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La “Fundación Española de Puno” antología de ensayos y artículos
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La “Fundación Española de Puno” antología de ensayos y artículos

Con motivo de la edición y publicación de nuestra revista ALTIPLANIA Nº 5, el Comité Editorial ha decidido entregar al público -desde nuestra plataforma digital- el libro LA “FUNDACION ESPAÑOLA DE PUNO” ANTOLOGIA DE ENSAYOS Y ARTÍCULOS; obra de Guillermo Vásquez Cuentas, miembro del Comité, quien a lo largo de varios años ha ido recopilando la mayor parte de la producción intelectual de puneños y no puneños que han tocado el discutido tema de la supuesta o real fundación de la ciudad de Puno por funcionarios hispanos, durante la segunda mitad del siglo XVII en los parajes del antiguo “Puñuy Pampa”.

Creemos necesario, adelantar en este número las motivaciones y contenidos del libro, descritos por el autor en la presentación del proyectado volumen.

Próxima publicación de Altiplania

Al lector

En este libro se recoge un conjunto de ensayos cortos y artículos periodísticos de marcada índole histórica, cuyo objeto central está dado por los hechos que, hace 354 años, tuvieron como escenario el suelo que hoy alberga a la ciudad de Puno.

Uno de esos hechos, el que toca a la “fundación de Puno” por las autoridades hispanas de entonces, continúa convocando la preocupación de un sector de la intelectualidad puneña ligada al estudio de nuestro pasado; preocupación que es compartida por la colectividad puneña y no pocas de sus instituciones.

¿Hubo una fundación arreglada a las costumbres y a la normatividad que se aplicaba para la fundación de ciudades en la época colonial? O lo que hubo fue, simplemente, un trazado urbanístico para facilitar –como sí facilitó- la recepción y asentamiento de familias desplazadas de Laykakota y San Luis de Alba, pueblos previamente arrasados por la furia del Conde de Lemos.

Ese es el tema que ha movido la edición y publicación de este volumen, con el propósito de fomentar la búsqueda de conclusiones precisas e incontrovertibles sobre la fundación de esta ciudad; que aún no las hay, pese a lo realizado hasta hoy en el campo de la investigación histórica, que como el lector verá, no es poco.

Es en ese orden de ideas que presentamos aquí diversos trabajos que tocan el tema de la fundación y los hechos conexos, económicos, sociales y políticos, de que fueron protagonistas los mineros que vinieron a extraer las riquezas metálicas en las faldas de los cerros que rodean el golfo lacustre, ámbito geográfico en cuyo centro ya existía desde nadie sabe desde cuándo, la aldea de “Puñuy pampa”, por la que pasaba el camino que conectaba el norte con el sur de la gran meseta del Collao.

En un primer segmento dedicado a autores puneños y siguiendo un criterio cronológico en orden al momento de aparición pública de los escritos, aparece el trabajo luminoso de José Antonio Encinas, uno de los grandes prohombres de la intelectualidad puneña, quien usando fuentes manuscritas de la Biblioteca Nacional, algunos relatos de viajeros y trabajos de peruanos y extranjeros que tocaron aunque marginalmente la sedición salcedista de los años previos a1668, estructura un relato apasionante de los acontecimientos de ese año. Trabajo medular, porque en adelante no podrá dejar de ser citado por todo aquel que trate el tema que nos ocupa, en el cual Encinas termina concluyendo que no hubo verdadera fundación sino “traslación”.

Después de él Emilio Romero, economista, político y escritor de su generación, dedica un aparte en su celebrada “Monografía del Departamento de Puno” al tratamiento de la fundación, aportando fuentes y datos “nuevos”, aunque reincidiendo en el equívoco de Encinas sobre la presencia del virrey el 4 de noviembre en Puno y sobre la denominación de la naciente villa. Deja entrever que sí hubo fundación española.

Traslado de San Luis de Alba – Pintura Museo Dreyer

Vladimiro Bermejo también dedica un capítulo de su libro “Puno, Historia y Paisaje” a “Laycca-ccota” (lago brujo, en aymara) en el que señala enfáticamente que la fundación de la nueva capital de la provincia de Paukarkolla, con el nombre de San Carlos de Puno, se hizo con gran pompa el 4 de noviembre de 1668, por orden del Conde de Lemos.

A su turno, Alfonso Torres Luna en su “Puno Histórico” es el primero en aportar un dato interesantísimo: “En Los “Anales del Cusco” de 1600 a 1700, escrito por un sacerdote anónimo y publicado por don Ricardo Palma siendo Director de la Biblioteca Nacional de Lima en 1901… leemos [dice Torres Luna]:  Octubre de 1668.- Llegó (al Cusco) de Puno el Conde de Lemos, Visorrey del Perú, a arreglar los disturbios de laycacota, de los poderosos mineros Salcedo, y después de fundar en 9 de setiembre la villa de Puno.

En vista de esta información, contenida también en el trabajo del R.P Rubén Vargas Ugarte, los investigadores contemporáneos están empeñados –y si no lo están, deberían estarlo- en buscar la fuente originaria que pruebe esa aseveración, que no sería otra que el “Bando” que, según se dice, emitió el virrey ordenando la fundación de Puno a fin de proceder a la traslación de la gente evacuada de Laykakota y San Luis de Alba.

Varios ensayistas y articulistas cuestionan el hecho de una verdadera fundación. Alberto Cuentas Zavala nos habla de una fundación sin las formalidades rituales, propiamente una “refundición”; Enrique Cuentas Ormachea se remite casi en todo, sobre el punto de la fundación, a Vargas Ugarte; Teobaldo Loayza Obando, trata de responder a nuestra persistente interrogante ¿Hubo Fundación de Puno? opinando, después de un enjundioso análisis de los textos de varios autores, que “Ya sea la fundación, declaración, establecimiento, instalación, traslación, erección de la ciudad de Puno, [ésta] nació como ciudad española en el año de 1668, ya sea el 7 o 9 de setiembre, y se oficializaba el 4 de noviembre, con una misa solemne celebrada en la capilla de la Inmaculada Concepción…”

Es conocido que Ignacio Frisancho Pineda es convencido defensor de la tesis fundacional. Para ello tuvo que transitar del escepticismo inicial a la convicción irrenunciable. Su mayor aporte creemos está en la documentación por él publicada como fuente primaria, que prueba de forma apabullante cuando menos dos hechos: Que hubo efectiva repartición de solares y que la denominación exacta que tuvo Puno al nacer para el mundo colonial fue la de “Villa de Nuestra Señora de la Concepción y San Carlos de Puno” y no simplemente “San Carlos de Puno”, que con tanta recurrencia se ha venido manejando. Por lo demás es del parecer que, si bien el 9 de setiembre se produjo la decisión política de fundar la villa, fue el 4 de noviembre el día en que se produjo el real acto de fundación. Su posición obra en la parte pertinente de su Libro “Puno de Aldea a Ciudad” y en varios de sus artículos.

Casa donde se alojó el Conde de Lemos

Si bien Mario Núñez Mendiguri no trata específicamente el tema de la fundación de Puno, brinda datos sobre los mineros Salcedo y sus minas, que permitirán al lector una comprensión de las características de la explotación minera y las relaciones económicas, en el Puno de esos ya lejanos tiempos.

La vertiente que niega la fundación de Puno está representada básicamente por José Luis Ayala, Julián Barra Catacora y Félix Palacios Rios. Sus argumentos constan en los artículos y ensayo histórico que se publican en este libro. Debe resaltarse el excelente trabajo de Palacios, en el que nos devela el panorama arqueológico de Puno y su entorno inmediato y da a conocer documentos de gran validez e importancia histórica.

Ver También

Pintura en el Cusco que prueba que el 5 de noviembre de 1668 el Conde de Lemos estaba en el Cusco. Fuente: J.L. Ayala

El reconocido historiador puneño Augusto Ramos Zambrano, aun cuando no llega en su ensayo a revelar una clara posición personal en el debate, aporta la posibilidad de un “rebautizo” de Puno, trayendo a colación lo escrito por Miguel Luque Talaván en un trabajo de sobre la Intendencia  de Puno, en el cual ese autor “insinúa, aun cuando sin fundamentar documentalmente que Puno habría sido fundado muchos años antes del año de 1668, con el nombre de San Juan Bautista de Puno, y que el Conde de Lemos sólo lo rebautizó informalmente con la denominación de San Carlos de Borromeo de Puno”.

El joven investigador Rene Calsín Anco, ligado a la tendencia fundacional demuestra documentalmente que antes de 1668 Puno ya figuraba con ese nombre en el documento “Tasa de la visita general de Francisco de Toledo”. Se inclina por la motivación separatista que, a su juicio y de algunos otros escritores, habría informado la “rebelión” de los Salcedo. Pero su aporte mayor es la información sobre lo consignado por Diego Esquivel y Navia en Noticias cronológicas de la Gran Ciudad del Cuzco, “escrito en plena colonia, en el siglo XVIII”, con el siguiente texto: “Llegó el virrey a Puno… Después de demolida Laycacota, hizo el conde ciertas ordenanzas para la nueva población, su fecha en Puno en 9 de septiembre las que están en el libro 12 de Provisiones de esta ciudad, a fojas 262. De vuelta de aquel asiento entró el virrey en el Cuzco, miércoles 24 de octubre”. Este descubrimiento puede ser, por su gran importancia la resolución final que zanje todo cuanto se ha dicho y se dice aún sobre la Fundación de Puno. Calsín nos dice al respecto que “Tal referencia es contundente no sólo porque ratifica la fecha de fundación de la villa, sino porque indica el libro y el folio en donde se encuentra la ordenanza del virrey Conde de Lemos”.  Falta establecer dónde se encuentra ese “Libro de Provisiones”, y si al aludir a “esa ciudad” se refiere al Cusco –como parecería a primera vista- o a Puno, por el sustantivo próximo. En el primer caso el documento debe permanecer en algún archivo cusqueño y en el segundo, si no se lo ha encontrado en Puno, podría estar en el Archivo Nacional de Bolivia, en Sucre, a donde fue a parar gran parte de la documentación colonial de la región.

En la segunda parte, hemos preferido publicar los ensayos y artículos de investigadores y escritores nacionales. Abre la secuencia una sabrosa “tradición” de Ricardo Palma, en cuya segunda parte trata del desenlace fatal de José de Salcedo. Está también lo escrito por el distinguido diplomático e historiador Guillermo Lohman Villena, quien toca la fundación de pasada, al mencionar únicamente que el virrey: “Dispuso que todos sus habitantes se instalasen a una legua de las minas, en el caserío de Puno al que en honor del Monarca se le impuso el nombre de San Carlos de Puno. Se distribuyeron allí los solares para los advenedizos, señalándose sitio para la iglesia y demás instituciones”. Sin embargo, los hechos anteriores a la ejecución de José de Salcedo, a esta misma y a los hechos posteriores, son relatados en detalle por este destacado investigador peruano.

Jorge Basadre, en su relativamente extenso ensayo, refiere en forma muy escueta el nacimiento de Puno colonial: “designó por capital de la provincia al pueblo de Puno, dándole el título de villa y agregándole el nombre de San Carlos de Austria, en homenaje al Rey Carlos II”. No obstante, como en el caso anterior, los datos e informaciones sobre los prolegómenos y secuela de la dura represión virreinal, son ricos y abundantes. En la misma línea de tratamiento está Rubén Vargas Ugarte, quien, sobre nuestro tema, en medio de un amplio relato de la actuación del Conde de Lemos en estas tierras, escribe lacónicamente: “Lemos deshizo la población de Laicacota y la trasladó una legua más al norte al lugar ya poblado de Puno, que desde entonces se denominó San Carlos en homenaje al Rey Carlos II de Austria”.

Pedro Antonio Fernández de Castro – X Conde de Lemos

El enfoque con claro acento económico que hace José Tamayo Herrera sobre la venida del virrey conde de Lemos a Puno, tiene como su principal conclusión, que con la ejecución de José de Salcedo y la condena a su hermano Gaspar seguidas de la muerte o fuga de sus numerosos seguidores, se frustró la gran posibilidad de un desarrollo autónomo de la región puneña y de que esta se convirtiera en un centro geopolítico y económico “que balanceara el poder de Lima, Potosí y Arequipa”. En este sentido los Salcedo aparecen como precursores de la lucha autonomista de los puneños, conceptuación que, al parecer, ha sido recogida en algunos círculos burocráticos de la Región. Tamayo reflexiona sobre la fundación: “Por eso el traslado del centro urbano al antiguo tambo o caserío o refugio de Puñuypampa, al Puno actual, sobre cuya efectiva fundación por el Conde de Lemos aún se discute (¿7 de setiembre de 1668? ¿4 de noviembre de 1668?) no fue ni siquiera un consuelo por la gran oportunidad perdida”.

Dos investigadores sociales, serios, acuciosos y fuertemente tocados por el drama de 1668, el limeño Nicanor Domínguez Faura y la argentina Ana María Lorandi, tratan el tema de la rebelión de los Salcedo bajo puntos de vista complementarios. El primero en una de sus conclusiones señala que: “La fundación hecha por el Conde de Lemos en 1688 (con fecha por confirmar) fue la de una villa de españoles… Dado el carácter legalista y ceremonial de la época, debió haber habido una ceremonia oficial de fundación con la presencia del propio virrey. Por desgracia, la documentación generada por esa ceremonia nos es aún desconocida. Podría ser que se haya perdido con el paso de los años, o podría también ser que se encuentre en algún archivo en el Perú, en Bolivia, o en España, por lo que habría que considerar el tema aún abierto a más investigaciones”. Ana María Lorandi, por su parte, centra su análisis en la rebelión misma, abordando los componentes étnicos, multiculturales y políticos del conflicto. En medio de ellos el periodista y estudioso Christian Reynoso Torres formula la misma pregunta con la que iniciamos esta presentación: Finalmente, ¿Hubo o no hubo “fundación española de Puno”?

Advertimos que hemos procurado en todo momento respetar las formas de escritura, tildes y palabras tal cual han sido usadas por los autores.

Aprovechemos estas últimas líneas, para dejar testimonio de nuestro profundo agradecimiento a todas las personas que ha colaborado con tanto interés en la plasmación de este objetivo, cuyos nombres nos abstenemos de consignar, para no afectar su modestia.

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