Esta es una pregunta muy recurrente y la respuesta es categórica ¡SI! Necesitamos reformar el agro para erradicar los bolsones de pobreza y pobreza extrema rural existente en la región. En efecto el 60.8% de la población de Puno vive en situación de pobreza y 11 de las 13 provincias que constituyen el departamento presentan una incidencia de pobreza mayor al 50%. El 10.5% de la población es analfabeta, siendo la población femenina la más afectada con, casi, un 70% de iletradas y los otros 30% varones. El 42.9 se considera quechua, el 27% aymara y el 28% tuvo al castellano como su primera lengua, quedando un 2.1% para otras lenguas nativas en la zona de selva.
Recordemos que según el Censo de Población 2017, Puno tiene una población 1,172,697, siendo menor a la de 2007 que fue de 1,268,441. A la fecha, a consecuencia del retorno a sus terruños de la población puneña que emigró a otros departamentos (especialmente Arequipa, Tacna y Lima) debido a la pobreza y desempleo urbano, originado por la pandemia del COVID 19, no se tiene una estadística actualizada, pero sí se estima que debe bordear 1,300,000 personas. De esta cifra el 60% ocupa centros urbanos y el 40% radica en espacios rurales.
De la población identificada como pobre, el 58,8% se dedica a actividades primarias, especialmente la agropecuaria; seguido por los artesanos, obreros, operarios, jornaleros (21,1%) y vendedores (9,2%). Asimismo, la mayor proporción de trabajadores en situación de extrema pobreza se desempeñaron como trabajadores de actividades agrícolas y pecuarias (83,3%). Respecto a la PEA rural del departamento de Puno, es el 55,6% (247 mil 701) (la PEA se refiere a las personas de 14 años a más que conforman la fuerza laboral) [1].
Hago esta breve descripción de la problemática regional de la población y empleo para destacar que se requiere una reforma de la actividad económica que modifique esta realidad y supere problemas atávicos. Y esa reforma es sin lugar a dudas la modificación estructural del sector agropecuario, por ser el sector que más empleo genera, aunque no necesariamente mayor riqueza
Antes de abordar el tema del Sector Agropecuario, veamos cuanto significa dentro de la economía regional a través del Valor Agregado Bruto [2].
Como se puede apreciar, tanto en valores constantes (con base el año 2007) y a precios corrientes, el sector agropecuario es el segundo en el Departamento de Puno en contribuir al valor de la producción. En precios corrientes representa el 22.7% de la producción mientras que en valores constantes baja al 18.3%. Simplificando, podemos afirmar que de cada 100 soles producidos en Puno 20 son de origen agropecuario. Sin embargo, el agro da empleo a aproximadamente 240,000 productores, que a su vez dan sustento a sus familias que llegan a 620,000 personas, es decir a la mitad de la población departamental.
El sector económico que más aporta a la economía regional es el de servicios, el mismo que se seguirá expandiendo, en la medida que las ciudades crezcan y se requiera mayores asistencias personales (trabajadores de comercio informal, vendedores ambulantes, comercio fronterizo informal, servicio doméstico, cultura, espectáculos, transporte urbano de triciclos, carretilleros, salud y educación privada, etc.). El comercio va en tercer lugar. La minería, la pesca y el turismo están retrasados y en conjunto sólo aportan poco más del 8%.
Un sector interesante sigue siendo el de la producción eléctrica, pues el potencial hidro energético de Puno se calcula en 3 873,5 MW con proyectos pendientes como en Inambari (2 200,0 MW), San Gabán I (150,0 MW), San Gabán II (110,0 MW), San Gabán III (187,0 MW), San Gabán IV (344,5 MW), Ayapata (100,0 MW), Nueva Esperanza (380 MW), Sandia (315 MW), Macusani (31,0 MW), Lagunillas (24,0 MW), Corani (12,3 MW), San Antón (12,0 MW), Huenque (5,5 MW), Chigisia (2,2 MW); de concretarse todos estos proyectos, Puno sería una de las primeras productoras de energía del país. Menciono el sector energético, pues es poco difundido. Por lo mismo no puedo dejar de tener presente algo más obvio y sabido, que es el potencial del sector minero que se encuentra sub atendido, en gran parte por problemas de inestabilidad social.
Queda claro que los volúmenes y valores de producción agropecuaria son poco halagadores. El ingreso por persona (en valores constantes) es de aproximadamente a 433 soles mensuales por habitante, es decir en el umbral de la pobreza que es de 380 soles. Como se trata de un promedio, hay productores que tienen mayores ingresos, lo que explica los altos niveles de pobreza rural en Puno, ya mencionados anteriormente.
Sin lugar a dudas, una de las causas es que la tierra, con los niveles de tecnología y productividad actuales, simplemente es escasa. Lo que abunda en Puno es agua, sólo que no está adecuadamente distribuida y la tecnología de riego por lluvia, (secano) es la misma que emplearon los puneños hace miles de años atrás. Por ejemplo, hay campesinos que usan tajllas y chaquitajllas para los sembríos, mientras que la tecnología del siglo XXI acude a tractores a control remoto y drones para asegurar buenas cosechas, con alta productividad. En efecto, de acuerdo al Censo Agropecuario del 2012, se tiene lo siguiente:
Estas cifras son dramáticas. De 295,787 productores agropecuarios a quienes se les formuló la pregunta de qué tipo de equipo usaban en sus tareas de campo cotidianas el 57.10% dijo que era la chaquitajlla, es decir sembraban a partir de la fuerza humana, como lo hicieron nuestros antepasados hace 2,500 años. Es la tecnología más simple, pues antes de ello se sembraba con las manos. Son patriotas que viven en el atraso tecnológico más grande. Un 25.1% dijo que utilizaba fuerza animal, bueyes o yuntas, diferenciando si trabajaba con punta de palo o punta de hierro. Esa es la tecnología que hace más de 500 años trajeron los españoles. Es una realidad dolorosa que explica la baja productividad, escaza producción, subempleo, en síntesis, pobreza y pobreza extrema. En conjunto, en completo atraso tecnológico agrícola vive el 82.25% de productores.
Pero la realidad agropecuaria de Puno no es homogénea. No sólo por la disparidad de ingresos entre productores más prósperos y otros más atrasados, sino que el ambiente, el espacio, el paisaje diferencia el tipo de producción, la especialización productiva, de acuerdo a la realidad ecológica y ambiental. En tal sentido, en el agro puneño es fácil distinguir 4 realidades
- La agricultura intensiva en el área circunlacustre del Lago Titicaca, complementada con ganadería de engorde.
- La producción ganadera (incluyendo la de camélidos) en el altiplano.
- La producción agrícola en las laderas de las cordilleras que nos rodean, llegando desde los 4,000 msnm hasta los 1,000, tanto en la vertiente de la cuenca del Titicaca, como en la del Amazonas.
- La agricultura del trópico húmedo de la selva alta y baja de las Provincias de Sandia y Carabaya.
Hay sin lugar a dudas variantes en cada uno de estos espacios, pero básicamente tienen más denominadores comunes que diferencias.
Una II Reforma Agraria en Puno, debería tener profundas diferencias respecto a la llevada a cabo en la década de los 70 del siglo pasado, bajo el liderazgo del Gral. Juan Velasco Alvarado, que por falta de sostenibilidad política fracasó productiva y económica al desembocar en la parcelación excesiva de la tierra (torpeza impulsada por Alan García), generando mayor cantidad de minifundios improductivos, aunque socialmente desinfló la presión social del campesinado de entonces, que empezó a romper el estatus jurídico, invadiendo, violentamente, las tierras de haciendas y otros predios. Al final, esa Reforma Agraria no solucionó los problemas de pobreza, producción y productividad que sacara al campesinado puneño de la pobreza. Fue un hecho histórico social importante, pero con un legado ajeno a la solución de los problemas económicos, productivos y sociales de fondo.
Por lo mismo, hablar de una nueva Reforma Agraria en Puno, debería sustentarse en premisas diferentes a la ejecutada en el siglo XX, como, por ejemplo:
- La propiedad de la tierra sólo debería alterarse en los proyectos de integración parcelaria, que haga rentable la producción, incremente la productividad y genere empleo apropiado. Deberá priorizarse la presencia de los actuales productores en las nuevas unidades.
- Se debe priorizar, con el mismo énfasis, el trabajo en las áreas agrícolas del minifundio, especialmente en las riberas del lago, al igual que la de los espacios ganaderos de la altipampa.
- Capitalizar y basar el desarrollo en capitalización y tecnología.
- Sustentar los programas productivos en la rentabilidad de los mismos, en la eficiencia del mercado y no sólo en argumentos de justicia social, ni menos en factores étnicos o de conocimientos tradiciones de oferta productiva.
- Dar un uso adecuado a los Recursos Naturales, con el empleo de la renovación de la agrotecnia, que muestre nuevos resultados, generando riqueza y empleo, pero respetando los equilibrios medio ambientales.
- En fin, la historia ha cambiado. Ahora son tiempos en que la producción requiere ser eficiente, al igual que la productividad y la innovación. Una nueva reforma agraria debe ser sinónimo de modernización Agraria. Los países latinoamericanos que prosiguieron en la estrategia social de justicia por la tierra (Méjico, Bolivia, etc.) no han prosperado como los países del sudeste asiático (Corea del Sur, Japón, etc.) que apostaron por una modernización en un mercado de competencia y asumieron los desafíos de la demanda, del mercado, por encima de la oferta tradicional de los campesinos.
En base a estas ideas marco desarrollemos, rápidamente, los cuatro tratamientos en los espacios diferenciados que hemos identificado, pues son ámbitos heterogéneos, que requieren de soluciones diferenciadas.
- LAS REFORMAS EN EL AGRO DEL ÁREA CIRCUNLACUSTRE DEL LAGO TITICACA.
Bajo este esquema, veamos las reformas modernizadoras que podrían incorporarse en el área agrícola más importante de Puno. La parcelación de las tierras utiliza la medida de surcos (en la mayoría de casos 12 pasos de una línea de sembrío). Por lo general sólo se cultiva la tercera parte de las tierras disponibles, pues las otras se encuentran en descanso, es decir esperando que la propia naturaleza reponga el desgaste de nutrientes utilizados o absorbidos por los plantíos de la cosecha anterior.
Pegadas al lago Titicaca estas unidades agrícolas aprovechan el temperado como benigno microclima lacustre, que cumple una función termorreguladora, pues la dimensión de la masa de agua, en constante movimiento, impide su congelación, por lo que su medio ambiente inmediato, que lo circunda, no sufre las bajas temperaturas, propia de los gélidos campos del altiplano, que suele llegar a un promedio de menos 15 grados centígrados. Al mismo tiempo la gente utiliza el agua del lago, o los ríos afluentes, para, muy precariamente, mantener con riego sus cultivos, especialmente de papa, quinua, cañihua, ollucos y otros. Aprovechan también, como forraje natural para la sobrevivencia y engorde de sus animales, la totora que crece en las riberas del lago. No falta, dentro de la cédula rotativa de cultivos, forrajes como la avena o alfalfa, que sirven de alimento a sus pocas unidades de vacunos y ovinos que crían y cuidan sin mayor técnica.
Reformar esta realidad sólo puede lograrse con tecnología, conocimientos, experimentación de nuevos cultivos y capitalización. Por ejemplo, tener agricultura bajo Fito toldos, siembra de pastos en invernaderos con bandejas en columna, de tal manera que se multiplique por diez la cosecha de pastos en un espacio pequeño, al mismo tiempo que utilizarían bombeo de agua del lago y semillas y nutrientes de calidad, etc. requiere, además de recursos materiales, de conocimientos. Lo más probable que en estas circunstancias sea preferente el trabajo con los hijos de los cuales productores. La idea es alcanzar la mayor productividad utilizando la menor cantidad de terrenos y un uso racional del agua.
Instalar este tipo de soluciones requiere de un alto nivel de capitalización (un promedio de 10,000 dólares por unidad de media hectárea) conocimiento de agrotecnia, diferentes a las tradicionales y por lo tanto de agricultores jóvenes que puedan afrontar los desafíos de una nueva realidad, que introduzca innovaciones. La inversión para unas 4 mil unidades debe estar entre 40 a 50 millones de dólares. Es verdad que hay que vencer muchas dificultades, en especial las de organización, propiedad y otros, pero una buena y adecuada legislación ayudaría mucho. En todos los casos se trata de créditos blandos, de capitalización, de largo plazo, a tasas de interés especiales, que, sobre todo en los primeros años, hagan llevadera la carga de la deuda.
En todos los casos se erradicará la agricultura de secano y será sustituida por modalidades tecnificadas, conformantes de unidades empresariales, cuya razón jurídica asociativa debe idearse, para que, respetándose las maneras ancestrales, tengan al mismo tiempo, la formalidad de una pequeña empresa legalmente constituida.
En esta línea, es interesante la novedosa experiencia de integración parcelaria en el distrito de Acora, en la Asociación de Productores «Q´ota Laka» en el centro poblado de Cocosani donde el 80% de sus asociados son mujeres y un 20% varones, para la siembra de ajos de altura. En la presente campaña 2021-2022 se han cosechado 800 TM de ajos, que han ido al mercado, habiendo llevado a Aguas Verdes, Tumbes, 60 Toneladas para que, a través de comercialización fronteriza, inicialmente empiecen a abastecer una. pequeña fracción del mercado ecuatoriano.
Como se sabe, el área circunlacustre es un espacio denominado de “saturación poblacional” donde residen, abigarrados, según el censo del 2017, 485,706 pobladores, organizados en 6 Provincias Puno, Chucuito, El Collao, Huancané Yunguyo y Moho. Por lo general el área agropecuaria alrededor del Lago se considera a un promedio de 200 m a partir de la orilla de “alta marea” del lago, La presión poblacional es, en promedio, de 1.2 habitantes por metro cuadrado, existiendo sin embargo importantes ciudades como Puno, Chucuito, Ilave, Juli, Pomata, Yunguyo, Desaguadero, Moho, Huancané Taraco , Capachica, y otras, acondicionadas con servicios básicos que concentran a buena parte de la población, dejando en el área rural bolsones de espacio libre para la explotación agropecuaria en mini parcelas, cuyos productores en su gran mayoría viven en la pobreza y en extrema pobreza.
Esta es el área que representa los mayores desafíos para el desarrollo, y que con escazas excepciones, no fueron tocadas por la Reforma Agraria de Velasco Alvarado, bajo el argumento que primera se trabajaría en las áreas de propiedad de patrones, que vivían en base al abuso y la expoliación campesina y luego se abordaría el problema de los minifundistas.
Una reforma agraria, en el área peri lacustre sería algo inédito. Habría que trazar una estrategia, que en una línea de tiempo abarque no más de cinco años. Un levantamiento catastral permitirá establecer el ámbito de las zonas de reforma. Las cédulas de cultivo que se aplicarían en áreas de concentración parcelaria requerirán procesos de capacitación intensivos en los beneficiarios, de esta nueva forma de ver el campo, rentable y atendiendo no sólo las modalidades de autoconsumo, sino apuntando al abastecimiento de mercados.
2. LA PRODUCCIÓN GANADERA EN EL ALTIPLANO.
El segundo espacio diferenciado a trabajar es el altiplano puneño, que comprende los espacios de las provincias de San Román, Melgar Azángaro, Santiago de Putina. Una primera y única medición de área arable de la altipampa (con pendiente máxima de 5%) fue hecha durante el proceso de Reforma Agraria, que calculó la existencia de 900,000 mil hectáreas.
Es un espacio eminentemente ganadero, en donde la agricultura es de alto riesgo. Por lo mismo lo más promisorio es el cambio de pasturas por avena forrajera o cultivos de mayor permanencia como la alfalfa, el trébol y el ray grass que en algunas partes del mundo crece como perenne. Se cuenta que en los años 30 del siglo pasado, cuando el Príncipe de Gales (quien más tarde sería el Rey Eduardo VIII de Inglaterra) y el Duque de Edimburgo (quien a la renuncia al trono de su hermano fue coronado como Jorge VI) visitaron la Granja Modelo de Chuqibambilla, encontraron una pequeña parcela experimental con alfalfa y ray grass, que entusiasmó a la visita real, pues tenían la esperanza de hacer en el altiplano un emporio de producción de lana de ovino, tal como lo hicieron en Australia y Nueva Zelanda.
Cuatro décadas después, la cooperación técnica neozelandesa probó con varios cultivos forrajeros, entre ellos, alfalfas, ray grass, tréboles, nabo forrajero y otros, determinando que era posible sustituir muchas áreas de ichu duro por alfalfas blandas y reducir en diez veces el área promedio para criar una vaca (en la Reforma Agraria se calculaba 10 hectáreas de pastos nativos para criar una vaca. Con pastos forrajeros como la alfalfa la carga es de un vacuno por hectárea o su equivalente en seis ovinos de 12 kilos de carcasa).
En tal sentido el potencial es enorme. La primera meta que fijé en un libro de mi autoría ya mencionado [3], era alcanzar 150,000 hectáreas de alfalfas cultivadas, que permitiría tener similar número de ganado lechero. La situación del sembrío de esos cultivos se puede observar en el cuadro siguiente.
La avena forrajera ha tenido una gran expansión y ha sido el primer sustituto de las pasturas nativas que cubren la superficie andina. La principal cobertura de los suelos con vocación agropecuaria del ande son las gramíneas nativas, en especial el ichu, cuyos brotes tiernos son la base de la ganadería andina, en especial de camélidos sudamericanos, así como de ovejas y vacunos, siendo también de gran utilidad en el techado de las viviendas, en la medida que retienen calor, sobre todo en épocas de “friaje”
Se han hecho múltiples estudios de como potenciar esos pastizales naturales, pero ha quedado demostrado que, frente a otras alternativas de cultivos exóticos, el ichu puede ser reemplazado como insumo alimentario para la ganadería. Pero tampoco se trata de erradicarlo, pues sobre todo en las laderas, protege y es cobertura natural de los frágiles suelos, que pueden ser arrasados por las avenidas de agua. El ichu, con sus raíces, fija la capa superficial de los suelos y amortigua el golpe de las lluvias y el granizo, que son fenómenos recurrentes en la región.
Desde hace muchas décadas, la avena forrajera fue identificada, por su resistencia al duro clima del altiplano, para sustituir a la vegetación nativa. De allí que en los últimos 25 años haya cuadruplicado su producción. Tal vez el mejor ejemplo de esta actividad es el área comprendida en los distritos de Cupi, Macarí y Llalli, en la Provincia de Melgar, donde los ex hacendados introdujeron el cultivo de avena forrajera, que ahora se ha multiplicado de manera impresionante, cubriendo decenas de miles de hectáreas. Claro, se trata de un cultivo que anualmente debe ser sembrado y cosechado. Mayormente es almacenado en pacas y dosificada la entrega a los animales durante todo el año. Esta acción multiplica por cinco la capacidad de alimentación de vacunos.
Sin embargo, no ha sido considerada como la mejor alternativa. Como hemos narrado, primero en la Granja Chuquibambilla de la Universidad Nacional Técnica del Altiplano y luego en la Hacienda San Antonio, propiedad de la familia Prime, desde inicios de los años 70 del siglo XX se experimentó con alfalfas, actividad que posteriormente fue confirmada por la cooperación neozelandesa, que demostró científicamente que se podía mantener, en promedio, un vacuno por hectárea al año, quedando las raíces profundas en dormancia, durante los períodos fríos y de estiaje, para luego rebrotar con las primeras lluvias o de ser posible mediante riego, en el período primaveral. Como hemos apreciado en el cuadro anterior, se ha pasado de 5,095 hectáreas en 1997, a 58,948 en el 2019, teniéndose el dato extra oficial de estar ya en el 2022 en 75,000 mil hectáreas de alfalfas. Estoy absolutamente convencido que la desidia de las organizaciones estatales, a partir de inicios la última década, ha impedido expandir estas pasturas a un mayor ritmo. En todo caso el 2021 debíamos haber llegado a las 150 mil hectáreas de alfalfa dormante. El salto de 5 veces las hectáreas de los últimos años sólo ha sido posible por el compromiso de productores y campesinos privados, quienes encontraron en Cáritas de la Iglesia Católica y algunas ONGs el sostén para instalar y expandir estas pasturas cuasi perennes, pues por lo general duran en promedio 7 años de rebrotes,
Pese a no haberse alcanzado a tener 150 mil hectáreas de alfalfas, es halagador, sin embargo, que, en la suma de avenas forrajeras, alfalfas y otros pastos hayamos ya sobrepasado la cifra de 150,548 hectáreas. Esto significa igual número de animales e igual número de empleos plenos y otros 150 mil de empleos indirectos. Ojalas que a futuro la buena voluntad, la decisión y el coraje andino continúe imponiéndose a la adversidad que es la altitud y el clima, dos de los factores más importantes para sumir en la pobreza a cientos de miles de campesinos, comuneros, y a quienes la historia económica, política y social, los arrinconó en las laderas y alturas, despojándolos de las mejores tierras. Esta situación se empeoró con el arrasamiento del bosque húmedo montano, que la naturaleza hizo florecer en el altiplano.
Respecto a la agricultura, en este espacio abierto es muy riesgosa. La ausencia de árboles, que fueron durante siglos utilizados como leña y combustible para las minas españolas, ha convertido muchas de las tierras en páramos subalpinos. Por lo mismo en la pampa, regularmente, en invierno, se llega a los menos 15 grados centígrados y cada dos o tres décadas se producen períodos de sequía, con lo cual la agricultura se convierte en una lotería. Esfuerzos loables de rescatar costumbres incas y pre incas de cultivos como los waru, han devenido en “arqueología agrícola del altiplano”, pues el costo de la mano de obra actual, hace poco viable reproducir esas experiencias, que en épocas pretéritas tuvieron interesantes y valiosas experiencias, pues no hay que olvidar que al llegar la conquista ibérica a Puno se calculaba la presencia de un millón de habitantes, que sin embargo no tenían dos tipos de problemas y que hoy son el flagelo regional: la falta de empleo y la producción de alimentos.
Por lo mismo, la alternativa de la ganadería vacuna pareciera ser una solución realista. Veamos el cuadro 4:
En conjunto, la ganadería en Puno se encuentra en expansión. De 867,5110 cabezas de ganado que había en la región en 1994 se ha pasado a 1,102,950 en el 2019. Sin embargo, se trata de una recuperación, luego de la descapitalización ocurrida a inicios de los años 70, al inicio de la Reforma Agraria, en que los ex propietarios vendieron a precio de remate o sacrificaron para carne procesada como charqui y chalona, miles de cabezas de ganado. Por ejemplo, en el caso de los ovinos la estadística oficial certificaba que en Puno había 6 millones 100 mil lanares. Ahora no se llega a la mitad.
En síntesis, se crece en vacunos como resultado del incremento de alimentos por la presencia de pastos cultivados y avena forrajera; se disminuye en ovinos al parecer desplazados por la crianza por vacunos, que a todas luces resultan más rentables, sobre todo por cuanto el ovino ha dejado de ser proveedor importante de lanas, cuyo uso ha retrocedido en todo el mundo, ante las fibras sintéticas, de producción industrial a gran escala y con bajos precios.
La leche de vacuno ha sido redescubierta como producto principal, especialmente en épocas en que el monopsonio de la Leche Gloria ha mantenido el precio de compra a 1 sol el litro de leche, durante más de diez años, pese a las subas de precios en insumos sanitarios y otros y a que el porcentaje de grasa normalmente del Brown Swiss puneño llega al 13%, cuando el ganado lechero, especialmente el Holstein, alcanza promedios de grasa menores a 10%. Esto ha originado que gran parte de la producción regional derive en la producción de quesos, que poco a poco se va abriendo paso en calidad y mercados de destino. Hay allí un enorme potencial de crecimiento.
La producción de carne requerirá siempre de un acabado en medios menos agresivos que los del altiplano, debajo de los 2,000 msnm. La alimentación de altura, por lo general hasta los 4 mil metros (el Lago Titicaca está en promedio a 3820 msnm) ha obligado a abandonar la crianza en campo abierto, para poco a poco ir a crianzas estabuladas, Pese a la mejora de la alimentación con pastos cultivados y la alimentación con suplementos industriales paletizados, la productividad en carne, especialmente de toretes, no logra competir con los rendimientos de engorde de la costa.
Existen por lo tanto dos estrategias que requieren afinarse: el de complementariedad de pisos ecológicos para optimizar la productividad de la producción ganadera y una segunda relacionada con la comercialización de carne quesos y otros subproductos pecuarios.
Concluyo esta parte del análisis abordando el tema de los cultivos andinos. Me refiero a la quinua, cañihua, kiwicha y otros cultivos calificados como “super foods” es decir reconocidos internacionalmente como de alto nivel nutricional y que tienen alta demanda en el mercado mundial. No se discute las ventajas de precios, ni históricas ni tampoco de ser cultivos tradicionales. Aquí la pregunta es cómo rompemos la inercia de la investigación de estas quenopodiáceas, que por ejemplo en el caso de la quinua nos ha encasillado en tratar de conseguir quinuas grandes y dulces, cuando el tema comercial está en el volumen y la productividad que por lo menos triplicar el rendimiento por hectárea. Estuve en Brasilia, donde en un centro experimental cercano, se producía quinua con rendimientos de 5,000 kilos por hectárea, adaptados al trópico (llevaron semillas de Quito) pero a precios prohibitivos para el mercado de consumo y con exceso de químicos utilizados para el control de plagas. La región de Puno necesita revolucionar estos cultivos. Las orillas del lago o zonas abrigadas de la altipampa, la producción en Fito toldos en bandejas en varios niveles, siguen siendo desafíos sin respuesta.
No es que haya dicho todo lo que se deba sobre estos espacios diferenciados de la producción agropecuaria de Puno, pero con lo escrito tenemos ya una idea de hacia dónde podemos ir con una reforma o modernización agraria. Ingresemos ahora al análisis y comentario del tercer espacio:
3. EL ESPACIO DE LAS LADERAS DE LAS CUENCAS DEL ALTIPLANO Y LA DEL AMAZONAS.
Se registra que la población aborigen, a la llegada de los españoles, fue despojada de sus tierras ancestrales, ubicadas en la altipampa y empujados hacia las laderas de la cuenca endorreica del Titicaca. Sin embargo, eso no fue todo. El despoblamiento obligó a sus pobladores a abandonar las tierras agrícolas ubicadas en las laderas de la cordillera, pero en el espacio que mira hacia el otro lado de la cordillera, a las cuencas del Tambopata y el Inambari. Es decir, que, vinculadas a la altipampa, hay dos espacios de laderas que son consustanciales a su realidad. Veamos.
Por el nor este de Puno ingresa la cordillera Real Boliviana; y por el sur la cordillera occidental, que entra proveniente de la larga cadena andina, que viene desde la Patagonia, y es compartida por Argentina y Chile. Ambas cordilleras, se juntan en el nudo de Vilcanota, en el extremo norte del Departamento y rodean con sus macizos, de altitudes promedio de 5,500 metros, al gran Altiplano. De esta manera, esas montañas, la mayoría coronadas con nieves perpetuas, configuran un enorme anfiteatro orográfico, dando cabida, al pie de sus laderas, a esa magnífica altipampa, por donde discurre la hidrología de la cuenca cerrada o endorreica del Titicaca
En ese espacio de las montañas andinas de la región, arriba de los 3,850 msnm podemos distinguir dos pisos altitudinales: la Puna hasta los 4600 msnm y la Janca o Cordillerana que llega hasta los altos picos de las montañas. Para los efectos productivos nos interesa las laderas, en donde la pobreza hace que los campesinos empobrecidos se arriesguen a sembrar papa amarga, que más tarde les permitirá procesar el chuño, que es la forma ancestral de guardar alimento para las épocas de estiaje. Pero la mayor riqueza que poseen es la ganadería de auquénidos o camélidos sudamericanos y famélicas ovejas. La fibra o la lana, según el caso, les dan ingresos valiosos para su subsistencia. Por lo general son lugares que cobijan a la pobreza extrema
El intenso frío trae severas consecuencias en la salud de sus pobladores, en especial en la niñez, que crece entumecida y propensa a contraer cualquier enfermedad bronco -pulmonar. Las madres arañan la tierra en busca de la última papa. El friaje es implacable. No es raro pasar temperaturas de menos 18 grados.
Pero también hay comunidades más prósperas en la explotación extensiva de alpacas. La técnica de crianza y esquila les viene por herencia. Sin embargo y como es usual en una sociedad de desequilibrios y expoliaciones, les pagan precios bajísimos por la fibra de alpaca, que en la industria se multiplican por diez y en una tienda parisina, londinense o alemana de exclusividades, alcanza valores multiplicados por veinte o más. La vida y el libre mercado sí que son injustas para los más pobres.
La esperanza de organizar la oferta es difícil por la dispersión de los productores, la heterogeneidad de la producción, mucha de ella maltratada por la sarna o mezclada en su largo, que se aleja del estándar de 7 centímetros. Promover la producción cordillerana es un desafío para el Estado, que debe recurrir a los subsidios de todo tipo para hacer más llevadera la vida de esas familias, que producen insumos de alta calidad, que más adelante dan paso a una cadena de producción industrial de alto valor. La investigación y la mejora productiva debe incrementarse por parte de las unidades de promoción estatales. En una primera etapa de reformas en el agro puneño, habrá que socorrer a las familias y subsidiar la investigación y comercialización de la producción de fibra de alpaca, pelo de llama y lana de ovino. No está aún lograda la producción estabulada de la vicuña, por lo que sólo queda preservar su existencia, defendiéndola de los predadores, que por unos gramos de lana las matan, cuya población, en cierto momento, estaba con alarma de extinción.
De alguna manera debemos acicatear para que se tomen medidas promocionales. Respecto a la población de alpacas, se dice que, con partos múltiples trabajados en laboratorio, en Australia y en Estados Unidos, se consigue pariciones concertadas de 15 a 20 alpacas, con óvulos provenientes de una misma hembra. Hay especialistas que se aventuran a afirmar, que en pocos años el Perú dejará de ser el primer productor de alpacas y llamas del mundo.
Todo esto tiene como escenario las laderas cordilleranas de la cuenca del Titicaca.
Pero, volteando las cumbres y abras, nos encontramos con las laderas cordilleranas que van hacia las cuencas de los ríos amazónicos, en especial los del Tambopata e Inambari.
En esos lugares, en especial Phara, Patambuco, Limbani, Cuyo, Corani, Ollachea y otros, se testimonian épocas de gran producción agrícola. Muestra de ello son las exuberantes andenerías, muchas de ellas abandonadas. Anteriormente había una extraordinaria producción papera que era sacada a pie de carretera por variadas e interminables cadenas de acémilas. Hoy la facilidad de la explotación ribereña de oro, ha transformado la vida productiva de esos lugares. Por lo general los pobladores prefieren bajar a las riberas de los ríos, que encierran gran riqueza aurífera y obtener recursos rápidos, olvidándose de los esfuerzos ancestrales de cultivar la tierra. Es su alternativa, y deciden por la minería que es una ventaja comparativa intersectorial.
Sin embargo, hay en estas laderas un gran potencial. Son espacios productivos agrícolas de larga data y que hoy se encuentran sin uso. Se requiere impulsar el emprendimiento familiar, pero previa infraestructura vial, de comercialización, crédito y tecnología estatal. Son los pisos ecológicos complementarios al duro altiplano andino. Son laderas ubicadas entre los 3,500 metros a 1,500 msnm. Hay mucho que ver, aprender y recuperar en esos espacios. Tienen futuro, pero demandan inversión pública previa. Pero si seguimos descendiendo, nos dirigimos hacia el norte y nos acercaremos al trópico húmedo. Veamos.
4. EL TRÓPICO HÚMEDO DE LA SELVA ALTA Y BAJA DE LAS PROVINCIAS DE SANDIA Y CARABAYA.
Finalmente vamos llegando a los confines norteños del Departamento de Puno, que es la antítesis de lo agreste del altiplano. Se trata de adentrarse lentamente, a paisajes humedecidos por tropicales lluvias, con bosques perennes de árboles más bien pequeños, en medio de un paisaje dominado por valles estrechos, cortados por turbulentas aguas, que bajan violentas y presurosas de las alturas cordilleranas. Aguas límpidas, pero que arrastran cantidades de oro, provenientes de la cordillera. Las fuerzas geológicas dotaron de ese mineral a la región, que en aluviones inmemoriales sedimentaron el oro en el lado de la vertiente del altiplano en las pampas de San Antonio de Poto hoy trabajadas por miles de gambusinos andinos y en sus montañas, las mismas que hoy son perforadas por socavones impulsados por la aurífera codicia humana. Mientras que, por otro lado, en la otra vertiente cordillerana, la que mira hacia la planicie selvática del Amazonas, el oro aluvial no encontró donde depositarse y fue a los cauces de los ríos Tambopata e Inambari, que en el discurrir de los siglos ha llevado el preciado tesoro a lo largo de las cuencas de ambos ríos e incluso más allá de las fronteras patrias, pues se encuentra lavaderos en la selva baja del Brasil.
En esos valles distinguimos dos espacios productivos: el proveniente del río Tambopata y la generada a través del río Inambari. En el primer caso se trata de valles profundos, productores de café de primera calidad, algunos con fama y premios internacionales. Hay cultivos de maíz, pero, corroborando la frase de Antonio Raymundo que “el Perú es un país de cítricos” tenemos una importante producción de naranjas y piñas, pero sin estar sus calidades estandarizadas para una mejor comercialización. Tal vez, un gran primer paso debiera ser la producción de jugos de fruta. Últimamente el cacao ha empezado asomar tentadora como otra gran opción, cuya industrialización es conocida y no muy complicada.
Pero este vergel, pletórico de abundantes variedades de plantas, flores y árboles, ha empezado a infestarse de un gran problema, que desgraciadamente está dejando de ser incipiente, para convertirse ya en un indeseable hecho contaminante: es el narcotráfico, con plantaciones crecientes en extensión de sembríos de coca, que obviamente traen consigo laboratorios clandestinos de procesamiento y por lo tanto el tráfico de PBC y cocaína. Las alarmas ya han sonado desde hace una década. La presencia del Estado es mínima. Los programas de sustitución de cultivos de DEVIDA son exiguos, pero en cambio el negocio ilícito crece. La mayor localización está en los distritos pegados a la frontera selvática con Bolivia. Son lugares inhóspitos, de difícil control para la ley y la autoridad, pero que no se debe dejar que se expandan.
En cambio, en la Provincia de Carabaya está la cuenca del río Inambari, que cuenta con una carretera de penetración asfaltada hasta su encuentro con la carretera Cuzco, Quince Mil, Puerto Maldonado, la misma que llega hasta BOLPEBRA, que es el punto tripartito de: Bolivia, Perú y Brasil.
El río Inambari, arrastra en su cauce copiosas cantidades de oro, provenientes de los depósitos aluviales de las montañas cordilleranas de la cadena montañosa que viene de Bolivia. Miles de personas, ubicadas en ambos lados de la ribera de los ríos se ha asentado para “lavar oro” utilizando importantes cantidades de arsénico y otros químicos que, al ser desechados en el río, lo contaminan, afectando toda la cuenca, que, hasta llegar a desembocar en el Amazonas, recorre una distancia de más de 4 mil kilómetros en territorio brasileño. Pero hay también otra gran riqueza, que en menor medida ya viene siendo explotada y es la hidroeléctrica. En la cuenca de un río tributario del Inambari, el río San Gabán, hay identificadas la instalación de 4 hidroeléctricas que sumando su potencial llega a los 800 MW. A la fecha sólo hay una central que produce 150,000 MW. Existe otro proyecto en el distrito Corani con un potencial de 12,3 MW que servirá en gran medida a la explotación de los ricos yacimiento plomo y plata; está también el proyecto hidro energético del Inambari con 3 mil MW de potencia. Pero la mayor riqueza minera, reconocida a nivel mundial, de la Provincia de Carabaya son los yacimientos de litio y uranio descubiertos en los distritos de Corani y Macusani de la provincia de Carabaya y que se encuentran contenidos en un lago prehistórico cubierto de lava. Es decir, si sumamos todo estos, la Provincia de Carabaya es uno de los más ricos del Perú.
Por lo mismo, las actividades agropecuarias no serán motivo de un tratamiento diferenciado, al que pueda darse a los de la Provincia de Sandia. Es capitalización y modernización. Explotación de cítricos, café, cacao y en general productos propios del trópico húmedo, que sirvan para el abastecimiento alimentario de sus habitantes y para exportar al mercado nacional.
A MANERA DE EPÍLOGO
Me pidieron un breve artículo, pero la pasión y la importancia que en mi corazón tiene la lacerante realidad agropecuaria de Puno, me ha llevado a extenderme más de la cuenta. Sin embargo, mucho queda aún en el tintero. Espero no haber aburrido con esta larga exposición. Sólo puedo volver a repetir aquello que he enunciado desde hace 40 años. Puno no es pobre. Está empobrecido por la desidia de sus autoridades, por la testarudez de sus dirigentes que sustentan en la historia de despojos sus penas atávicas y que hacen de la lástima y asuntos étnicos banderas de lucha, que no agregan nada a su progreso y adormecen con sus prédicas a los pueblos quechua aymara, cuyos antecedentes, de trabajo y éxito están inscritos en el sudor y sangre de sus ancestros y que hoy se vienen a menos. Concluyo reiterando que Puno necesita no una, sino varias reformas agrarias, que lo modernice, lo hagan más productivo y saque de la pobreza a la mitad de su población. Gracias por atenderme.
[1] La Fuente de esta data son el Censo de Población y Vivienda del 2017 del INEI; la Red de Observadores OSEL Puno; Región Puno; del documento Panorama Laboral del Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo; y otras lecturas colgadas en Internet.
[2] ¿Qué es el Valor Agregado Bruto y PIB? El valor agregado que agrega una empresa en el proceso de producción es igual al valor de su producción menos el valor de los bienes intermedios. El PIB es la suma de los ingresos de los asalariados, las ganancias de las empresas y los impuestos menos las subvenciones.
[3] “Puno entre la Pobreza y el Desarrollo”. Autor Juan José Vera del Carpio. Año 2012. 310 páginas.