En el mundo andino en general, las comunidades tienen diferentes manifestaciones culturales inmateriales que básicamente obedecen al calendario agrícola anual. Una de ellas es el florecimiento del ciclo agrícola que es la evidencia de la presencia de flores en las plantas medicinales, alimenticias y sagradas, así como también de granos y tubérculos, como un regalo de la naturaleza y que en agradecimiento la comunidad humana encuentra motivo de celebración y gratitud del amor reciproco con la madre tierra Pachamama (Naturaleza). De ahí que para cada etapa agrícola le corresponde una ceremonia.
De todas las celebraciones que existían con estos propósitos, la de mayor relevancia era aquella que se realizaba en el mes de apthapi phaxsi o el mes de recojo de los frutos, donde las cosechas son recogidas en su totalidad, incluso las siembras atrasadas. Los cronistas recogieron y narraron esta práctica con el nombre de Aymoray ([1]).
Entre los aymara, continuadores de los Tiwanaku, este mes de apthapi phaxsi, o mes de recojo, son días de inicio de achu apthapi pacha o tiempo de cosecha, y era el que tenía mayor relevancia entre su calendario agrícola por lo que se celebraba el mamatan urupa o el Jatha katu ([2]).
Nos referimos al mes de mayo del calendario universal gregoriana, mes en que cesaron las lluvias; cuando el sol brilla más, las nubes blancas son arrastradas por suaves vientos en el cielo azul intenso y cuando la luna y las estrellas parecen estar más cercas según los observadores ([3]). Aquel mes que, durante las noches, la chakana o cruz del sur, que es una constelación del hemisferio austral conocida por los nativos aymaras y otros, se le aprecia imponente en el infinito, en la posición más culminante, vertical, no oblicua, anunciando el renacer de la nueva vida, pues, los pueblos (sobre todo los de la antigüedad) percibieron e interpretaron su entorno natural y cultural a través de este símbolo ordenador.
Mayo, también es el mes que da paso a juyphi pacha donde escasean los pastos y se ubican los animales en uyus o establos para alimentarlos con forraje seco y se inicia el ciclo de procreación de animales. Aquí, el frio intenso es también utilizado para la elaboración de chuño o papa deshidratada al frio, igualmente la tunta o papa procesada en agua durante una fase lunar para luego exponerla al frio y lograr el secado y blanqueado por el calor solar; con igual tratamiento se obtiene la kaya de la oca.
Así se sospecha que los aymara concibieron el machaqa mara o año nuevo, entre el mes de mayo a junio de acuerdo con su cosmogonía y el quehacer de sus actividades dentro del calendario agrícola que hemos venido viendo. Desde luego, de acuerdo a las fuentes orales, es posible pensar que dichas ceremonias de mamatan urupa, la observación del cielo y las estrellas, el culto al sol y más, dieron origen al “año nuevo” que desde los tiempos anteriores a los inkas se convirtió en una fiesta familiar, en agradecimiento a la pachamama y a los achachilas, sin desatender al dios principal Inti o sol, rector de los mundos: Alaxa Pacha o mundo de arriba; Aka Pacha o mundo de aquí; Manqha Pacha, o mundo de abajo, conscientes de que los solsticios y equinoccios simbolizan la fertilidad de la tierra, los sistemas de producción agrícola y alimentario ([4]).
Fue la expansión del tawantinsuyu la que motivó que machaqa mara aymara fuera trasladado del ciclo apthapi phaxsi al de juyphi phaxsi, es decir, de la etapa de la cosecha al de la helada. Según Alfredo Curazzi Callo (1999), “fueron los inkas quienes trasladaron las ceremonias de Machaqmara o Año Nuevo Aymara del mes de mayo al junio” (Curazzi, 1999: ([5]).
La posteridad, la llegada de la cultura europea y con ella la evangelización, encubrió estas prácticas rituales paganas asociándolas al nacimiento de San Juan Bautista en base al calendario de la ideología cristiana. Así se impuso la fecha de San Juan el 24 de junio, coincidente con la ceremonia de INTI RAYMI en Cusco y Willka Kuti en el Collasuyo, fiesta que, por cierto, era antecedida por hogueras que se encendían en muchos lugares la noche del 23 de junio. Hoy en día, esa antiquísima tradición sigue vigente y las hogueras se siguen alzando al cielo en la noche más corta del año.
En la Colonia, hubo todo un programa de extirpación de idolatrías y exterminación de este tipo de rituales, no obstante, al margen que se construyeron iglesias o capillas en los cerros para invisibilizar el valor sagrado de lo andino, las familias siguieron practicando clandestinamente.
Familias enteras se reunían en las noches de ese mes y se apretaban de las manos alrededor del fuego a esperar el renacimiento de la vida. He ahí el sentido de la vigilia, que por ahora invita a cobijarse en el centro del pueblo donde se desarrolla la fiesta, buscando calor humano ya sea en medio de la multitud, junto al escenario, donde se despliega el espectáculo, o junto alguna fogata, donde todos son bienvenidos, mientras se comparte un mismo anhelo al mirar al horizonte: que salga pronto el sol.
En el siglo XX, las sucesivas leyes y reformas agrarias de reconocimiento al indio, como aquellas que se han dado hacia mayo de 1930 cuando el entonces presidente Augusto B. Leguía estableció el “Día del Indio” cada 23 de ese mes. Igualmente, las del General Juan Velasco Alvarado, presidente de la República, quien promulgó la Ley de Reforma Agraria el 24 de junio de 1969 instaurando el “Día del Campesino”. Hechos que, sin duda, han posibilitado visibilizar y destacar a los campesinos y pueblos indígenas del Perú.
Desde entonces, hay una especie de revalorización de las tradiciones y se da libertad al indio en hacer práctica de sus tradiciones, pues, durante la Colonia estuvo prohibido y hubo todo un programa de extirpación.
De esta manera, es posible ver en nuestros tiempos muchas de las costumbres de machaqa mara volcadas a la fiesta de San Juan o la fiesta del solsticio de Inti Raymi y más aún por tratarse del día del indio. Por ejemplo, en esa fecha tradicional se hacen las lecturas de la suerte. Hacérselas por esta fecha tiene una connotación muy especial para los nativos aymaras. La suerte puede ser sacada en plomo u estaño, coca, huevo y otros.
En esta fecha también se realizaban las tradicionales alasitas (venta y compra de objetos de miniatura), aunque ahora se hace en distintas fechas y con objetos modernos.
En la localidad de Socca (Ácora, Puno) cada 23 de junio por la noche, los qawunsa y los wilamaya (mitades demográficas), tenían que protagonizar una batalla ritual que consistía en pelear con fuego. El bando que ganaba pronosticaba el año agrícola venidero. Igualmente, el día 24 se recogía agua del puquial antes que los coja los rayos del sol para ser esparcido en la cabeza de los miembros de la familia a manera de Ch’alla o bautizo, en señal de purificación.
Quedó también en aquel lugar, el rito de mamatan urupa o manq’ana urupa (uno de los ritos prehispánicos que subsiste en algunos lugares), que consistía en hacerle rito festivo a los productos de la cosecha recogida; para entonces todos los productos ya están destinados, los que será guardados para la semilla, los que irán para ser convertidos en chuño, los que irán al mercado, etc. Allí se ch’alla los mejores, los más grandes y los ejemplares raros (Llanque, 1990: 152).
Desde luego, estas actividades eran supervisadas por el yatiri, aquel hombre mayor que al ser elegido por consenso en base a los antecedentes positivos que le asisten como elemento leal a la comunidad y cumplidor de las obligaciones que ella exige, inicia una nueva responsabilidad como orientador, proveedor, predicador y pronosticador a través de la naturaleza: aparición repentina de animales no propios del lugar; el movimiento de los vientos; de la intensidad de la luz, etc.
En el tiempo se ha continuado con el uso de aquellos ritos y las fechas celebratorias de machaqa mara en fechas impuestas, hasta que, a partir de la década de 1980 cuando jóvenes de un movimiento indio aymara de la parte boliviana, liderado por German Choquehuanca, quisieron restaurar en la memoria de su pueblo aquellos rituales de machaqa mara para implantar la prevalencia, calculando la fecha promedio el 21 de junio, próximo al solsticio de invierno en el hemisferio austral, en correspondencia con un nuevo ciclo agrícola. Desde entonces, a lo largo del altiplano y también en zonas no andinas, son diversos los espacios sagrados o wak’as donde se desarrollan ceremonias de año nuevo andino con contenidos ancestrales.
En síntesis, podemos opinar que esta milenaria práctica conocida como la festividad de Machaq Mara (Año Nuevo), sin duda, ha recobrado en los últimos decenios una importancia cultural, religiosa, político-ideológica y turística. Este nuevo ciclo empieza y se celebra el 21 de junio, junto con la también conocida willka kuti (retorno del Sol), cuando los primeros rayos del sol dan inicio al reordenamiento de la tierra y con ello a las diversas faenas y ganaderas. Este año, junio de 2021, se celebró el año 5529.
La población aymara de los ayllus o comunidades celebraban el machaqa mara en el ciclo de waña pacha. Inicio de achu apthapi pacha o tiempo de cosecha, y, achu apthapi phaxsi o mes de recojo. De acuerdo con la tradición, este mes era considerado como el mes del inicio del año. Se celebraba desde tiempos inmemoriales en la primera semana del mes de mayo.
Machaqa mara es una ceremonia-fiesta sagrada de agradecimiento a la Pachamama por los frutos obtenidos consistente en tubérculos, cereales, hortalizas, yerbas medicinales, pastos naturales incluido el culto al agua, el aire y al fuego.
La tradición con el Willka Kuti, manda a velar la llegada del nuevo día y recibir los primeros rayos del sol con ofrendas y sacrificios de animales, por lo general con la quema de sullus o crías disecadas de las llamas. Es de buen augurio para las cosechas y para un excelente año de producción agrícola del machaqa mara.
GLOSARIO
Achachilas.- son los grandes protectores tutelares del pueblo aymara.
Achu apthapi pacha.- tiempo de cosecha.
Achu apthapi phaxsi.- mes de recojo.
Aka Pacha.- mundo de aquí.
Alaxa Pacha.- mundo de arriba.
Apthapi phaxsi.- mes de recojo de los frutos, donde las cosechas son recogidas en su totalidad.
Ch’alla.- es una práctica aymara realizada en Bolivia, Perú, Chile y Argentina, consistente en esparcir el suelo con algún líquido o bebidas de carácter ritual.
Juyphi pacha.- tiempo de heladas donde escasean los pastos.
Kaya.- oca deshidratada al frío de la helada.
Machaqa mara.- año nuevo, es una ceremonia- fiesta sagrada de agradecimiento a la pachamama.
Mamatan urupa.- rito a la selección de selección y celebración a los frutos de la cosecha.
Manqha Pacha.- mundo de abajo,
Manq’ana urupa.- celebración del día de los productos.
Qawunsa.- una de las mitades del grupo étnico Socca.
Wak’as.- donde se desarrollan ceremonias de año nuevo andino con contenidos ancestrales.
Waña pacha.- época ceca. Tiempos de ausencia de lluvias.
Wilamaya.- una de las mitades del grupo étnico Socca.
Willka kuti.- retorno del Sol.
Yatiri.- hombre mayor con capacidad de orientador, predicador y pronosticador.
BIBLIOGRAFÍA
Arriaga, Pablo Joseph de
1621 Extirpación de la idolatría del Pirv, Lima; Biblioteca de Autores Españoles, Tomo CCIX, Madrid.
Bouysse-Cassagne, Thérese
1987 La identidad aymara. Aproximación Histórica (Siglo XV, Siglo XVI). Hisbol Editores, La Paz, Bolivia.
Curazzi, Alfredo
1999 JAQIN URUPA, día del campesino. Cuadernos Arguedianos. Revista de la Escuela Nacional Superior de Folklore “José María Arguedas”, p. 91-96. 1999.
Guaman Poma de Ayala
1615 Nueva corónica y buen gobierno. Det Kgl. Bibliotek. En http://www5.kb.dk/permalink/2006/poma/titlepage/es/text/
Llanque Ch., Domingo
1972 Mamatan Urupa, rito de acción de gracias. En Revista Teológica Límense, Lima, p. 239-254. Nueva versión revisada en Boletín del Instituto de Estudios Aymaras, Chucuito, serie 2, n. 10: 6-27, 1972.
Meyers, Rodica
2002 Cuando el sol caminaba por la tierra. La Paz, Plural Editores.
([1]) Guamán Poma de Ayala en su libro Nueva Coronica y Buen gobierno (1,615) le llama Hatun Cusqui, Aimorai Killa (gran búsqueda, mes de cosecha); Juan de Betanzos en su “Suma y Narración de los Incas” (1,551), Aymoráiquis Quilla; Diego Fernández de Palencia en “Historia del Perú” (1,571), Aymuráyquiz; Cristobal de Molina en “Fábulas y Ritos de los Incas” (1,575), Huacay Llusqui; Juan de Velasco en “Historia de Quito” (1,789), Aymuray Cusqui; y Martín de Murua en Historia General Del Perú (1,612), Atumcuscuy Aymoray; entre otras denominaciones de otros autores.
([2]) Este último rito en nuestro tiempo se ha mal interpretado o confundido con ritos de achu katuqa (recojo de primeros frutos de papa, básicamente).
([3]) Estos fenómenos son notorios en los últimos días del mes de abril y la primera de semana de mayo según la fase lunar correspondiente.
([4]) Para la cosmovisión indígena la realidad cotidiana está integrada por tres comunidades interrelacionadas. La comunidad de la naturaleza o Sallqa, la comunidad humana de los runas o jaqi y la comunidad de las huacas o deidades, las tres se encuentran en continuo dialogo y reciprocidad, ese es el modo de ser de la vida.
([5]) Curazzi (1999). JAQIN URUPA, día del campesino. Cuadernos Arguedianos. Revista de la Escuela Nacional Superior de Folklore “José María Arguedas”, 1999. pp. 91-96.