque se trata de una primera y grata experiencia propia autoconvocada, que la asumieron con seguridad y convicción; luego de esa gran experiencia de la marcha del Qollasuyo hacen 21 años, la que si fue dirigida por los alcaldes. Cuando se regresaban, tuvimos con algunos una reunión y contaban que estaban satisfechos de haber conocido al monstro por dentro; decían “para mí Lima ya no es lo que creía”, “cualquier rato voy a venir a conquistarla, si yo no vengo, vendrán mis hijos para estudiar o trabajar”, seremos millones. Algunos jóvenes incluso se han quedado permanentemente, y serán un nexo con los de Puno.
Todos se llevan la satisfacción de una tarea cumplida; algunas personas me han dicho que volverían si su comunidad los envía nuevamente en comisión o se auto convocan, y volverían con más experiencia. Los nuevos grupos que vengan ya no tendrán miedo a hacer marchas, a enfrentarse a los policías y los gases lacrimógenos, y toda esa experiencia seguramente la van a recoger ahora que Puno ha sido militarizada.