AÑO NUEVO no es un huayño pandillero per se, no es señorial ni tiene la jerarquía estructural y orquestal de una padilla puneña. No tiene por ello un arreglo artístico digno del arte significativo. Más bien va ligado a la ejecución espontánea: una invitación a la capacitad ad libitum del ejecutante (o cantantes). Por otra parte, diríamos que no contiene el habitual matiz nostálgico del alma enamorada puneña. Tampoco tienen el influjo de la fuerza del sicuri ilaveño. Su alma, popular y sencilla, se representa mestiza y bien interculturada: tiene en parte la dulzura de un huayño alegre pero también el matiz del boliviano. En sentido festivo, sus letras evocan el buen deseo de una nueva proyección en la vida y en el amor, el sentido provocador para el cambio de vida, el mensaje de qué podría representar, en su mejor significación, un “verdadero” año nuevo.
Qué más evocación para la buena vibra que las letras de su primera estrofa: “Año nuevo, vida nueva, en el jardín del vivir, procura, pues, nuevos amores, para dejar de sufrir”.
Era, más o menos, 1977 o 1978 cuando mi profesor, el recordado y muy querido Pepe Sardón Bedregal, me presentó al Centro Musical Ilave, primera institución musical de la Provincia El Collao. Iba por los 14 años, cursaba la secundaria en el colegio Mariátegui. Mi afán por la música era muy latente y fructífera ya: tenía dirigiendo al conjunto infantil de zampoñas “Melodías Ilave”, CIMI (ahora Centro Cultural “Melodías Ilave”). Mi afán por ejecutar instrumentos y por el canto me hicieron merecedor a integrar el Centro Musical Ilave. Allí, escuché el huayño AÑO NUEVO, y desde ahí es parte de mi repertorio personal y uno de los emblemas musicales de Ilave. Fue grabado en el primer disco del Centro Musical Ilave en el año de 1980 (Disquera “Volcán). No se conoce a un autor específico; al parecer es producto de una creación colectiva, pues, su contenido se remonta a la década del 50’ o 60’. Hay un fragmento que no se grabó y que dice: “En el carro de Pancho Liendo no te vayas a embarcar, porque ese carro trae cervezas, no te vayas a emborrachar”. Este fragmento siempre lo he escuchado y me hace pensar que este tema tiene que ver con la presencia de los camioneros y comerciantes ilaveños (Pancho Liendo fue un distinguido comerciante ilaveño). Seguramente por el deseo de generalizar el tema se prefirió grabar “En el carro de un ilaveño…”.
Ahí, en el Centro Musical Ilave, repito, a finales de los 70’ del siglo pasado, escuché por primera vez (y aprendí y lo ejecuté) este emblemático huayño, con la pulsación y entonación de Miguel Mendizábal Flores (Presidente y buen charanguista), Mariano Zevallos (guitarra), Fructuoso Velarde (charango), Manuel Goyzueta (guitarra), el popular “chorlito” Humberto Ramos (mandolina), Graciano Rubín de Celis (Director y mejor mandolinista), Edgar Cuentas (acordeón), Enrique Condori (charango), Víctor Valdez (Guitarra), entre varios que están a la diestra de Dios. Junto a ellos una nueva generación de profesionales jóvenes (Aladino Rubín de Celis, Elías Ortiz, José Sardón, Juan Ortiz, Primitivo Butrón, Adolfo herrera, Fredy Arias, Julio Pallara, Ricardo Sánchez entre muchos) que también se integraban y que luego fueron los protagonistas en muchos eventos musicales a lo largo del departamento de Puno. Todos ellos, una generación mixta con la que tuve la suerte de hacer música, seguramente recuerdan este huayño popular AÑO NUEVO, tan “pegajoso”, juguetón, bohemio, enamorado, inolvidable.
Lima, diciembre de 2021.